«Una vergüenza», «Motor de GP2». ¿Nos imaginamos a un piloto criticando a su equipo -o en este caso motor- en público? Desafortunadamente, no hay que imaginarlo puesto es lo que vimos durante el Gran Premio de Japón el pasado fin de semana con Fernando Alonso. El asturiano lleva una temporada de frustraciones a pesar de las promesas de gloria. Mi compañero The Flying Jim voló un poco demasiado alto al defender unas escandalosas declaraciones de Alonso que aunque comprensibles -eso sí-, caen dentro de lo que uno llamaría «desafortunadas».
La sinceridad no está reñida con las buenas formas
Cuando se habla de Fernando Alonso y su sinceridad a la hora de hablar sobre sus coches, motores, equipos y todo en general, se cita a menudo lo sucedido con Alain Prost y Ferrari en 1991. ¡Qué sincero fue el francés! Pero a menudo se omite que el entonces tricampeón del mundo fue despedido. También Nelson Piquet dejó Williams mientras que Nigel Mansell se quedó, tras su convulsa temporada de 1987. Ese comportamiento no era ni es aceptable por parte de un deportista de élite. Lo es aún menos para alguien que es un campeón y debe ser un ejemplo para los menos experimentados y la situación se vuelve aún peor para alguien que espera trabajar en equipo para ganar -siempre me pareció divertido ver a Alonso conducir con los logos de «Team Spirit» en Renault-.
Nadie niega que el motor Honda es una berenjena -o nadie en su sano juicio, por lo menos- pero tampoco hay que soltarlo a los cuatro vientos, sin ningún tipo de educación y peor aún en casa del fabricante, ¿no? Reto a nuestros lectores a criticar a su empresa de forma airada, frustrada y enfadada a los competidores. O si quieren una comparación a lo sucedido a través de la radio, les reto a que se pongan a gritar en medio de la calle que su empresa es una mierda -¡disculpen el lenguaje!- y luego se quejen de que alguien que no les interesaba les ha oído al pasar por su lado.
Cierto es que a nivel de «marketing» o incluso en lo que respecta a la diversión que estas declaraciones pueden proveer al aficionado, añoramos aquellos tiempos en los que los pilotos prácticamente hacían y decían lo que les daba la gana. Pero como suele decirse, los tiempos cambian, los requerimientos de los pilotos cambian y no podemos quedarnos anclados en el pasado y juzgar a los pilotos de hoy en día bajo los estándares de hace 25 años. A fin de cuentas y si me permiten una comparación un tanto bruta, hace cien años la mujer estaba bajo un pesado yunque opresivo que hoy resultaría inaceptable, al igual que el comportamiento del hombre hacia esta.
¿Duda alguien de la veracidad de las palabras de Fernando Alonso cuando airea el mal rendimiento de su McLaren? La respuesta es un claro y rotundo «No». Pero de la misma forma, no necesita decirlo. Por lo menos, no así.
Aceptamos la frustración de los pilotos pero, ¿y la de los miembros del equipo?
Bien, Fernando Alonso está frustrado. Cualquiera lo estaría en su situción. Un doble campeón del mundo de Fórmula 1 al que le supera cualquier «mindundi» gracias a -o por culpa de- los motores. Pero, ¿qué sucede con los miembros del equipo que trabajan a destajo y son humillados públicamente? ¿Habríamos aceptado que Ron Dennis calificara el pilotaje del asturiano en el Gran Premio de Francia de 2007 como digno de un piloto de GP2? No respondan. Piénsenlo un momento y luego paladeen la conclusión. Sería exactamente lo mismo.
Luca Colajanni, quien compartió la vida en Maranello con Fernando Alonso a través de sus años como jefe de prensa de Ferrari, da en el clavo en un post escrito en su blog esta misma semana:
Es inútil -y no es nada bonito- ofender las sensibilidades de quienes trabajan -en este caso Honda- y no debemos excusar las palabras diciendo que está frustrado o que es probablemente la verdad.
Personalmente, creo que Alonso es un piloto extraordinario -lo demostró hoy en Suzuka con un gran undécimo puesto con el coche que tiene- y es una persona de gran valor e inteligencia pero la repetición de este tipo de actitudes no le ha ayudado a lo largo de su carrera deportiva. Viví situaciones similares muy de cerca en sus años en Ferrari y lo de Suzuka me recordó el Gran Premio de Japón de 2006 en conexión con lo ocurrido con Fisichella en Shanghai unos días antes.
Pero más importante aún es su reflexión sobre el papel y responsabilidades que un piloto debe tener:
Un equipo está compuesto por seres humanos -desde directores hasta recepcionistas- que están comprometidos las 24 horas del día, los siete días de la semana con el único objetivo de que el piloto tenga el mejor coche posible y haga el mejor trabajo posible en la pista. Sentirse atacado en público -es mejor hacerlo en privado cuando hay que ser tan directo- siempre deja algo de amargura y no ayuda a potenciar la moral del equipo. Sobre todo la de aquellos que, a diferencia de los pilotos, no tienen un salario de millones de euros para consolarse.
Puede que no vayamos a desmayarnos -a fin de cuentas lo que haga o deje de hacer Alonso, poco nos va a afectar en nuestra vida personal- pero sí hay que tener en cuenta que en cada equipo de Fórmula 1 hay centenares de trabajadores. De gente de a pie. Gente que sí se verá afectada por lo que haga el bicampeón español. Si Alonso se siente frustrado, puede irse a casa y disfutar de lo que se ha ganado con su esfuerzo. Los trabajadores que se sientan ofendidos -justamente- por los comentarios del asturiano deberán seguir trabajando al máximo… para alguien que solo valorará los resultados.
Más claro aún. Pongámonos en el otro lado. Imaginemos que es justo lo contrario. McLaren tiene un coche maravilloso, Jenson Button está dominando el campeonato y Fernando Alonso apenas consigue subirse al podio -inconcebible, lo sé-. ¿Qué pensaría entonces esta gente que defiende las palabras del ovetense? ¿Habría que defender las críticas despiadadas de McLaren basándonos en que le pagan un muy buen sueldo, se sienten frustrados y que su rendimento está por debajo de lo esperado? En ningún caso. Sería el mismo error. Si un equipo trabaja a fondo y luego desmoraliza a su piloto, no llegarán lejos. Más vale no renovarle y buscarse a otro que o bien sea más barato o bien rinda mejor. O ambos.
Que Fernando Alonso tuviera una explosión en el Gran Premio de Japón es noticia solo hasta cierto punto. Podría incluso considerarse algo relativamente justificable por sí solo, si viniera de alguien que no suele tener esta actitud. Pero el hecho que el español vuelva a las andadas es algo más noticiable. Tras trece temporadas en la Fórmula 1, dos títulos de campeón del mundo y victorias con tres grandes equipos, parece que no ha aprendido cómo trabajar en equipo. Porqué el trabajo en equipo comienza por el respeto. Tanto en público -el único que podemos valorar desde fuera- como en privado.
Nadie pide que Alonso esté contento con lo que hace Honda. Ni tampoco que les felicite o alabe en público. No lo merecen pues no están haciendo un gran trabajo -a la vista están los resultados- pero sí merecen que se les reconozca el trabajo y sobre todo, que se les anime a seguir adelante en lugar de destruirles. Y si Alonso está tan incómodo e insatisfecho en McLaren, hay un par de jóvenes del norte de Europa esperando una oportunidad con mucha más positividad.
Y no puedo terminar sin responderle a mi buen amigo The Flying Jim que ese escocés que tanto nos inspira, esto no lo hubiera hecho.