El Lancia Rally, más conocido como Lancia 037, es una leyenda del campeonato del mundo de rallyes y del automovilismo. El coche que inició la unión de Lancia con Martini y uno de los primeros grandes coches del añorado grupo B. Se trata de un coche que obtuvo seis victorias a lo largo de los cinco años en los que compitió por los tramos de todo el mundo… antes de hacer una sorprendente aparición en la tercera cita del JGTC -campeonago japonés de GT- de 1994.
Así empieza la historia de un coche que acabó compitiendo donde no le tocaba hacerlo. Ocho años después de su última participación competitiva en el mundial de rallyes -Lancia lo utilizó para los pilotos del equipo oficial en el Rally Safari de 1986-, el equipo Rosso Competition inscribió una unidad ex-mundial de rallyes en la tercera cita del campeonato japonés de GT.
La de 1994 es la primera edición considerada «completa» del JGTC, hoy en día conocido como Super GT. La tercera ronda del campeonato se disputó en un escenario de leyenda, el Fuji Speedway aún con su configuración tradicional, la usada por la Fórmula 1 en los años 70 con solo algunos cambios con el objetivo de reducir la tremenda velocidad media que los coches modernos podrían alcanzar.
Rosso Competition eligió para la extraña misión de competir con un coche del mundial de rallyes con casi una década de rodaje al reconocido piloto japonés Naohiro Furuya. Con años de experiencia en monoplazas en Europa -sobre todo en Italia- y en su Japón natal, para Furuya esta carrera supuso su debut en las competiciones de este tipo en lo que se trataba de una historia singular.
La máquina, conocida de sobras por todos; un Lancia 037 Evo 2 con ruedas del tamaño máximo que la carrocería admitía con el objetivo de mejorar el rendimiento en un circuito. Más allá de eso y de unas aperturas para ayudar a la refrigeración del motor -a fin de cuentas, el coche no estaba preparado para largos periodos de tiempo con el motor al máximo-, el coche era prácticamente igual al que se había podido ver en el mundial de rallyes.
Evidentemente, hubo que aplicar unos reglajes completamente distintos a los que originalmente usó en su anterior experiencia en las carreras, puesto que los tramos de cualquier rally del mundial no podían parecerse menos al circuito de Fuji. El resultado, tan desastroso como curioso; penúltima posición en la sesión clasificatoria gracias a los problemas de uno de los Nissan rivales y una duodécima posición final en carrera.
El Lancia 037, que pertenecía a la clase GT1, terminó la carrera a siete vueltas del vencedor y por delante de cuatro coches, todos ellos con problemas en algún momento de la carrera. Sus registros estaban a más de diez segundos por vuelta del siguiente coche más lento, lo que demuestra lo fuera de lugar que estaba el coche. Poco más que una chicane móvil, se trata de una historia extravagante y desconocida, lo cual es casi una tradición dentro del automovilismo nipón.
El coche tenía previsto participar en los 1000km de Suzuka del mismo año pero sin llegar a retirar la inscripción, el equipo no llegó al circuito. Presumiblemente, alguien se dio cuenta de que no tenía ningún sentido y que aquello era un gasto sin sentido. Se terminó así la historia en las carreras del famoso y aclamado Lancia 037. Muy lejos en un circuito de lo que cuenta aquella historia del Lancia Delta S4 rodando a ritmo de Fórmula 1 en Estoril…
Como epílogo, el Lancia 037 -aunque otro chasis distinto- tuvo una nueva aparición en el mundo de las carreras en 1999, cuando Jari Kämäräinen lo inscribió en una carrera en Alastaro en su Finlandia natal. con un motor rotativo de Mazda, el emblemático modelo de la firma italiana tuvo una última -a la par que extraña- participación en el mundo de las carreras. ¡Qué dura es la vida de leyenda de los rallyes!