Hay veces en las que creo que, para que «el público» admire sin fisuras a un deportista, debe ganar y ganar, aplastar a sus rivales y atesorar récords, para luego retirarse sin fisuras: no debe dejar que cualquier dificultad le haga caer en desgracia del aficionado, que no dudará en colgarle un sambenito del cuello a la primera de cambio. Caer en desgracia en este nuestro país es tan fácil como encontrar un bar. Son tantas las veces que hemos intentado, en este o en otro medio, dar una idea de la altura global de Carlos Sainz que, sinceramente, no cabe un solo artículo más. Excepto, eso sí, el gran artículo de Borja Ortiz-Echagüe en El Confidencial.
Todo el mundo es objeto de crítica en España: Rafa Nadal, Álex Crivillé, Dani Pedrosa, Jorge Lorenzo, Fernando Alonso, Carlos Sainz… y no solo españoles, porque si no pensemos en las críticas a Sébastien Loeb este mismo Dakar, las críticas a nada menos que un nueve (9) veces campeón del mundo de rallyes de manera consecutiva, un hombre que ha ganado a todo lo que se ha propuesto competir.
Un hombre que, por otro lado, admira a Carlos Sainz y dice de él que en los tramos del Dakar similares a los de WRC, el madrileño no ha perdido un ápice de su velocidad, ¡a estas alturas!
Qué vergüenza me da vivir en un lugar en el que el chiste a costa de lo que algunos suponen como digno de mofa está tan vigente, tan de moda hoy en Twitter y Facebook sobre todo, pero omnipresente en medios como Marca o AS desde que el tiempo es tiempo. Qué pena me da escuchar a personas que no acumulan ni la millonésima parte de profesionalidad que la inmensa mayoría de deportistas profesionales de este país, hasta de los más pequeños, criticar con la boca llena desde las jugadas de sus equipos favoritos, hasta la falta de técnica de ese tenista excepcional y llegando al bochornoso chiste recurrente del «trata de arrancarlo».
Qué pena me da que tenga que salir todo un Borja Ortiz-Echagüe, mánager de Carlos Sainz Jr., amigo personal de Carlos Sainz, padre, a decir todo lo que ya sabemos de él, de su trayectoria, de cómo con 53 años solo piensa en volver a levantarse y luchar; de cómo su vida es un sueño para la inmensísima mayoría de los españoles gracias a su tesón, trabajo y sacrificios; de cómo Carlos Sainz no tiene necesidad alguna de pelear por nada, porque lo ha conseguido todo, y ha conseguido cosas que España no volverá a catar en al menos 10 años, sino más, y que ha hecho cosas que solo dos leyendas han hecho (Kanakkunen y Vatanen), y ahora ha conseguido él: ganar un mundial de rallyes y un Dakar. El próximo será Loeb, o Hirvonen, pero no un español.
Eso todo ya lo sabéis los que pasáis por aquí, yo siempre digo que tenemos la mayor suerte del mundo por tener una comunidad como vosotros, con conocimiento, con pasión, con memoria y con respeto por lo que contamos aquí y por las figuras que lo sustentan, que es lo que cuenta. Sé que este es el enésimo post de pataleta que leeréis por estos lares, pero también sé que en cierto modo, lo entenderéis.
Sin embargo, se me rompe el alma y mi cerebro no es capaz de procesar cómo es posible la mofa al mejor campeón del mundo que tenemos, por encima de Fernando Alonso en su dimensión deportiva, sin lugar a dudas. Cómo es posible que no nos demos cuenta de que un señor de 53 años está como un toro, por lo fuerte, y tiene la mirada que tenía hace ya más de 25 años, cuando se imponía a todo el mundo para tener el mejor material de cara a ganar su primer mundial de rallyes.
Solo un descerebrado, un inútil, una persona que se sabe incapaz de llegar a ser reconocida por alguien en lo que hace, puede reírse a mandíbula batiente cuando ve cómo el líder del Dakar ha de abandonar por la rotura de una pieza que, posiblemente, no es capaz de soportar la determinación de El Matador.
Ojalá tengamos la suerte de disfrutar de él y de sus victorias por muchos años más.
En Diariomotor Competición:
Dakar 2016: La tercera juventud de Carlos Sainz