El reciente Gran Premio de Bélgica volvió a encender las críticas negativas hacia Pirelli y hacia una Fórmula 1 que insiste en castigar los intentos de aquellos que desean ir más allá de unos límites preestablecidos. El proveedor de neumáticos emitió un comunicado de prensa post carrera en el cual responsabiliza a Ferrari de utilizar el compuesto medio durante demasiado tiempo, de allí el estallido. No obstante, representantes de otras escuderías se quejaron públicamente del riesgo que representa para los pilotos un neumático que es incapaz de soportar un margen de tolerancia sino que revienta sin previo aviso.
Según Paul Hembery, responsable de Pirelli, Sebastian Vettel abusó de su juego de neumáticos, arriesgó y perdió. Agregó que las temperaturas y la exigencia influyeron notablemente en la vida útil del compuesto. Pero Maurizio Arrivabene, jefe de Ferrari, respondió que los datos en el box de la escudería, a la vista de los ingenieros de Pirelli, confirman que jamás se observó una pérdida dramática del rendimiento y por lo tanto nunca existieron indicios para pronosticar lo que sucedió.
Los antecedentes de Pirelli, desde su reaparición en la Fórmula 1 en el año 2011, atentan contra su credibilidad e inclusive inclina la balanza hacia una justificada elección de Michelin como nuevo proveedor en 2017. Pirelli se escuda en la teoría del desgaste programado y en el reglamento, en cuanto a la selección y preservación de los compuestos, indicando que todos los equipos utilizan los mismos neumáticos, así que no pueden aceptar críticas de una minoría.
Pero los ingenieros Alan Permane (Lotus), Ricardo Adami (Ferrari) y Andy Green (Force India) dudaron de las cifras suministradas por Pirelli. Opinaron que si un neumático duro está fabricado para soportar unas 40 vueltas a nivel óptimo, debería ser capaz de resistir alrededor de 20 vueltas adicionales, disminuyendo paulatinamente su efectividad, antes de estallar. En el caso de Vettel, sus reportes jamás indicaron un desgaste excesivo, analizados sus tiempos en cada vuelta, ya que de lo contrario se le ordenaría al piloto cambiar sus neumáticos y evitar riesgos. Pero sucedió lo imprevisto.
Ante tales señalamientos, Hembery argumentó que en noviembre de 2013 solicitó que las reglas limitaran el uso de cada juego de neumáticos pero no se aceptó la propuesta. Señaló que todos los equipos deben entender que los parámetros particulares que caracterizan a cada gran premio influyen demasiado en los neumáticos y de allí que el comportamiento de un mismo tipo de compuesto, en circuitos diferentes, resulte tan contradictorio.
De nuevo se abre un debate acerca de la seguridad y Pirelli vuelve al ojo del huracán. La marca italiana no termina de convencer a pesar de ser proveedor exclusivo. Ciertamente, se le sugiere el diseño y la fabricación de compuestos que generen artificialmente la sensación de espectáculo, pero desde hace rato la Fórmula 1 permanece estancada en el abrumador dominio de una escudería sobre las otras porque, en lo que respecta a Pirelli, sus predecibles estrategias cercenan cualquier alternativa.
Vía | auto motor und sport