Robando la frase de Jack y, a su vez, robando la frase que usa Ron Dennis, una temporada tan desastrosa en lo deportivo como este 2015 provoca que Fernando Alonso salga por peteneras cada vez que surge un contratiempo con el monoplaza de Woking. Durante esta temporada hemos visto muchas actuaciones de Alonso que han sido más o menos mediáticas con un punto álgido del año: el Gran Premio de Brasil. Y es que si no hay chicha al volante, Fernando Alonso se aburre.
¿Chico bueno, chico malo, o bromista?
Dicen los que le conocen de cerca que Fernando Alonso es muy bromista: le gusta el humor y gasta bromas sin parar. Quizá no sea tan exagerada a cosa, pero lo cierto es que en reportajes a lo largo de estos años lo hemos visto hacer trucos de magia, jugar a mini basket, incluso gastar bromas a Lobato. Siempre que no esté concentrado a tope, o que las cosas marchen bien, Alonso se muestra juguetón.
De hecho, si nos creemos las declaraciones de Ron Dennis, cuando vio a su piloto tomando el sol y poniendo caras a los fotógrafos en Brasil, le dio la risa (en la manera en que a Ron Dennis le puede dar la risa, es decir, con exquisita cortesía y elegancia británica – *broma*). «Siempre trabajando y nada de diversión hacen de Jack un chico aburrido. No hay nada malo en un poco de humor.»
Cuando las cosas van mal, que no es poco frecuente en el pasado reciente, vemos otra cara del asturiano. Si la prensa elucubra demasiado, si se propagan rumores falsos (que no hayan salido de su entorno, puntualizo) o en momentos de frustración absoluta, a Alonso se le achaca un mal carácter que se ha utilizado en varias ocasiones para fines diferentes al deportivo (léase el caso Marchionne). El momento «motor de GP2» en pleno Japón causó furor entre los aficionados y fue todo un evento mediático (del que nosotros sacamos también algo deportivo con posiciones a favor y en contra).
Esta temporada hemos visto al mejor Alonso en pocas ocasiones porque el coche no lo ha permitido, y hemos tenido tiempo de sobra de escuchar declaraciones afiladas, rajadas por la radio, opciones de año sabático desmentidas, pero luego reconocidas, incluso enfados sin tapujos. Pero sobre todo, este año comprobamos que, efectivamente, ese año de aprendizaje que se dijo al inicio fue real.
De esperar algún podium y luchar por algo,… a dar gracias por 27 puntos
No voy a tergiversar las cosas porque está la hemeroteca para confirmar cualquier dato: desde el inicio se dijo que 2015 iba a ser un año de test. Si nos hubiésemos tomado esto al pie de la letra, si fuésemos capaces de hacerlo, habríamos sufrido menos viendo cómo dos campeones del mundo hacían, lisa y llanamente, el ridículo por las pistas. Porque, seamos francos: no nos creímos nada de eso y por eso sentíamos el ridículo.
Se habló de luchar por los puntos y de aspirar a algún podium (lo de las victorias sigo creyendo que es fruto de alguna borrachera mental, y en parte a cierta interpretación libre de las declaraciones, pero no tengo pruebas), pero la realidad fue diferente, aunque muy fiel a la idea inicial: año de tests. Debimos haberlo creído a pies juntillas, pero nos resistimos.
Lo que viene ahora, 2016, es decisivo. La próxima temporada ya no es un año de tests: no puede serlo. Aunque se habló del año sabático de Fernando Alonso, y se habló de que si el coche no era competitivo el español estaría dispuesto a hacer «otro 2015», no me lo creo. No es posible pasar dos años en la cola destacados (salvo por Manor) y mantener la esperanza, luchar y estar motivado.
O eso quiero creer, porque yo no sería capaz. Pero yo no soy un piloto de Fórmula 1.