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La historia de la semana: Thomson Road Circuit, el primer circuito de Singapur

Cuando la Fórmula 1 llegó a Singapur en 2008, mucha gente creyó que se trataba del primer gran premio que se disputaba en la ciudad-estado asiática. De hecho, en la época moderna hay muy pocos grandes premios que no estén en la Fórmula 1, siendo el más famoso el de Macao. Pero en el caso de Singapur, antes de visitar la Fórmula 1 el Marina Bay Street Circuit, ya hubo un gran premio en el Thomson Road Circuit, que fue enormemente popular en su época.

Esta reunión anual, que veía carreras tanto de coches como de motos, se disputó en ocho ocasiones como Gran Premio de Singapur; entre 1966 y 1973. Pero lo cierto es que el circuito se estrenó en 1961. Inicialmente, el evento celebrado allí recibió el nombre de “Gran Premio del año de Oriente” mientras que a partir de 1962, el Thomson Road Circuit tuvo el honor de ser la sede del Gran Premio de Malasia. En 1965, Singapur obtuvo su independencia y puesto que el circuito estaba en dicha ciudad, la carrera fue a parar a manos del nuevo estado.

El nacimiento del Gran Premio de Singapur significaba, por lo tanto, la desaparición del Gran Premio de Malasia, aunque este se recuperó y en 1968 Shah Alam pasó a ser el circuito elegido. Por su parte, la carrera en Singapur empezó a prosperar, con afluencias de público de más de cien mil personas el día de la carrera. Estos números venían dados por la naturaleza “urbana” del trazado, que por lo tanto hacía que los habitantes del país se sintieran orgullosos de un evento deportivo internacional en sus primeros años.

Ian Barnwell ganó la carrera de 1961 al volante de un Aston Martin, mientras que las tres ediciones que se disputaron bajo el nombre de Gran Premio de Malasia fueron ganadas por el piloto local Yong Nam Kee con un Jaguar y un nativo de Hong Kong, Albert Poon con un Lotus. Poco a poco, la carrera iba volviéndose más y más interesante hasta que llegó un punto en que era de las carreras más populares en Asia fuera de temporada junto al Gran Premio de Macao.

La primera edición del Gran Premio de Singapur se celebró en 1966, un año después de obtener el país la independencia y se lo tomaron muy en serio. Aunque hay pocas imágenes de la época, lo que está claro es que la carrera estaba muy bien organizada en términos logísticos. Puede que el circuito fuera estrecho y hasta cierto punto, peligroso. Pero todas las vallas publicitarias estaban en los sitios adecuados y la seguridad no estaba tan por debajo de la de los circuitos europeos como se habría podido pensar.

Además, hay que tener en cuenta que las carreras que se disputaban no eran de Fórmula 1, por lo que las velocidades eran menores. Ese primer año hubo cuatro carreras, siendo una de ellas de motocicletas de pequeña cilindrada, dos carreras cortas de coches de gran turismo y finalmente el plato fuerte, el propio gran premio de monoplazas, que ganó Lee Han Seng, haciendo las delicias de sus compatriotas con su Lotus 22. Esta carrera, la más importante, era de Fórmula Libre, categoría que se mantuvo hasta la última edición en 1973.

Los pilotos locales atraían siempre una gran atención y de hecho Rodney Seow ganó la segunda edición del Gran Premio de Singapur en 1967, con un Merlyn-Ford. A partir de entonces empezó el reinado de los pilotos de las antípodas, con Garrie Cooper, un Australiano que sirvió de inspiración a Jack Brabham tras fundar la Elfin Sports Cars -marca con la que compitió en todas las carreras que disputó-. Cooper fue el primer ganador extranjero del Gran Premio de Singapur y en el futuro acabaría ganando el Australian Sports Car Championship, en 1975.

Pero si hay un hombre que aún hoy en día debe ser considerado como el rey del Gran Premio de Singapur, al menos en su primera encarnación, este es Graeme Lawrence. No fue hasta 2013, cuando Sebastian Vettel consiguió igualar el número de victorias del neozelandés. Lawrence venció en Singapur en 1969, 1970 y 1971, dominando a la oposición a la vez que empezaba a destacar tanto en las carreras australianas como alrededor del mundo, llegando incluso a puntuar en la Can Am.

Tras su primera victoria en 1969 con un McLaren-Ford, en 1970 llevo el flamante Ferrari 246T -especial para la Fórmula Tasman- a la victoria y con el mismo coche se convirtió en el primer piloto de Nueva Zelanda en vencer una carrera de la Fórmula Tasman. Ganó solo una ese año pero fue suficiente para coronarse como campeón de la “Tasman”, como se la conocía en el viejo continente. En 1970 ganó también el campeonato de su propio país, hito que repitió en 1971. Este fue el año de su última victoria en Singapur, con un Brabham-Ford.

En los años siguientes al dominio de Graeme Lawrence, la carrera siguió ganando adeptos. Quizás fue gracias a la su persistencia, puesto que si un piloto conocido asiste a una carrera con regularidad, esta generará más interés. De hecho, la edición de 1972 la ganó con un Mildren–Waggott Max Stewart, hombre también muy conocido en Australia ya que se coronó como campeón australiano de monoplazas en varias ocasiones. Pero seguramente, el último ganador en el Thomson Road fue quien obtuvo una mayor fama internacional.

Se trata de Vern Schuppan, que en 1973 se impuso en la última carrera celebrada en este circuito con su March-Hart. En esa época ya había intentado participar en una carrera de Fórmula 1 -aunque sin éxito- y en 1973 se dedicó a competir alrededor del mundo para relanzar su carrera. En este último Gran Premio de Singapur antes de 2008, solo Graeme Lawrence fue un rival digno aunque no pudo con Schuppan, más joven y hambriento. El piloto de March acabó participando en carreras de Fórmula 1 y en las 500 millas de Indianápolis y ganando las 24 horas de Le Mans.

Tras un accidente mortal en la edición de 1972, desde Singapur se empezó un movimiento para clausurar el Thomson Road Circuit, que era considerado como demasiado peligroso. En efecto, los coches cada vez corrían más y el circuito, que era suficiente para coches ligeros y manejables, se convertía en una trampa mortal para los potentes monoplazas de la Fórmula Tasman. Estos era más veloces y con más inercias. Se propuso la construcción de un circuito permanente que nunca acabó viendo la luz. Hubo que esperar 35 años para que volviera a haber una competición del motor en Singapur, con la llegada de la Fórmula 1.

El circuito Thomson Road era un trazado relativamente corto para la época, ya que en ese entonces podían verse carreras en circuitos como Le Mans, el viejo Spa-Francorchamps, Nürburgring o Clermont Ferrand entre otros. Pero dada su condición de circuito para coches pequeños, los 4865 metros le venían como anillo al dedo. El circuito daba comienzo en la Old Upper Thomson Road, que servía de recta de meta. La primera curva era suave, pero eso solo era un engaño para bajar la guardia ante lo que quedaba por venir.

Rápidamente, los pilotos venían de una recta relativamente larga y llegaban al Circus Hairpin, una horquilla cerrada donde solía haber una enorme cantidad de público. Las posibilidades de adelantamiento y el poder ver a los coches de cerca eran grandes atractivos y guardando las distancias, allí se formaba una especie de “estadio” cada año. Era fácilmente, junto a la propia recta de meta, el lugar más popular para los espectadores.

La zona del ángulo iniciaba una consecución de curvas de derechas e izquierdas, llamadas adecuadamente “The Snakes” -las serpientes- por su contoneo. Esta sección desembocaba en una curva también popular para el público llamada “Devil’s Bend” -la curva del Diablo-. El nombre acabó siendo premonitorio, ya que allí hubo más de un accidente mortal tanto en carrera como fuera de ella. La presencia de carreras inevitablemente causaba que los conductores del día a día intentaran emular a sus héroes con resultados dramáticos.

De allí, el trazado se “recuperaba” hasta llegar a una zona final bastante más lenta. Empezando con el Long Loop, curva de media velocidad que llevaba a los pilotos al Peak Bend, una curva algo más lenta. La velocidad ya no se llegaba a recuperar demasiado antes de llegar al Range Hairpin, una última curva del circuito que era tan lenta como la primera. Esto llevaba a los pilotos a la recta de meta contenida entre estos dos ángulos, lo que daba emocionantes batallas de frenada.

Como consecuencia, se solían ver bastantes adelantamientos en esta zona. El récord del circuito lo tiene Leo Geoghegan con un Birrana-Hart con un registro de 1:54.9 que fue la vuelta rápida de carrera en 1973. La media de este récord es de 151km/h, lo cual no está nada mal teniendo en cuenta la categoría de estos coches y el hecho que se trataba un circuito urbano y bastante más pequeño y ratonero que muchos otros de la época. Era el justo precursor del circuito Marina Bay de hoy en día.

Evidentemente, los trazados del Thomson Road y el Marina Bay Street Circuit se parecen en muy poco. Prácticamente el único parecido es el hecho que ambos están en Singapur, por lo que geográficamente están relativamente cerca y por ser los dos urbanos. Pero ni siquiera como circuitos urbanos se podría encontrar un gran parecido por estar situados en zonas muy distintas de la ciudad. Mientras el Marina Bay Street Circuit está en el puerto, con grandes rascacielos, el Thomson Road está más cerca del corazón de la ciudad, entre parques donde ¡uno puede encontrase hasta monos!

Actualmente no queda absolutamente nada del viejo circuito Thomson Road, que pueda reconocerse. Ni edificios, ni marcas en el suelo, ni nada. Es cuestión de buscar los registros históricos para saber por qué calles pasaba y ver cómo el estado actual del viejo trazado. Por ello, circular por el Thomson Road no es distinto a circular por cualquier otra carretera de la zona. A pesar de todo, imaginarse a estos pilotos pilotando los pequeños monoplazas por estas estrechas carreteras es espectacular.

Además, el trazado discurre en buena parte entre bosques de aspecto relativamente tropical, lo que le da un toque único. Desde luego, el aspecto de un circuito de este estilo en Asia es muy distinto al de un circuito urbano entre ciudad y bosque como podía ser el de Montjuïc. Claro, tampoco se parecen demasiado en otros puntos, pero es interesante ver como un concepto relativamente parecido se expresa de forma tan distinta.

Siendo Singapur un país tan joven -cumplió 50 años este mismo mes-, se enorgullecen de su corta pero intensa historia. Ello hace que en el museo nacional de deporte haya una sección que recuerda tanto el circuito como los primeros grandes premios de Singapur. Se trata de un país que, ya en su primer año de vida, abrazó el mundo de las carreras de coches y motos con gran pasión. Aunque les duró poco, la semilla estaba plantada y acabó por florecer con una de las carreras más espectaculares de la temporada y por ahora, la única que se disputa completamente de noche. ¡Que dure!

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