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El inglés, arma secreta de los pilotos occidentales en Japón

Uno de los mayores problemas que tienen los pilotos occidentales cuando viajan a Japón es el idioma. Mientras que en Europa el inglés está extendido, por lo menos en el mundo de las carreras, y en América es la lengua nativa, en Asia todo es distinto. Los equipos nipones solo hablan japonés y aunque generalmente la comunicación en inglés es posible, el nivel es bajo. Cualquiera podría pensar que usar otro idioma que no sea el japonés sería una desventaja pero en el curioso mundo de las carreras, el inglés se acaba convirtiendo en el arma secreta de los pilotos occidentales en Japón.

En el mundo del automovilismo moderno, la comunicación entre el piloto y el equipo durante la carrera es vital. Aunque en su día el piloto no tenía contacto con los miembros de su escuadra más allá de los mensajes que le pudieran transmitir a través de la pizarra desde el muro de boxes, hoy en día la situación ha cambiado por completo. Los ingenieros están en contacto durante toda la carrera con los pilotos y pueden pedirles que realicen ajustes.

Adicionalmente, en ocasiones el ingeniero de pista del piloto puede darle indicaciones sobre lo que debe hacer, ya sea por mejorar su pilotaje -esto está prohibido en la Fórmula 1- o por optimizar la estrategia. Evidentemente, el piloto puede transmitir sus sensaciones a los ingenieros, que analizarán cualquier anomalía que el deportista detecte. Pero aún más importante es esta comunicación bidireccional cuando las condiciones de la pista son variables y el clima se vuelve inestable.

La velocidad a la que un mensaje se transmite del emisor al receptor es clave en un mundo donde las carreras se pueden ganar o perder por cuestión de décimas de segundo. Peor aún, una decisión tardía en condiciones delicadas puede dejar un coche una vuelta de más en pista cuando está empezando a llover y hacerle perder preciosos segundos. Pero entonces, ¿qué es lo que hace que el inglés pueda ser un arma secreta en Japón? Para ser precisos, su gramática.

Cualquier experto relativo en el mundo del lenguaje sabe que la mentalidad de un país está estrechamente ligada al idioma que se habla en el lugar. Las formas de pensar, de enfocar la vida, todos esos generalismos que suelen verse en determinados lugares del mundo tienen la raíz en el mismo lugar que el origen del idioma que se habla en esa zona. Por lo tanto y sabiendo que a mentalidades distintas, idiomas distintos, se puede concluir que el japonés y el inglés no son precisamente iguales en términos gramaticales.

Y esto que parece una evidencia se vuelve de golpe en algo importante. La cultura japonesa valora la imagen pública y es extremadamente diplomática. Eso se traduce en frases muy pulidas con énfasis en las formas. Las estructuras son sagradas y están grabadas a fuego en la cabeza de los nipones hasta el punto que algo tan inocente como «tráeme un café» podría ser percibido como una frase dicha en medio de un enfado. ¿El motivo? Hay que pedir las cosas con un «por favor». No es cuestión de educación, es cuestión cultural.

En Japón no se entiende ni siquiera el dar una orden si no se hace con una expresión «por favor» que suaviza la frase y la matiza. Forma parte de la cultura japonesa de darle tanta importancia a aquello que se dice como aquello que no se dice. Hoy en día, por cultura, sería imposible que un ingeniero le pidiera a su piloto que entrara a boxes sin más porqué el piloto se lo tomaría de la forma equivocada, asumiendo que se le está culpando de alguna cosa -sobre todo si el piloto es japonés-. Aunque en realidad, toda esta reflexión ni siquiera se hace de forma consciente ya que los pilotos e ingenieros usan las expresiones habituales de forma automática.

Así, los pilotos occidentales se encuentran con que pueden utilizar el mucho más sintético inglés con libertad para comunicarse por radio con sus ingenieros de forma natural. Donde una frase en inglés acabaria siendo algo como «Está lloviendo, box para cambiar neumáticos», en japonés quedaría mucho más compleja: «Ha empezado a llover así que necesitamos que pases por boxes para que podamos cambiar los neumáticos, por favor». ¡Demasiado largo! De hecho, así es como se sintió Kamui Kobayashi tras llegar a la Super Fórmula en su primer test en Okayama, a finales de 2014.

El ex-piloto de Fórmula 1 contaba como en inglés todo fluía de forma más natural mientras que en japonés todas las instrucciones eran mucho más largas, incluso demasiado cargadas. A lo largo del año, fue trabajando el lenguaje con sus ingenieros para intentar minimizar el impacto del idioma; un elemento a menudo ignorado aunque clave. Claro que tal y como han demostrado Hiroaki Ishiura, Kazuki Nakajima y Naoki Yamamoto en los últimos años, hablar japonés no hace que sea imposible ganar. Pero de entrada, da una comodidad más que en medio de un momento crítico puede ser crucial.

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