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La historia de la semana: Toyota Supra HV-R, el primer híbrido ganador

A lo largo de la historia del automovilismo, ha habido cambios de mayor y menor importancia pero uno de los puntos clave de las carreras llegó junto al uso de la electricidad en los vehículos. Aunque los coches eléctricos habían sido populares a principios del siglo pasado, no fue hasta cien años más tarde, cuando la electricidad ha empezado a usarse para propulsar las máquinas. Tanto la Fórmula 1 como el WEC en su categoría superior son hoy en día híbridas y la Fórmula E tuvo una primera temporada exitosa con coches completamente eléctricos. Pero el primero de todos ellos fue el Toyota Supra HV-R, al conseguir un histórico triunfo en las 24 horas de Tokachi en 2007.

A lo largo de los primeros años del nuevo milenio, poco a poco fue quedando claro que el Toyota Supra se estaba quedando anticuado para el Super GT. Con la producción del famoso modelo finalizando en 2002, era cuestión de tiempo que su participación en el campeonato más seguido en tierras niponas tocara a su fin. Aunque en 2005 aún se consiguió un inesperado título en la categoría de GT500, el coche había llegado al final de su vida útil y de cara a 2006, Toyota reemplazó al Supra con el Lexus SC430.

Hubo un equipo que se resistió al cambio con un vetusto Supra en funcionamiento pero los resultados no fueron nada destacados. En su mejor carrera, apenas se llegó a un noveno puesto, gracias en parte a la normativa de lastres que les aseguró una segunda mitad de temporada en los puntos aunque siempre en posiciones retrasadas. Era el fin de una época pero a su vez, Toyota se encargó a través de esa filosofía tan japonesa que el principio de la nueva era fuera también de la mano del legendario modelo.

Toyota es una de las marcas pioneras en tecnología híbrida -el Prius era ya entonces popular tanto dentro como fuera de Japón- y llevaba años planteando la idea de un coche de carreras híbrido. El momento llegó de cara a 2007 y junto a Denso y el equipo Sard, empezaron a preparar la bestia que tenía que revolucionar el mundo de las carreras. ¿La base para ese coche? Nada más y nada menos que el ya histórico Toyota Supra que había competido en la categoría GT500 del Super GT.

El nuevo Supra partía de la base del coche del GT500 y por lo tanto contaba con el conocido motor UZ-FE, el mismo que aún montaban los nuevos Lexus SC430 que compitieron en el Super GT hasta 2013. El híbrido tenía que complementar los 480 caballos de potencia que daba el motor de combustión y gracias a los más de 200 caballos que entregaba el motor eléctrico que iba situado sobre el eje trasero junto a unos minúsculos motores integrados en cada una de las ruedas delanteras -¡13 caballos cada uno!-, el coche estaba listo para luchar.

La combinación daba unos monstruosos más de 700 caballos con tracción a las cuatro ruedas. En Toyota se tomó la decisión de competir en las 24 horas de Tokachi, la prueba estrella de la Super Taikyu, campeonato de resistencia japonés. Conocedores de la permisividad de las normativas, Toyota se puso manos a la obra y redujo el peso del coche tanto como les fue posible con el objetivo de que el impacto de los nuevos motores eléctricos fuera lo menor posible. Al final se consiguió y el Toyota Supra HV-R se quedó en 1080kg, el mismo peso que la versión original del Super GT.

Los pilotos elegidos fueron una ecléctica mezcla de hombres de la marca y pilotos acostumbrados a pilotar el Toyota Supra del Super GT; André Couto, Tatsuya Kataoka, Akira Iida y Takayuki Kinoshita fueron los pilotos que llevaron al Toyota Supra HV-R número 39 a dominar la tercera cita de la Super Taikyu en Tokachi. El coche se comportó a la perfección y durante toda la carrera -una cita que contó con una buena cantidad de lluvia- evitó los problemas técnicos.

La victoria llegó con 616 vueltas, aventajando al segundo clasificado por 19 giros. Había sido una demostración de poderío aunque hubo quien aseguró que la victoria estaba cantada desde el momento de la salida por la falta de competidores reales para el Toyota. En efecto, se trataba de un coche derivado de la clase GT500 del Super GT que competía contra modelos equivalentes a los de la clase GT300 pero con menos preparación. Si no había problemas técnicos, la victoria tenía que ser suya.

Sea como fuere, Toyota hizo historia al aventurarse en el apasionante pero a menudo excesivamente complejo -para preparadores y equipos con menos recursos que una marca de coches de calle- mundo de los vehículos híbridos. Desde entonces, gradualmente estos fueron escalando posiciones hasta encontrarse como ganadores de las 24 horas de Le Mans gracias al Audi R18 e-tron en 2012, tan solo cinco años después de la primera victoria de un híbrido. Una victoria que llegó, como no, tras 24 horas de esfuerzos.

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