No hay duda de que para el automovilismo español, 2005 fue un año histórico. Por primera vez, un piloto español estaba luchando por ganar carreras de forma constante, llegando incluso a batallar por el título… y acabar llevándoselo. Fernando Alonso hizo historia más allá de la suya personal y en el Gran Premio de Brasil selló su primera corona. Pero después de la carrera en Interlagos aún quedaban dos citas para terminar y el Gran Premio de China sirvió como broche de oro para un Fernando Alonso pletórico en una victoria histórica; la última de un coche con seis marchas.
La Fórmula 1 llegó a China para la última carrera del año con todo decidido en cuanto a pilotos pero todo por decidir en lo que se refiere a la clasificación de constructores. Renault tenía dos puntos de ventaja antes de la carrera y con la igualdad entre tanto primeros como segundos pilotos, el triunfo podía ir a manos de cualquiera. El primer golpe lo dio Renault, copando la primera fila de la parrilla de salida con Fernando Alonso por delante de Giancarlo Fisichella.
Por detrás, Kimi Räikkönen era tercero mientras que Juan Pablo Montoya tuvo que conformarse con el quinto puesto, desplazado de la segunda fila por un especialmente inspirado Jenson Button con el BAR-Honda. Michael Schumacher clasificó en sexta posición con su Ferrari, en la última carrera de una dificilísima temporada de defensa del título. Aunque de hecho, estaba a punto de complicarse un poco más y de una de las formas más inesperadas posibles.
Tras salir del pitlane y mientras el alemán se dirigía hacia la parrilla de salida para formarla antes de la vuelta de calentamiento, un malentendido entre el piloto de Ferrari y Christian Albers -sí, el mismo que estuvo unas carreras como jefe de equipo de Caterham en 2014- terminó con los dos coches dañados y sin opciones de usarlos en carrera. Aún así, por fortuna para ellos, en 2005 aún estaban permitidos los coches de repuesto así que los dos pilotos se apresuraron a volver a los boxes y pudieron partir desde el pitlane.
La salida del gran premio vio a un Fernando Alonso que no dio opción alguna a sus rivales y se escapó, empezando un dominio que duró desde el momento de la salida hasta la bandera de cuadros. Sin la presión de la lucha por el campeonato y con un Renault que se adaptó de maravilla a las curvas del trazado de Shanghai, el asturiano voló. No lo tuvo tan fácil su compañero de equipo, Giancarlo Fisichella, que perdió sus opciones de podio tras recibir un «drive through» por obstaculizar a otro piloto durante una parada a boxes tras la salida del segundo coche de seguridad tras el accidente de Narain Karthikeyan en la entrada de la recta trasera.
Esto dejó sin opciones de podio a un Fisichella que ya había perdido la segunda posición en favor de Kimi Räikkönen. El finlandés no tuvo que pelearse demasiado con nadie más tras superar al italiano y que de hecho intentó presionar a Alonso. Al final, se quedó a cuatro segundos de un triunfo que habría podido darle el título de constructores a McLaren, aunque estos últimos habrían necesitado que Montoya puntuara. Esto último acabó resultando imposible tras un abandono por problemas en el motor, apenas unas vueltas después de abandonar Michael Schumacher.
Antes de todo esto, una rejilla de drenaje suelta había causado la salida del primer coche de seguridad para permitir las reparaciones pertinentes. Al final, fue otro Schumacher, Ralf, quien completó el podio con una tercera posición que le ayudó a finalizar en sexta posición en el campeonato de constructores. El alemán había partido desde la novena posición después de haber obtenido la pole position en Suzuka así que terminar tercero era una valiosa recompensa que llevarse a casa.
La recompensa, especialmente valorada al conseguirla menos de un segundo por delante de Fisichella, que al final se conformó con la cuarta posición a pesar de su penalización. La zona de puntos la completaron Christian Klien, Felipe Massa, Mark Webber y Jenson Button, tras una carrera poco destacada desde su buena posición en parrilla. Pero el Gran Premio de China de 2005 es recordado también por las varias despedidas producidas durante el fin de semana.
Las más importantes fueron las de los equipos Jordan Grand Prix y Scuderia Minardi, dos históricos que en 2006 se convertirían en Midland F1 -hoy en día Force India- y Scuderia Toro Rosso. También fue la última carrera de Sauber antes de convertirse en BMW Sauber para más adelante volver a sus orígenes. Finalmente, fue la última vez que Michael Schumacher lució el dorsal número 1, algo que hizo en 120 ocasiones. Sin duda, un momento de cambio para la Fórmula 1.