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La historia de la semana: Jonathan Palmer o cuando el compañerismo va más allá

Las carreras deportivas de Jacques Laffite y Jonathan Palmer no podrían ser más distintas. Mientras el francés dedicó prácticamente toda su exitosa carrera deportiva a Ligier en la Fórmula 1 con algunas participaciones en carreras de resistencia, Palmer compitió para varias escuadras en la categoría reina sin demasiado éxito, destacando más en el mundo de la resistencia. Dos hombres de dos países históricamente enfrentados cuyos destinos se cruzaron en el Gran Premio de Gran Bretaña de 1986, en Brands Hatch.

La historia que une a estos dos pilotos no es una historia de héroes ni de una vida salvada por serendipia. Tampoco es espectacular ni les relaciona para siempre pero sí que sirve para descubrir una época distinta en el mundo de las carreras en la que los pilotos eran más cercanos los unos con los otros. Una época en la que ayudar a un compañero piloto pasaba por delante de cualquier otra cosa. Incluso por delante de las propias carreras en las que estuvieran tomando parte. Pero sobre todo, demuestra que los doctores no dejan de serlo nunca, ni siquiera aunque cambien de profesión.

Laffite y Palmer coincidieron por primera vez en la Fórmula 1 en el Gran Premio de Europa de 1983, irónicamente también en Brands Hatch. Allí, Jonathan Palmer realizaba su debut en la Fórmula 1 tras ser campeón europeo de Fórmula 2. Lo hacía con un tercer Williams y como compañero de equipo de Jacques Laffite, que estaba cerca de completar su primera temporada en el equipo británico. El veterano piloto francés había visto más potencial en Williams que en Ligier y había tomado el riesgo de cambiar de equipo pero los resultados no estaban acompañando.

El motor Cosworth del Williams no ayudaba contra los poderosos motores turbo pero Keke Rosberg le estaba dando todo un repaso. La evidencia del flojo rendimiento de Laffite llegó cuando en Brands Hatch no consiguió clasificarse mientras Palmer lo hacía en vigésimo quinta posición. Era solo la penúltima que daba acceso a la parrilla de salida pero había batido a todo un ganador de grandes premios. Los dos pilotos no volvieron a coincidir en el mismo equipo aunque a partir del primer gran premio de 1984, Palmer pasó a competir a tiempo completo, encontrándose por lo tanto en pista.

Para cuando la Fórmula 1 llegó a Brands Hatch para el Gran Premio de Gran Bretaña de 1986, las fortunas de Laffite y Palmer habían vuelto a tomar caminos distintos. El primero había conseguido recuperar su velocidad y aunque no había vuelto a ganar una carrera, sí había conseguido subirse al podio en varias ocasiones tras volver a Ligier en 1985. Después del Gran Premio de Francia -octava cita de la temporada, marcando el ecuador- en el que Laffite había sido sexto, su posición en el campeonato era la misma.

El francés estaba apenas tres puntos por detrás de Keke Rosberg y a tan solo una victoria de distancia de Nelson Piquet. Por su parte, Palmer no había conseguido ni un solo punto. En 1984, había pilotado de forma solvente el RAM, lo que le había valido ser el primer piloto del nuevo equipo Zakspeed en 1985. La falta de fiabilidad había sido su punto débil y solo vio la línea de meta en una ocasión, en Mónaco. Las cosas habían mejorado en 1986 pero el coche seguía sin ser competitivo y Palmer empezaba a plantearse un cambio de aires.

En Brands Hatch se alinearon los astros… y lo hicieron de forma desagradable. Laffite llegaba a Gran Bretaña tras haber igualado el récord de 176 grandes premios disputados de Graham Hill y solo con tomar la salida el domingo, se convertiría en el hombre con más carreras de Fórmula 1 a sus espaldas. La sesión clasificatoria fue complicada para el Ligier-Renault número 26 y mientras René Arnoux era octavo, Laffite solo pudo clasificar en décimonovena posición. Por detrás, Jonathan Palmer con el Zakspeed se conformaba con la vigésimo segunda posición.

La salida fue caótica, con toques en la zona media y Stefan Johansson viró hacia la derecha en un intento desesperado de evitar el contacto. Desafortunadamente, en su lugar golpeó al coche de Jacques Laffite, que fue a parar contra el muro de frente. El golpe había sido a velocidad bastante elevada y el piloto no salía del coche. Mientras la carrera seguía -inicialmente- adelante, para sorpresa general hubo un piloto que paró su monoplaza al lado del accidentado Ligier. Jonathan Palmer salió corriendo de su coche y se convirtió en el primer doctor en asistir a Laffite. Palmer cursó los estudios de medicina y llegó a ejercer durante unos años antes de empezar su carrera como piloto de Fórmula Ford.

Su conocimiento fue crucial en los primeros momentos de asistencia a un Jacques Laffite cuyas piernas habían quedado destrozadas tras comprimirse el frontal de su coche contra el muro. Palmer supo reaccionar adecuadamente ante la desalentadora imagen del volante del Ligier empotrado en el cuerpo de su compañero. Se tardó 35 minutos en estabilizarle y liberarle del coche. Afortunadamente, pudo recuperarse de sus lesiones y volver a competir en turismos aunque su carrera en Fórmula 1 se terminó en Brands Hatch -y sin récord de grandes premios disputados por considerarse la primera salida una salida nula-. Pero lo que está claro es que la rápida asistencia de un doctor fue crucial, aún si este era un rival.

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