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Sébastien Loeb y Daniel Elena: a la octava llegó el error de los novatos

Estamos tan poco acostumbrados a ver fallar a Sébastien Loeb y Daniel Elena dentro de un coche, que cada vez que ocurre esto, muchos se ven tan sorprendidos que caen en la injusticia de criticar a la pareja nueve veces Campeona del WRC y capaz de ganar tres victorias de etapa y ser líderes durante la primera semana de su debut en el Dakar. Y todo ello teniendo frente a ellos ni más ni menos que a un 11 veces ganador de la prueba, a un Sainz en uno de sus mejores momentos de forma y de competitividad de la última década y a otras parejas mucho más fogueadas en esta disciplina como las de Nasser Al-Attiyah, Giniel De Villiers o Nani Roma con sus respectivos copilotos.

Incluso, Mikko Hirvonen, también novato, con dos raids a sus espaldas (Baja Aragón y Rallye du Maroc) y acompañado por su experimentado copiloto Michel Perin contaba con muchos más kilómetros y tablas que el alsaciano. Sébastien se mostró fijo en su decisión. Quería empezar una nueva aventura y lo quiso hacer con un copiloto que le acompaña desde sus victorias en el nacional galo, el mismo que le sujetaba el volante mientras se ataba el casco y aceleraba casi a fondo el Saxo Kit Car. Una persona en la que confía más que en nadie, tanto en lo profesional como en la amistad que los une desde hace años.

Eso lo entendió perfectamente Peugeot Sport, que incluso tenía preparado otro copiloto con mayor experiencia en raids por si Elena se decidía ‘rajar’ o si Loeb cambiaba de idea. Famin no puso pegas y lo cierto es que se ha demostrado que no estaban equivocados. Tras el discreto resultado de la etapa prólogo, superado incluso por Mikko Hirvonen, Loeb y Elena se quitaban el miedo inicial a golpe de victoria de etapa. Esas dos victorias y el liderato de la prueba, con el consiguiente redito publicitario, justificaban completamente la participación de la ex-pareja del WRC en el Dakar de forma tan precipitada y sin apenas kilómetros sobre la arena del desierto.

Sabiendo cómo es Loeb, incluso con un copiloto que no conociera de nada hubiera sido capaz de ser competitivo, pero el hacerlo con Elena le dio ese plus de confianza necesario como para lanzarse al ataque desde el primer metro y plantar cara a dos monstruos del Dakar y del automovilismo como lo son Peterhansel y Sainz. Ninguno de ellos se iba a andar con miramientos o cortesías con los novatos. No las tuvieron, ni las tienen con Despres, el cual también merece un gran respeto por su palmarés y por afrontar el cambio de las 2 a las 4 ruedas con dignidad y trabajo, tampoco la iban a tener con Loeb. Si había que darle un severo correctivo lo harían con el único fin de alzarse con la victoria final.

La pareja formada por el alsaciano y el monegasco no sólo fue flor de un día, sino que consiguió finalizar la primera semana líder, incluso después de experimentar problemas con un acelerador bloqueado y algún pinchazo que otro. Llegó la octava etapa y con ella el más que lógico accidente cuando se rozan a estas velocidad, medias por encima de los 100 km/h entre pistas montañosas, zonas de fesh-fesh, hierba de camello y dunas reblandecidas por las intensas lluvias de las últimas semanas. Hoy además, estando en la lucha directa con Peterhansel, referencia visual incluida, por recuperar algo del tiempo cedido tras quedarse enganchado.

Un doble error del que seguro que Loeb y Elena sacarán muchas lecturas (quedarse atascado en la arena con un 4×2 incluso se podría considerar como normal) y se prepararán para no volver a cometerlo en 2017. Un error que es habitual en el Dakar, sobre todo al pasar muchos kilómetros con el acelerador a fondo, debido a la dificultad para encontrar la velocidad adecuada para zona o los mayores peligros. Son errores que hasta Carlos Sainz ha cometido recientemente, con toda la experiencia obtenida durante sus 53 años (casi 30 compitiendo al primer nivel internacional) y con copilotos de la talla de Lucas Cruz o Timo Göttschalk, o que incluso, el señor Rafa Tibau, uno de los comentaristas de Teledeporte y uno de los primeros que se ha atrevido a lanzar la piedra a Loeb por tomar la decisión de llevar a Elena (tildándolo incluso de soberbia) ya cometió en el pasado.

No creo ni tan siquiera que haya que defender a una pareja que tiene 9 títulos del WRC y 78 victorias a sus espaldas, o a un Loeb que ha ganado en todo aquello que se ha propuesto, desde la Subida a Pikes Peak, al WTCC pasando incluso por el RallyCross o sin ir más lejos… el Dakar. Algo a lo que sólo superclases como Elena y Seb están destinados. Tampoco creo que sea necesario defender la decisión de Loeb de llevarse a su copiloto de toda la vida junto a él. A partir de ahora se presenta otra carrera para ellos, en la que seguir aprendiendo y en la que con mayor libertad poder incluso seguir aumentando su casillero de victorias parciales.

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Iván Fernández

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