La penúltima carrera del calendario IndyCar Series estuvo repleta de incidentes, cuatro horas de duración y casi un cuarto del recorrido realizado en régimen de bandera amarilla, da una idea de la destrucción que se observó en el óvalo de Pocono. Al final, once monoplazas cruzaron la meta y Ryan Hunter-Reay, del equipo Andretti Autosport, alcanzó la bandera a cuadros con Josef Newgarden a su lado. La carrera vivió momentos de angustia tras el accidente de Justin Wilson, quien fue trasladado de emergencia en helicóptero hasta el hospital más cercano.
Sin duda, los nuevos kits aerodinámicos para óvalos propiciaron maniobras temerarias, se podían observar hasta cinco monoplazas en una misma línea de carrera, algunos serpenteando en las rectas, para tomar las curvas arriesgando hasta el máximo posible. Doce pilotos diferentes compartieron la vanguardia y se apreciaron hasta 34 cambios en la punta. El actual líder del campeonato, el colombiano Juan Pablo Montoya, quien finalizó en la tercera posición, manifestó que la inexperiencia de muchos pilotos en un circuito como Pocono propició el escandaloso número de accidentes.
Debo ser honesto, muchos de estos pilotos no están preparados para correr en óvalos. No tienen paciencia, corren como niños pequeños que creen que la carrera finaliza en las primeras cinco vueltas y van por la victoria, así la realidad indique que van entre los últimos. Es increíble que estas cosas generen tantos choques.
El principal perseguidor de Montoya en el campeonato, Graham Rahal, se vio involucrado en un choque con Tristan Vautier y tuvo que abandonar. Así que el tercer lugar del colombiano le otorga una ventaja de 34 puntos. El otro serio aspirante a la corona, Scott Dixon, quien llegó noveno en la carrera, está 47 puntos por detrás, restando una fecha, pero allí se repartirá el doble de puntos, así que Will Power, Helio Castroneves y Josef Newgarden mantienen vivas sus remotas posibilidades de alzarse con el campeonato.
Vía | motorsport