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Dakar 2016: La tercera juventud de Carlos Sainz

Muchas veces se dice que la edad es un estado mental y que a pesar de que los años no pasan en balde, las personas más positiva suelen afrontar mejor el inevitable paso del tiempo. Si podemos encontrar un ejemplo en cuanto a solidez, empeño, ambición, compromiso y competitividad dentro del automovilismo, ese es sin duda Carlos Sainz, que a sus 53 años de edad está pasando por su tercera juventud deportiva.

Si descontamos los 14 minutos y medio que perdió en la segunda etapa por problemas eléctricos del motor y el pinchazo sufrido en la cuarta (donde también se dejó casi tres minutos, además de la etapa prólogo donde se dejó unos segundos al perder el capó en un vado), ahora mismo el madrileño iría líder una vez más del Dakar y posiblemente en vez de contar con tres victorias de etapa para Sébastien Loeb, sería Carlos Sainz el que sumaría dos más a su palmarés, igualando a Jacky Ickx como el tercer participante en coches con más triunfos parciales, 29.

Los dos títulos de campeón del WRC en la década de los noventa, acabar su carrera dentro del Mundial de Rallyes peleando por triunfos y siendo posiblemente el piloto de su generación que terminó en mejor forma, (y ganando). Sin apenas tiempo en la reserva, en 2005 Sainz decidía seguir el mismo camino de Vatanen, Kankkunen o McRae y apuntarse al Rally Dakar, una carrera que sin duda le enganchó y mantuvo vivo su espíritu competitivo durante la última década, con dos punto álgidos, el triunfo en la Copa del Mundo FIA de Rallyes Cross-Country en 2007 y la victoria en el segundo Dakar sudamericano.

La salida de Volkswagen dejaba la duda de si Sainz seguiría siendo competitivo tras un año parado y con una estructura no oficial, pero lo cierto es que el que tuvo, retuvo. Sainz fue capaz de conseguir hasta tres victorias de etapa con los buggies de Jefferies (hechos por encargo de Nasser Al-Attiyah) y el de SMG. Dos 4×2 que no eran el súmmum del rendimiento pero que el propio Sainz hizo correr durante dos ediciones antes de meterse de lleno en el proyecto con Peugeot Sport, algo que demostró lo difícil que es construir un coche de estas características que sea capaz de plantar cara a los tracción total.

Tras el decepcionante 2015, donde el 2008 DKR demostraba estar verde, el trabajo realizado durante todo el año fue vital, construyendo un buggy completamente nuevo con un concepto 100% distinto. El tiempo les dio la razón, y a pesar de que no las tienen todas consigo en cuestión de fiabilidad, han sido capaces de anotarse todos los triunfos de etapa posibles demostrando una mayor velocidad que el dominador de los últimos años, el MINI de X-Raid.

Aquí es donde entra de nuevo Sainz. Tras una temporada en la que tuvo que parar casi medio año por la lesión del talón de Aquiles (por tanto no pudo participar en el desarrollo del coche, ni pilotar para mantener el ritmo), con 53 años y teniendo frente a él pilotos de la talla de Peterhansel y Loeb, Carlos ha demostrado estar en un momento de forma completamente envidiable. Su sonrisa después de la remontada de la cuarta etapa, en la que fue capaz de neutralizar casi dos minutos de desventaja con Loeb, sus declaraciones ayer admitiendo que no estaba atacando o el ser sabedor de que sería líder de no ser por el problema eléctrico, nos dejan ver que ‘el matador’ está disfrutando más que nunca.

El ritmo demostrado por la pareja española les ha permitido hacer todas las etapas a la contra, con unos finales de etapa estratosféricos en los que el Peugeot 2008 DKR16 #303 siempre era el más rápido. Ayer ya se empezó a ver la principal diferencia entre Peterhansel y el dúo de pilotos venidos del WRC formado por el propio Sainz y Loeb: la capacidad de hacer todos y cada uno de los días al máximo, como si de una etapa del WRC de 100 kilómetros se tratara. La principal ventaja a favor de Carlos es la experiencia y un copiloto mucho más fogueado en el tema de la navegación como Lucas Cruz, el cual ya sacó de otros apuros al bicampeón del WRC en el pasado. Veremos cómo evoluciona la carrera, con todavía muchos días por delante, pero esos 13 minutos y medio entre el primero y el tercero no reflejan la verdadera situación actual del Dakar 2016.

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Iván Fernández

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