A estas alturas de la película a pocos voy a descubrirles quién fue Henri Toivonen. En la era de la información en la que vivimos, a pesar de que de muchos no habíamos nacido cuando desaparecieron los Grupo B, es fácil encontrar un texto (incluso en nuestro idioma), una vídeo en Youtube o una foto de ese simpático finlandés que nos dijo adiós hace hoy 30 años, junto a su copiloto Sergio Cresto y un año después del fallecimiento del también piloto de Lancia, Attilio Bettega.
Nos dejaba el último gran héroe de la que para muchos era la era dorada de los rallyes y con él se iba el sonido, la música de los Grupo B. Posiblemente nunca lleguemos a saber la razón verdadera por la que el Lancia Delta S4 con el dorsal cuatro estampado en sus puertas se precipitaba por aquel precipicio sin que ni siquiera Toivonen pudiera frenar. Tal vez fue la lluvia combinada con los slicks, la gripe que acosaba a Henri durante todo el día, un posible sistema de óxido nitroso que llevaría el S4 en sus barras antivuelco o algún problema mecánico… Aquel dos de mayo de 1986 se perdieron demasiadas personas y cosas que ya no se recuperarán nunca más.
Sin embargo, tanto el espíritu de los Grupo B o como el de Toivonen han perdurado con el paso de los años. El finlandés ha servido de inspiración a muchos deportistas y especialmente, los pilotos de rallyes que han querido llegar al Mundial también se han fijado en el carismático finés. Si en la Fórmula 1, muchas jóvenes promesas marcan a Ayrton Senna como su ídolo y modelo a seguir, en el WRC Henri ha sido el homologo del brasileño para hombres como Jari-Matti Latvala. El actual piloto de Volkswagen ha reconocido en más de una ocasión que ha crecido leyendo muchas historias y viendo a Toivonen pilotar a través de vídeo, tal vez de él heredó su estilo de pilotaje siempre al ataque.
La vida de Henri transcurrió entre rallyes. Su padre, Pauli, piloto de rallyes fue un personaje popular en la década de los sesenta. Obviamente en ese ambiente de carreras era difícil que tanto él, como su hermano Harri no salieran también unos locos de la gasolina y los tramos. Talbot y Opel fueron los pasos previos de Toivonen antes de su llegada a la marca que le encumbró, Lancia, dónde compitió en el Europeo y en el Mundial al volante de modelos con tanta historia como el 037 y el Delta S4.
Henri desarrolló una simbiosis especial con aquel S4, algo que el resto de pilotos de Lancia no había conseguido. No era fácil dominar aquella bestia de más de 500 CV de potencia y tracción total, que según muchos era capaz de clasificarse en el Top 10 en una parrilla de Fórmula 1. Quién sabe. Era la época de los mitos, años en los que el piloto se ponía el traje de épica y trataba de dominar a aquella bestia como si de un domador de dragones se tratara.
No llegó a ser Campeón del Mundo, ni tan siquiera de Europa. ¿Qué importa eso? Tampoco lo consiguió Gilles Villeneuve y por ello nadie lo ha dejado de considerar como uno de los mejores pilotos de la historia de la Fórmula 1. Ambos tenían ese halo especial que sólo los grandes mitos tienen. Esa diferencia que separa a los buenos pilotos de los superclase. Henkka y Cresto se fueron aquel día, Toivonen ni siquiera había cumplido los treinta cuando su vida se apagó en las carreteras de Córcega.
Nunca sabremos si el Delta S4 le consiguió vencer o si hubo otros motivos, sólo sabemos que hace hoy 30 años, perdimos a Henri Toivonen y Sergio en aquella atípica mañana de primavera. Aquellos gritos del Arnaldo Bernacchini (encargado de la logística del equipo), la impotencia de Ninni Ruso desde el helicóptero, Bruno Saby que no pudo hacer nada para salvarlos de aquel amasijo de hierros carbonizados en los que había quedado el Lancia… Nos marcaron a muchos que incluso no habíamos nacido, y a buen seguro seguirán inspirando a muchos más.