Ah, la famosa Singapore Sling. ¿Acaso hay alguien que no eche de menos esa chicane del Marina Bay Street Circuit de Singapur? Lo tenía todo; entrada a alta velocidad, estrechez, pianos altos y un entorno espectacular. En apenas unos años, se convirtió seguramente en el punto más crítico del trazado, incluso más que la curva que pasa por debajo de una tribuna, en la zona del Bayfront. Además, contaba con un nombre muy adecuado, basado en un cóctel local. Y es que hacer bien un Singapore Sling es complicado, puesto que tiene tantos ingredientes como una buena Fórmula 1.
Primero está la ginebra, el «glamur» de la categoría reina. Un «glamur» que demasiado a menudo se ve rebajado con agua por y para aquellos que no entienden de Fórmula 1. Otro ingrediente es el rojo licor de cereza, porqué al final, ¿qué sería de esto sin Ferrari? El Cointreau y el Bénédictine nos dan el sabor sofisticado francés. ¡Qué poco faltó para quedarnos sin Renault! Pero vuelven de forma oficial en 2016 y lo hacen con el objetivo de ganar en tres años. Difícil pero de sueños también se vive.
También hay que añadir un poco de zumo de piña y de lima, porque lo natural siempre está bien, sea en las bebidas o en la Fórmula 1. Aunque nos gusta la alta tecnología y demás, queremos carreras de verdad, a pilotos genuinos y no robots comandados por equipos de relaciones públicas -aunque luego, como somos caprichosos humanos, critiquemos a quienes se comportan de forma que no aprobamos-. Añadimos un poco de Amargo de Angostura, que nos da ese punto «peleón» que a veces tiene el gran circo y finalmente le damos el toque de color con la granadina.
Y es que al final, para bien o para mal la Fórmula 1 es un producto para las grandes masas y en ocasiones acaba tirando de algo dulce y de color llamativo para convencer a la audiencia. El Singapore Sling tiene un marcado color rojo. Si alguien le echara colorante verde que no cambiara el sabor, probablemente sería igual de popular pero… ¿realmente haría falta? Si algo funciona, no lo cambies. Es una máxima peligrosa puesto que se corre el riesgo de caer en la monotonía. De ahí que la Fórmula 1 se reinvente tan a menudo -bueno, eso y el evitar los dominios de los equipos- pero el caso es que en tiempos recientes el deporte ha pecado de no tener del todo claro el camino.
Así será nuestra nueva columna semanal en Diariomotor Competición -no, eso de no tener claro el camino, no-. Tal y como el Singapore Sling, que durante el día es un cóctel y por la noche se convierte -o convertía- en una chicane, nosotros seremos también ambivalentes. Buscaremos ver los detalles más coloridos de la Fórmula 1 con todo lo que ello supone. Tan pronto nos dirigiremos hacia un candente asunto técnico como nos centraremos en unas innecesarias declaraciones de un piloto -Fernando Alonso y Lewis Hamilton son los principales candidatos- que han dado la vuelta al mundo.
A través de «Singapore Sling» esperamos compartir con vosotros la emoción de la Fórmula 1 que nos recuerda una de las chicanes más canallas de los últimos tiempos. Y esperamos hacerlo como si de una animada conversación de bar se tratara. Pero no de un bar cualquiera, claro está. Sino de una lujosa terraza de Singapur, con el aire tropical y las palmeras acompañando nuestras diatribas. Será un viaje libre en el que cualquiera puede subirse y bajarse en cuanto le apetezca.
De momento, esperamos el inicio de una temporada que se prevé especialmente emocionante. Aunque es cierto que Fernando Alonso puede no tener un coche muy competitivo, junto con Lewis Hamilton y Sebastian Vettel, estos tres campeones generan una situación única en la Fórmula 1. Por primera vez en la historia de la competición, tres campeones múltiples han compartido pista dos años seguidos. En 1991, Ayrton Senna, Alain Prost y Nelson Piquet compartieron pista por primera vez como campeones múltiples -Senna había conseguido su segundo título en 1990- y en 2012, Michael Schumacher hizo lo propio con Alonso y Vettel -este último ganó su segundo título en 2011-. Y para los que llegan tarde, Hamilton solo se convirtió en subcampeón en pista en el primer gran premio de 2015.
Estamos en una de las épocas con más talento en la máxima categoría, aunque a veces la pasión por la historia nos deje un poco más ciegos de lo que sería deseable. Si todo va como debería, en 2016 veremos luchas entre los Mercedes y los Ferrari, entre Lewis Hamilton y Sebastian Vettel, aunque sus compañeros pueden dar la sorpresa en un momento dado. Incluso hay otros equipos como Williams y Red Bull que pueden molestar más de un día y más de dos. Yendo más allá, Force India y Renault son equipos que trabajan con solvencia y que tienen la posibilidad -y cada vez más, los recursos- para golpear cuando los grandes menos se lo esperan.
Y a todo esto, quedan los Toro Rosso con una pareja de pilotos de lujo que podrían dar muchas emociones en el futuro y un equipo Haas que tiene intrigado a todo el paddock. Puede que Sauber tenga algo menos de interés pero a día de hoy es ya un equipo histórico y siempre ha sabido recuperarse de sus momentos más delicados. En dos semanas tendremos a la Fórmula 1 de nuevo en marcha. Será en casa, en el Circuit de Barcelona-Catalunya que alberga el Gran Premio de España, con motivo de los test de pretemporada. Ocho días de pruebas para prepararse para una temporada que puede ser fantástica.
De momento, han prometido unos ingredientes de primerísima calidad. Pero los seguidores de la Fórmula 1 son exigentes y no les satisfacen solo las palabras. Quieren comprobar el género. A lo largo de las dos próximas semanas, varios equipos irán presentando sus monoplazas; algunos a través de Internet, otros en eventos y los últimos en el propio trazado catalán, a la antigua usanza, en pista. No hay tiempo que perder, que esto empieza en nada. Desde aquí solo podemos dar un consejo: agárrense que vienen curvas. O chicanes.