En el pasado Gran Premio de Italia, en Monza, los dos pilotos de Mercedes cambiaron sus propulsores, el tercero para cada uno, con las nuevas especificaciones y mejoras pertinentes. En el caso de Nico Rosberg, problemas mecánicos obligaron al equipo a volver a un motor de especificación anterior, y además durante la carrera tuvo un «desfallecimiento» de prestaciones que, presumiblemente, le costó el podium. Ahora el alemán dispondrá de su cuarta unidad de potencia para el Gran Premio de Singapur, lo cual tiene algunas implicaciones interesantes.
La primera es que ya no tendrá más unidades de potencia disponibles sin que conlleven el coste de una penalización en la parrilla de salida. Esto, con tantas carreras por delante (siete, contando con Singapur), es una lotería muy incómoda para los intereses de Rosberg en un campeonato que cada carrera que pasa se le hace más cuesta arriba. Hamilton va afianzando su ventaja y ante una hipotética sanción en parrilla en un circuito donde sea más complicado adelantar de lo normal, el golpe sería tremendo.
Aparte de esto, los técnicos de Mercedes deben encontrar las causas del fallo de la tercera unidad de potencia, la montada en Italia, para determinar si es una unidad que se pueda utilizar a posteriori, o si ha sido un «fallo catastrófico». Si ese fuera el caso, no sé los mecanismos que pueden tener ante la FIA para justificar que esa unidad era defectuosa, es decir, para tratar de demostrar que en realidad solo han utilizado tres motores hasta el momento, incluyendo este nuevo.
Sea como sea, la probabilidad de tener que montar una quinta unidad de potencia es alta, muy alta, para Nico Rosberg.
