Chris Amon es prácticamente sinónimo de mala suerte en Fórmula 1, por lo menos en lo que a resultados se refiere. Un piloto que a pesar de sus buenos resultados, podios, poles y participaciones con equipos competitivos, jamás consiguió ganar un gran premio puntuable para el campeonato del mundo de Fórmula 1 -sí llegó a ganar en carreras no puntuables-. Claro que también se puede decir que el hecho de haber sobrevivido ya le hace verdaderamente afortunado. Su casco, uno de los más reconocibles de la época, tiene una curiosa historia.
El diseño básico del casco más reconocicble de Chris Amon, que llevó desde 1966 hasta el fin de su carrera deportiva tenía la tradicional base blanca que usaban la mayoría de pilotos de la época. Sobre esa base blanca, se usaron dos colores más brillantes y que cuadraran bien entre ellos. Los colores eran el rojo y el azul en un patrón simple pero efectivo.
Con el rojo en el lado izquierdo y el azul en el lado derecho, por lo demás el diseño era simétrico. Cada uno de los colores trazaba una línea desde la visera -en su punto más ancho- hasta la parte trasera del casco -en su punto más estrecho-. Al ser la parte frontal más ancha y la trasera más estrecha, ello hacía que los colores fueran muy poco intrusivos en el lateral pero destacados cuando el casco se veía por delante.
Este pequeño juego de puntos de vista conseguía darle al diseño de Amon un aspecto agresivo y elegante a la vez. A lo largo de su carrera deportiva, los únicos cambios reales fueron el uso de una visera con los colores azul, blanco y rojo en lugar de negro en determinados momentos y la eliminación de cualquier tipo de visera cuando el neozelandés adoptó el casco integral.
Pero seguramente, lo más curioso de la historia del diseño de casco de Chris Amon es el origen. Los colores no fueron elegidos por ningún motivo nacional ni tampoco por tener alguna explicación a nivel personal o simplemente por gustarle al piloto. El diseño tiene su origen en la película «Grand Prix», rodada durante 1966 y estrenada al año siguiente, en la que el protagonista usaba ese casco. Dicho personaje, de nombre Pete Aron y a quien daba vida James Garner, tenía que representarse en las imágenes de las carreras a través de Chris Amon, quien habría competido con un McLaren.
Pero problemas con el suministro de motores al equipo hicieron que solo estuviera pilotando el propio Bruce McLaren. Eso llevó a la Metro-Goldwyn-Mayer a convencer a McLaren para que usara ese diseño que ellos mismos habían preparado para la película, con el objetivo de que las tomas de ese coche tuvieran el «casco adecuado». En algunas carreras lo usó McLaren mientras que en una ocasión llevó Amon y en otras lo llegó a usar Mike Spence, con un Lotus camuflado con los colores del McLaren que en la película representa un constructor japonés ficticio llamado Yamura. Un diseño cuya meta era usarse solo para la película tuvo a varios pilotos usándolo para darle vida.
A Amon le gustó el resultado final y lo adoptó de forma fija al año siguiente de la grabación, en su debut en Ferrari. Como curiosidad, Mike Spence usó el mismo diseño con los colores rojo, azul y blanco aunque con su tradicional base amarilla desde entonces y hasta que perdió la vida en 1967. Bruce McLaren volvió a su plateado habitual. En cuanto a Chris Amon, para diferenciarse del ficticio piloto norteamericano Pete Aron, acabó luciendo una orgullosa silueta de un kiwi -el pájaro- para defender su orgullo patrio. De la película a la realidad y con un diseño que pasó a la historia.