Uno llega a Finlandia por primera vez, no, perdón, un aficionado a los rallyes y redactor llega por primera vez a Finlandia pensando que en el aeropuerto de Jyväskylä se va a encontrar a los operarios cruzando los carros con las maletas o los arboles muy cerca de las pistas de aterrizaje, adornadas por grandes banderas blanquiazules y cientos de aficionados con bocinas animando cada despegue. Nada más lejos de la realidad. Finlandia es un país normal, bien organizado y caro (comparado con nuestro nivel de vida), pero con una de las mejores pruebas del Mundial y con una pasión por los rallyes fuera de lo normal.
Obviamente recibir la llamada de uno de los equipos oficiales del WRC para acompañarles durante un fin de semana y poder ver cómo trabajan, los tramos y además poder montarte de copiloto con uno de los pilotos oficiales y ‘volar’ sin alas por los rasantes finlandeses, es una proposición indecente, a la que uno no puede decir que no. Un tren, en este caso decorado con los colores de un Hyundai i20 WRC que sólo pasa una vez en la vida.
Lo cierto es que el trayecto hasta aquí parecía sacado de la segunda parte de “El show de Truman”. En la carretera hasta el aeropuerto casi una decena de modelos coreanos se cruzaban ante ti recordándote lo que tenías por delante el fin de semana. En el avión que unía París con Helsinki, casualmente en el asiento de al lado se montaba un trabajador de una de las factorías de la firma en Francia, también invitado por Seúl, y a la llegada al aeropuerto de la capital finlandesa, mientras hacía tiempo hasta la salida del último vuelo hasta Jyväskylä un joven ataviado con los colores de Hyundai Motorsport… Segundos después me daba cuenta de qué ese joven que estaba a punto de embarcar hacia Ámsterdam no era otro que Kevin Abbring. Digno de una escena realizada bajo el mandato de un guion.
Más de 24 horas después de haber salido de mi punto de origen estaba en Finlandia y no podía evitar mirar cada una de esas cosas que me han llamado la atención del país nórdico a través de la televisión. Las casas amarillas, el amor de muchos ciudadanos por símbolos típicamente americanos como las Chopper o las Pick Ups ‘oxidadas’ que tan de moda están ahora. Además del gran recibimiento por parte de los hombres de Hyundai, una tromba de agua nos daba la bienvenida al 1.000 lagos. Precisamente, si alguien quiere saber por qué recibe ese nombre la prueba, sólo tiene que ver Finlandia desde cielo y se dará cuenta viendo una mínima parte de sus 188.000 masas de agua dulce.
Tras una visita rápida por el hotel, la superespecial por las calles de la propia Jyväskylä nos servía de ‘piscolabis’ a la espera del verdadero plato fuerte que viviremos mañana, asistiendo a algunas de las especiales más rápidas del rally junto a las ya disputadas dos pasadas por Ouninpohja. En ella se ha visto el delirio de los aficionados finlandeses a la llegada del héroe nacional, todavía sin título, Jari-Matti Latvala, los Ford de M-Sport peleándose con las balas de paja o Thierry Neuville y Dani Sordo tratando de recuperar tiempo en un día que no ha sido bueno para los intereses de los terceros pilotos de Volkswagen y de la propia Hyundai. Al que sí se le ve muy suelto corriendo en casa es a Esapekka Lappi, que ya empieza a apuntar a superclase tras vencer el año pasado en el ERC sin demasiado brillo. Veremos en qué queda y que nos depara el resto del viaje.