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¿Puede la ausencia de televisión en abierto ser buena?

La Fórmula 1 no podrá verse en abierto en España en 2016. Drama, desesperación, lloros, depresión. La vida no tiene sentido. Es innegable que la pérdida de la Fórmula 1 en canales que no sean de pago es un desastre a muchos niveles. Ante todo, muchísimos aficionados españoles se van a quedar sin ver carreras -por lo menos, de forma legal- y con menos espectadores contados, los patrocinadores españoles difícilmente van a interesarse por ayudar a los pilotos de casa, puesto que no van a recibir la exposición que recibirían si aparecieran en televisión. Un problema a muchos niveles pero ¿es posible que la ausencia de televisión en abierto pueda traer algo bueno?

Lo intuitivo es decir que no. A fin de cuentas, nos quedamos sin ver las carreras sin tener que rascarnos los bolsillos y como se suele decir, no está el horno para bollos. Cuando muchas familias lo pasan mal para llegar a final de mes, pagar por algo tan «superficial» como es la Fórmula 1 parece una absoluta imprudencia. Contra eso no hay apenas argumento esgrimible. Sí, se puede defender aquello de la calidad, del dinero que hay que pagar para que la retransmisión llegue a los televisores -y que hay que pagarlo de alguna forma- pero el resultado final es que la gente se queda sin carreras.

A lo largo de los últimos trece años -doce con Antonio Lobato y su equipo- hemos disfrutado de la Fórmula 1 en abierto en todo el territorio español. Ha sido más de una década de cobertura televisiva cuyo detalle ha ido in crescendo a medida que aumentaba la popularidad de Fernando Alonso. El asturiano era cada vez más una figura reconocida en España y con su popularidad por las nubes, las audiencias eran cada vez mayores, lo que justificaba el esfuerzo que primero TVE, luego Tele 5, La Sexta y finalmente Antena 3 estaban dispuestas a hacer.

Pero el mismo motivo que hizo que tuviéramos Fórmula 1 en abierto es también el que hace que dichas retransmisiones se quedaran cortas en lo que a objetividad se refiere. Se puede cuestionar que ciertos contenidos tuvieran más o menos sentido en el marco de la Fórmula 1 -¿explicación en una piscina sobre cómo salir de un coche que se hunde en el agua? Interesante pero muy poco relevante-, así como la falta de detalle en cuanto a algunos temas se trataba. A fin de cuentas, todo eso podría ser visto como la manera de atraer al público más casual, que es el que genera el mayor movimiento. Pero lo que es incuestionable e indudable es la falta de parcialidad.

Seguro que algunos estarán recordando que en el fútbol se retransmite así. La prensa regional o autonómica apoya a los equipos de la zona cuando juegan los partidos de la liga española y apoya a los españoles en general cuando juegan en Europa. Lo mismo con la Eurocopa o el Mundial de fútbol… con una diferencia. En este último caso, los combinados están representando a su país y tiene un cierto sentido jugar con el sentimiento patriótico de los espectadores. En la Fórmula 1, cada piloto representa sus intereses personales y en todo caso, los de su equipo. El trofeo no se lo lleva la RFEdA, se lo lleva Fernando Alonso.

Se puede entender que los aficionados españoles se sientan más próximos a Alonso que a otros pilotos por aquello de compartir una cultura -me resisto a pensar que una mera bandera y unas fronteras casi arbitrarias sean tan importantes- pero la prensa cae en el sensacionalismo con tal de vender al héroe nacional. Que nadie se equivoque; no lo hacen por amor al arte ni al deporte y ni siquiera por simpatía hacia el piloto -algún caso hay- o por la gloria de su país. En la gran mayoría de casos en televisión, radio y prensa escrita, se ensalza al español porque eso es lo que la gente quiere oir. Eso es lo que genera más movimiento. Y ese movimiento se traduce en lectores/oyentes/espectadores, lo que significa más dinero. «Alonso no gana por culpa de esto o lo otro pero es el mejor» vende mucho más que «Alonso no ha sido el mejor este año, otro piloto ha sido más rápido».

Fernando Alonso Monza Cámara Podio

Ahí es donde entra en juego la «Alonsovisión» que desde varios sectores de la prensa se ha intentado vender durante estos últimos años. En televisión, se ha menospreciado a los rivales, se han producido faltas de educación públicas que serían reprendibles incluso en un mero aficionado, se ha dado información sesgada y se ha mostrado una Fórmula 1 que sin ser necesariamente falsa, ha visto su luz filtrada por un prisma de color rojo y amarillo. El problema es que la mayor parte de los aficionados españoles no son expertos en la Fórmula 1. No leen tanta prensa como para filtrar aquello que es cierto y aquello que no. Se fían de la profesionalidad de la prensa de su país y toman sus palabras a pie juntillas.

La televisión en abierto nos ha traído la Fórmula 1 con muy poco esfuerzo a nuestras casas pero sin entrar en la calidad de las retransmisiones, el pueblo español ha sido víctima de las intenciones «poco honestas» de esta. La televisión de pago no es la panacea, ni mucho menos. Desafortunadamente, buscar el dinero para pagar el producto de Movistar+ va a ser complicado para muchos, sino imposible. Pero hay algo bueno en todo ello. Habrá muchos espectadores que, picados por el bichito de la Fórmula 1, van a hacer esfuerzos para poder disfrutar de su competición automovilística favorita en televisión. Y sus esfuerzos van a verse recompensados. ¿El motivo? La rigurosidad, independientemente de las nacionalidades.

Movistar F1 puede tener muchas cosas y no seré yo quien afirme que su retransmisión es perfecta -ni la internacionalmente admirada Sky Sports F1 lo es- pero el punto más importante lo tienen muy claro. Hay que ser rigurosos y fieles a la verdad. O por lo menos, a la verdad que ellos como equipo pueden descubrir. Nos podremos olvidar de los complots secretos para sacar a Alonso de pista -Suzuka 2012- o para impedir que gane el título por alguna oscura razón -Interlagos 2012-. Podremos empezar a asumir y entender que la Fórmula 1 es un deporte ultra competitivo e increiblemente difícil donde el rendimiento del piloto es solo una pieza más en la maquinaria.

Y ser el piloto con más manos no hace que uno merezca más ganar. Alguien dijo que en las carreras solo importa el ganar, no el cómo -presuponemos que por lo menos, hay que hacerlo dentro del marco de la legalidad-. Hay que ser inteligente, avispado, hábil, carismático -con los mecánicos, trabajadores y miembros del equipo, no solo con los aficionados y la prensa-. Hay que conseguir sacarle el máximo provecho no solo del coche sino también del entorno. Motivar a los trabajadores del equipo para que puedan dar el máximo. Y dar buen «feedback» técnico, algo que muchos suelen olvidar. A Fernando Alonso le han faltado algunos de esos elementos, aunque luego en pista sea un auténtico «killer».

Y no hay nada de malo en ello. En todo caso, nos descubre a un piloto que más allá de subirse a un monoplaza y realizar gestas heróicas, es un ser humano con defectos. Es un chaval que consiguió cumplir su sueño y que llegó a ser bicampeón del mundo a pesar de no ser perfecto. Porque sus virtudes fueron suficientes como para imponerse a esos defectos que muy probablemente le hayan impedido ganar más -eso y algo de suerte, para qué lo vamos a negar; aunque la suerte es algo que acaba afectando a todo el mundo, también en los años buenos-. No habrá que escuchar que Fernando Alonso está siendo víctima de nada y pasarnos un año entero quejándonos, enfadados porque alguien «nos quiere hacer daño» -aunque en realidad eso solo afectara al implicado… en caso de que fuera verdad-.

Podremos disfrutar de una Fórmula 1 que sigue siendo apasionante, con o sin Fernando Alonso en ella. Por ahora aún está al pie del cañón, listo para un año que debe ser de recuperación. Tendremos también a Carlos Sainz, un joven prometedor que si el año que viene sigue mejorando, podría terminar en uno de los equipos grandes. Quien sabe de lo que sería capaz entonces. Y en 2015 hemos tenido también a Roberto Merhi, piloto que llegó a la categoría reina por talento y no por dinero. En España hay cosas buenas de sobras; no hay que transformar la información para convertir a los pilotos españoles en héroes. Se puede disfrutar de la Fórmula 1 real. En 2016 tendremos la oportunidad de hacerlo en televisión puesto que no habrá ningún equipo que nos intente lavar el cerebro. Tampoco hay que tratarles de demonios; es su trabajo. Pero la naturaleza de la televisión de pago hace que esto sea posible.

Puede que en el futuro la televisión en abierto vuelva. Puede que entonces volvamos a tener los mismos problemas que en los últimos años. Y puede que la prensa escrita siga exactamente igual como hasta ahora. Pero mientras tengamos la oportunidad de compartir experiencias en un medio que no va a contar medias verdades con el objetivo de alterar la opinión pública, vale la pena por lo menos darle una oportunidad. La Fórmula 1 en abierto se ha terminado en 2015 y eso es algo que no podemos cambiar. Pero sí podemos aprovecharnos de lo que nos vendrá en 2016. Nos gusta la Fórmula 1 y alguien está dispuesto a darla con la misma pasión que tienen los aficionados. Subamos el nivel de cultura automovilística. Saldremos ganando a largo plazo.

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