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La historia de la semana: Keiko Ihara, de chica de parrilla a piloto profesional

Desde que existen las carreras de coches, existe el debate sobre las mujeres en el automovilismo. A lo largo de la historia, ha habido casos muy distintos sobre chicas piloto que han llegado a competir al más alto nivel con distintos niveles de éxito. Desde Maria Teresa de Filippis en los años 50 hasta las actuales Danica Patrick o Carmen Jordá entre otras. Pero una de las historias más curiosas es la de Keiko Ihara, una chica japonesa que pasó de «Race Queen» -la versión japonesa de las grid girls- a piloto profesional.

Con poco más de veinte años, Ihara empezó su carrera como grid girl para promocionar las marcas con presencia en las carreras. Con algunos años de experiencia, fue participando en eventos con cada vez más repercusión hasta que llegó a ser chica de parrilla del equipo Benetton de Fórmula 1 en el Gran Premio de Japón tras pasar unos procesos de selección de más de cinco mil candidatas. En un momento dado, en Japón era considerada como una de las chicas más populares en los paddocks de los circuitos.

A lo largo de los años y siendo una presencia cada vez más reconocida en el paddock -las «Race Queens» en Japón son toda una institución aún hoy en día-, Ihara fue quedando enamorada del mundo de las carreras. La joven no tenía entonces carné de conducir y en 1998 a sus 25 años se lo sacó con un objetivo en mente: llegar a ser piloto de carreras. Durante ese año, empezó a prepararse para poder competir a partir de la temporada 1999 en la Ferrari Challenge, campeonato para el que ya había trabajado en su anterior profesión.

Tras años de ver los toros desde la barrera, Ihara quedó prendada de la energía del mundo de la competición. Antes de competir en la Ferrari Challenge, Ihara acudió a la escuela de pilotaje de Jim Russell, donde aprendió a pilotar. La decisión estaba tomada y en su primer año en competición, destacó con tres pole position, tres victorias y un papel que la convenció a seguir adelante con su carrera deportiva. El siguiente paso fue viajar a Europa, con un primer año en la Fórmula Renault 2.0 en el Reino Unido.

Aunque los resultados no fueron muy destacados y no consiguió puntuar en ninguna ocasión, el aprendizaje fue positivo y en 2001 pasó al campeonato francés de Fórmula 3 con el apoyo de ARTA -Autobacs Racing Team Aguri- y enrolada en el equipo Signature. A bordo de un Dallara F399, la nipona tuvo un año de debut decente, puntuando en varias ocasiones. Pero sin dinero para repetir en 2002 a tiempo completo, volvió a Asia y tomó parte en la Fórmula 2000 Asia, compitiendo además en la cita final de Macao, donde llegó en tercera posición.

Rindiendo mejor en su continente, en 2003 compitió en la primera edición de la Fórmula BMW Asia, donde finalizó en tercera posición mientras el ganador, Ho-Pin Tung, se llevó un test con Williams en la Fórmula 1 como premio por ganar. Paralelamente, compitió en varias carreras en el Super GT con BMW aunque con resultados poco competitivos. Por su pilotaje, se adaptaba más a los monoplazas, lo que la llevó a tomar la decisión de volver a Japón para tomar parte en la Fórmula Dream Japan en 2004 antes de realizar el mayor salto de su carrera deportiva.

En 2005, Keiko Ihara pasó a competir en el campeonato británico de Fórmula 3 con el equipo Carlin pero no llegó a destacar a pesar de alguna buena carrera puntual a lo largo de dos temporadas en las que terminó en decimoséptima posición final, con una participación poco exitosa en el Masters de Fórmula 3 de Zandvoort. Con varios años de experiencia, el único camino era subirse a un coche de mayor cilindrada e Ihara llegó a realizar un test en la Fórmula 3000 italiana en 2007 pero no llegó a tomar parte en el certamen.

En 2008 Ihara tomó un descanso para volver a Japón, donde se casó. Pero el mundo de las carreras engancha y en 2009 volvía a estar en activo y compitió en la Fórmula Le Mans en lo que era el inicio de un cambio en su carrera deportiva. A sus 36 años, los monoplazas estaban fuera de su alcance pero el mundo de la resistencia era una salida a considerar. Inicialmente le costó encontrar un volante pero tras dos años de espera, consiguió un lugar en el equipo Gulf Racing Middle East en LMP2, con quien estuvo en el WEC en 2012 y 2013 aunque sin ver la bandera de cuadros en las 24 horas de Le Mans.

No fue hasta 2014, cuando al volante de un coche de Larbre Compétition llegó en décimocuarta posición, novena en LMP2. También el año pasado tomó parte en dos carreras de la European Le Mans Series y una en la Asian Le Mans Series, donde sumó su última victoria en competición antes de tomarse un respiro de las carreras en 2015. Pronto volvería a competir y a día de hoy sigue en activo en carreras ocasionales de resistencia. Además, es embajadora asiática de las mujeres en el mundo de las carreras, una tarea que le va como anillo al dedo y en la que puede utilizar su carisma junto a su conocimiento del auomovilismo. Un caso singular pero todo un ejemplo que demuestra que lo importante en las carreras no es lucir palmito sino trabajar para ir lo más rápido posible.

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