No se puede decir que Volvo sea una de las primeras marcas que se nos vengan a la cabeza cuando hablamos de automovilismo deportivo, pero sí hace tiempo que encontró su nicho de competición en los turismos. Con motivo de la presentación del nuevo Volvo S60 TC1 para el Mundial de Turismos desde la marca sueca no han parado de recordar su legado en esta especialidad, haciendo coincidir este evento con el 30º aniversario de su corona en el Europeo de Turismos de 1985 gracias al ‘ladrillo volador’.
Hay que explicar a quienes no sigan muy de cerca los turismos o no hayan perdido el tiempo rebuscando en la historia de la modalidad que las carreras de turismos han cambiado mucho desde entonces. Como se puede ver en vídeos de los años sesenta o setenta, no era nada raro ver en pista multitud de categorías diferentes, todas ellas consideradas de turismos, haciendo que pudieran coincidir en pista algún Mini, V8 americanos, V12 británicos y coches que hoy consideraríamos GT como un Porsche 911.
De hecho, cuando Volvo se refiere a su triunfo en el Europeo de 1985 hay que explicar que ganaron, sí… pero por pilotos, ya que en la clasificación de marcas no lo hicieron a nivel absoluto, sino en la División 3, la categoría reina. Mientras tanto Alfa Romeo arrasó en División 2, sin oposición, y consta como campeona europea de aquel año. Y de los formatos de las carreras mejor ni hablamos. ¿Os sorprende la Bathurst 1000? Pues el primer Mundial de Turismos consistía en eso, carreras de resistencia con dos pilotos por coche.
Pero no me quiero desviar del tema. Volvo y turismos. ¿Qué tiene de especial la marca sueca? Bueno, visto con perspectiva, casi siempre trataron de hacer cosas distintas cuando salieron a competir al extranjero. El Volvo 240T rompió moldes en la División 3 al batirse de tú a tú con los Jaguar XJS, Rover Vitesse y BMW 635 CSi con un pequeño motor turbo de 2,1 litros y un chasis originalmente poco apto para las carreras pero que adaptaron mediante homologaciones más que polémicas, tan habituales en aquellos años. Quienes hayan oído hablar de cómo homologaban las marcas las unidades de calle de los míticos Grupo B sabrán a qué me refiero.
En todo caso, Volvo se estrenó en el ETCC en 1984 y ya en la penúltima cita de aquel año, en Zolder, lograron el primer triunfo del 240T, antes de contactar con el prestigioso preparador suizo Eggenberger (el de los Sierra RS500 unos años más tarde) para con la ayuda de las nuevas homologaciones del coche de calle convertir este coche en una bomba. Y vaya si lo fue. En 1985 Gianfranco Brancatelli y Thomas Lindström se hicieron con la corona europea, Per Stureson ganó la segunda edición del Alemán de Turismos (los primeros pasos del DTM), y Brancatelli puso la guinda del pastel con un triunfo en Macao. Al año siguiente los suecos decidieron abandonar el proyecto, no sin antes ganar otra vez en Macao gracias a Johnny Cecotto y llevarse un título tan improbable como el del Australiano de Turismos, embrión de los actuales V8 Supercars.
Diez años se tiró Volvo lejos de la competición, pero los boyantes Super Turismos la volvieron a atraer y no de cualquier manera, claro. Así salió adelante el icónico 850 Estate. Originalmente pretendían correr con algo más convencional, pero vieron el potencial a nivel de marketing y aerodinámica de la versión familiar y acudieron a uno de sus viejos rivales en el ETCC, TWR, para llevar el proyecto adelante, comprometiéndose así a competir durante tres años en el popular Británico de Turismos. El mejor resultado en su única temporada en competición fue un quinto puesto, debiendo pasar al 850 berlina en 1995 al cambiar el reglamento en cuestión de aerodinámica. El coche más convencional no es tan recordado pero obtuvo mejores resultados, con Rickard Rydell tercero a final de temporada tanto en 1995 como en 1996.
Al concluir su primer contrato con TWR Volvo pasó del 850 al nuevo S40, con el que la marca sueca conquistó al fin el Británico de Turismos en 1998. Rickard Rydell, perenne piloto número 1 de la casa sueca, se coronó gracias a cinco victorias, lo cual al mismo tiempo supuso el comienzo del fin de este proyecto. Volvo duró un año más en el BTCC y compaginó proyectos locales en el Sueco de Turismos, pilar de su actividad en competición durante los últimos quince años, con idas y venidas al renovado Europeo de Turismos, primero con el S60 y luego con los distintos S2000 que homologó para Suecia y que eran compatibles con el ETCC y el WTCC.
De esa necesidad de homologar vehículos S2000 para su certamen nacional surgieron también los S60 y C30 propulsados por bioetanol E85, que vimos ocasionalmente en el Mundial de Turismos hasta que en 2011 se decidieron a hacer una temporada completa de «evaluación». Cuatro años han tardado en decidirse a entrar finalmente, durante los cuales el Sueco de Turismos pasó a ser Escandinavo y los vehículos de Polestar han arrasado pese a tratarse de un certamen donde todos los coches son fabricados por Solution F. Además han recuperado parte de su legado en Australia gracias al acuerdo con Gerry Rogers Motorsport y la presencia del Volvo S60 en manos del ilusionante Scott McLaughlin.
Por lo tanto tiene todo el sentido del mundo que si desde Gotemburgo tenían ganas de entrar en un certamen internacional, ese fuese el Mundial de Turismos, aunque no sea ni el más mediático, ni el más divertido. Eso sí, lo harán una vez más a su manera: el S60 TC1 llevará un motor derivado de uno de serie en lugar de uno totalmente de competición.
Fotos | Polestar y Jalopnik