La Cooper Car Company se fundó en 1946 en Surbiton con Charles Cooper y su hijo John a la cabeza. Pronto empezaron a construir sus primeros coches de carreras utilizando pequeños motores de 500 centímetros cúbicos con origen en vehículos de dos ruedas. Puesto que los motores de motocicletas usaban cadenas, se consideró en el momento que era más adecuado situar el motor detrás del piloto, en la parte trasera del coche. Por un motivo práctico, Cooper acabó encontrando una seña de identidad que a medida que pasaron los años fue fortaleciéndose hasta el punto de llevarles a revolucionar el mundo de la Fórmula 1 con los primeros coches con motor trasero. El primer campeón del mundo con motor posterior también fue diseñado en Surbiton.
Cooper T20 – Varios
El Cooper T20 fue el segundo coche que la marca utilizó en el campeonato del mundo de automovilismo. Se evita usar el nombre de «Fórmula 1» ya que en realidad el T20 fue la respuesta de Cooper a la creación de la Fórmula 2, con su set de normativas que pasó a utilizarse en la competición automovilística más importante del momento. Es por ello que aunque el T20 compitió en lo que suele llamarse el campeonato del mundo de Fórmula 1 de las temporadas de 1952 y 1953, en realidad era un coche de Fórmula 2 y participó en carreras de este tipo a lo largo de los años en Europa.
El coche debutó en el Gran Premio de Suiza de 1952, donde Eric Brandon obtuvo la quinta posición, la última con derecho a puntos. Más adelante esa misma temporada, otros pilotos se fueron sumando al contingente de Cooper como por ejemplo Mike Hawthorn, que llegó a subirse al podio en el Gran Premio de Gran Bretaña. La primera edición de la carrera de casa en la que Cooper competía y aunque cuatro de los cinco coches se quedaron fuera de los puntos, el quinto consiguió estrenar a la marca en el podio. Era la cuarta carrera del T20, quinta de la marca.
El T20, primero de los coches de la serie de monoplazas con motores Bristol de seis cilindros en línea, siguió utilizándose en 1953, sobre todo con equipos privados. Dicha serie evolucionó con el T21, siguiendo con el T23 y finalmente los T40 y T44, que se usaron hasta 1957 aunque sin volver a puntuar en ningún caso. La serie Bristol es conocida por contar en ella con los coches de Cooper que no tienen el motor posterior. Con unos coches poco revolucionarios y tecnología convencional, no conseguían encontrar lo necesario para triunfar. Para ello, habría que volver a sus orígenes.
Cooper T51 – Varios
Tras los primeros éxitos, firmados por Cooper con los T43 y T45, la evolución natural se tradujo en el T51. En 1958 se habían estrenado estos predecesores con motor Climax situado detrás del piloto, recordando aquellos primeros tiempos con los motores de moto. La decisión hacía sido un acierto y el reparto de pesos daba una estabilidad inusitada. Sin previo aviso, los Ferrari, Vanwall y compañía encontraban en los Cooper a unos rivales sorprendentemente capaces. El T51 se estrenó en 1959 con el objetivo de cimentar ese éxito, y ¡vaya si lo hizo!
Fueron cinco victorias sobre ocho carreras y trece podios sobre 24 posibles en total. Éxito rotundo y primer título tanto de pilotos como de constructores para la marca. Con una aerodinámica depurada y un aspecto mucho más moderno que el de los rivales, estéticamente el T51 congenió rápidamente con los aficionados. Su pequeño tamaño junto a sus redondeadas formas le hacían particularmente popular, ayudando además a la imagen de coche no muy potente pero sí muy ágil.
El T51 siguió compitiendo en 1960, donde compartiendo plantel con el T53 ayudó al equipo a firmar seis victorias y catorce podios en total, superando aún el hito de la temporada anterior. Era el segundo año consecutivo donde la Cooper-Climax se imponía con claridad y parecía difícil imaginar a otros equipos ganándoles. Solo las nuevas normativas que reducían el tamaño de los motores se impondrían entre Cooper y su tercer título, que no llegó nunca. El T51 siguió compitiendo en carreras de Fórmula 2 y en Fórmula 1 con equipos privados y motores adaptados a la normativa de 1961.
Cooper T72 – Fórmula 3
El Cooper T72 tiene una historia corta pero intensa con protagonismo centrado en la temporada de 1964. Siguiendo el concepto de la marca Cooper con motores posteriores que en esa época ya eran lo habitual en los monoplazas, el T72 montaba un propulsor proveniente del Mini Cooper. Este resultó particularmente efectivo en las cada vez más concurridas y populares carreras de Fórmula 3 que empezaban a potenciar el pilotaje de las jóvenes estrellas del futuro.
Además, el T72 tiene el honor de ser el primer monoplaza que pilotó Jackie Stewart. Fue en un test en Gran Bretaña con el equipo de Ken Tyrrell antes de embarcarse en la aventura de su primer año compitiendo en monoplazas. Tras impresionar a Tyrrell, disputó la temporada de 1964 de Fórmula 3, pilotando un T72 de su equipo. Stewart ganó en siete de las diez carreras, con el Cooper T72 ganando dos carreras más. El pequeño monoplaza de Cooper se impuso en total en nueve de las diez carreras mientras empezaba a popularizarse en varios campeonatos europeos.
En un momento donde el equipo de la máxima categoría estaba de capa caída, la fabricación de monoplazas de categorías de promoción para equipos privados suponía una fuente de ingresos importante para el equipo. Los pequeños, compactos monoplazas de Fórmula 3 provenientes de Surbiton eran bonitos y rápidos. Además, eran tan populares que empezaron a rellenar las parrillas junto a los Lola y Brabham. Para Cooper, el lado económico iba bien pero aún debía complicarse a medida que la Fórmula 1 se profesionalizaba y sus negocios se limitaban.
Cooper T81 – Fórmula 1
Tras varias temporadas con una normativa que limitaba la cilindrada de los motores de Fórmula 1 a 1500, en 1966 llegó el cambio que debía suponer el mayor desafío de Cooper hasta el momento. La vuelta a los 3000 centímetros cúbicos les obligaba a cambiar de motor ya que Climax no fabricaba propulsores tan grandes. Por ello, Cooper llegó a un acuerdo con Maserati UK, que les proporcionó motores V12 con origen en los 250F de Fórmula 1 de la década anterior que montaría el T81 en 1966.
El coche, muy convencional para la época y el primer modelo con monocasco de Cooper, fue bastante popular por la falta de monoplazas con motores de tres litros en 1966. Aún así, los resultados no acababan de ser todo lo buenos que en Cooper habrían deseado. Incluso con los dos podios de Jochen Rindt y los tres podios incluyendo una victoria en México del refugiado John Surtees, proveniente de Ferrari, había algo que aún les faltaba.
Para 1967, Cooper preparó una segunda versión del T81, el T81B que debutó en Montecarlo. Antes de eso, Pedro Rodríguez se había encontrado con la sorpresa de una victoria en el Gran Premio de Suráfrica que acabó siendo la última en la historia de Cooper. Ese año el coche demostró sus carencias pero a pesar de ello, en prácticamente cada carrera hubo por lo menos un Cooper en la zona de puntos, lo que al final les permitió repetir la tercera posición en el campeonato de constructores obtenida en 1966.
Cooper T86 – Fórmula 1
Cooper entendió rápidamente que el T81 estaba desfasado y se puso manos a la obra con su sucesor. El primer T86, con un frontal más delgado, mejor aerodinámica y menor peso, debutó en el Gran Premio de Gran Bretaña de 1967. Solo llegó a puntuar en Monza, donde unos pequeños «alerones» delanteros consiguieron mejorar el rendimiento a alta velocidad. Pero a pesar de la inventiva de los chicos de Cooper, el coche no puntuó más esa temporada, finalizando además la relación con Maserati.
La temporada de 1968 debía suponer un momento de nuevos comienzos para Cooper. Coche nuevo -aunque se había estrenado ya en 1967-, contrato de proveedor de motores nuevo y más ganas que nunca. El propulsor BRM V12 era suficientemente parecido al Maserati como para que los cambios al T86 no fueran demasiados. Aunque en la primera carrera hubo que lamentar un abandono, los ahora llamados T86B se llevaron la tercera y cuarta posición en Mónaco y en Jarama. Ludovico Scarfiotti repitió los cuartos mientras que los podios fueron para Brian Redman y Lucien Bianchi -tío abuelo del tristemente desaparecido Jules Bianchi-.
Desafortunadamente, el esbelto T86 no volvió a subirse al podio y Bianchi puntuó solo en una ocasión mas, con Vic Elford haciéndolo en un par de carreras antes del final de temporada. Un final de temporada que trajo con sí una decisión difícil. Sin dinero ni patrocinadores, la Cooper Car Company tuvo que cerrar sus puertas. Un T86B aún compitió en el Gran Premio de Mónaco de 1969, de forma privada. Estuvo a punto de obtener un punto que habría puesto un bonito final a la historia de la marca que se conformó con un séptimo puesto en carrera. Un T86 acabó compitiendo en la Fórmula 5000 en 1970 aunque con poco éxito, finalizando la historia de carreras de Cooper.
Una marca que vino tan rápido como se fue, una historia demasiado común en esa época. Cuando la Fórmula 1 era más para soñadores y apasionados de las carreras en lugar de para empresarios, muchos equipos llegaban y triunfaban gracias a buenas ideas o a estar en el lugar adecuado en el momento adecuado. Pero sin dinero, no hay historia continuada. A Cooper le sucedió exactamente eso, aunque la muerte de Charles Cooper a mediados de los años 60 y un grave accidente de John Cooper poco después complicaron la evolución del equipo en un momento muy delicado. Por lo menos, su lugar en la historia de la Fórmula 1 y del automovilismo en general es indeleble y no hay duda que ellos serán siempre los valientes que se lanzaron a usar el motor posterior.
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