Decir Ari Vatanen es decir piloto de rallyes, campeón del mundo, Pikes Peak y manos maravillosas. Es de destacar su dilatada trayectoria deportiva a lo largo de 36 años, desde su primera carrera en el Hankiralli de 1971, hasta el Rally Dakar de 2007. Campeón del mundo de rallyes en 1981, 4 veces vencedor del Rally Dakar y uno de los pilotos más prodigiosos de esta disciplina tan exigente. Hoy puede sonar a poca cosa un campeonato del mundo, cuando Sébastien Loeb acumuló 9 títulos consecutivos, pero en realidad hablamos de un extraterrestre (en el caso de Loeb). En 1981, un título mundial de rallyes era una gesta, hoy también. Pero está Loeb.
Como estamos en agosto y tenemos déficit de novedades de 2015, nos vamos a dar el gustazo de repasar una de las mejores producciones, digamos, de cine aplicado a los rallyes. Se trata de la famosísima (y seguro que ya la visteis más de una vez) filmación de la subida de Ari Vatanen al Pikes Peak a los mandos del poderoso y legendario Peugeot 405 T16. No solo es una pieza que pone los pelos de punta por el coche, el lugar y el piloto. Fijaos bien en el vídeo, en cómo está montado.
Transmite muchas cosas: la quietud inicial; la sensación de velocidad que nos hace llegar con esa estela de polvo sin coche, porque ya se marchó; el impacto que supone quitar la música y dar paso a la caballería desbocada del 405; las tomas interiores con las manos de Vatanen ocupadas en la faena; el bicho aplastado; la mano a modo de visera, tapando el sol mientras el piloto no levanta el pie ni siquiera una décima de segundo; la velocidad y el riesgo cuando vemos los acantilados a centímetros de las ruedas; el papel; el pequeño error que muestra que los mejores también son humanos; la llegada.
Es algo imprescindible, y hoy bien podemos repasarlo con tranquilidad, ¿desde la playa, quizás?
Ari Vatanen tenía, y seguramente tiene, aunque ahora es miembro del Parlamento Europeo y no sé si tiene muchas ganas de hacer unos tramos, y otro vídeo clásico que demuestra sus manos y su capacidad de reacción es este, en el que a partir de, por ejemplo, el minuto 1:45, podemos ver cómo un pequeño error es corregido de inmediato, encajando el coche en el hueco más exiguo posible. No se santiguó el copiloto, pero casi:
Eso sí, siempre llega el momento de ceder el turno a las nuevas generaciones y reconocer cuando llega el momento de parar. En el caso de Vatanen parece que su hijo es el encargado de ponerle los pelos de punta y hacerlo reconocer haber pasado miedo en un tramo. Y para muestra, un botón: