El Gran Premio de España de 1994 es recordado por varios motivos. Uno de ellos es la catártica victoria de Damon Hill, la primera de Williams esa temporada apenas unas semanas después de la muerte de Ayrton Senna. Otro motivo es la demostración de talento de Michael Schumacher, segundo con gravísimos problemas en la caja de cambios. Pero también hubo polémica con una chicane provisional instalada justo antes de la chicane «fija» Nissan.
Antes del Gran Premio de España, los pilotos se agruparon para revivir la GPDA -asociación de pilotos de gran premio, por su nombre en inglés-, con varios de los pilotos punteros como máximos exponentes de la misma. Una vez formada -o revivida- la GPDA, Gerhard Berger fue uno de los hombres más vocales a la hora de crear un movimiento que acabó llevando a la instalación de una ortopédica chicane hecha con neumáticos justo antes de la»S» Nissan en la entrada de la zona del estadio.
Con el sobrenombre de «Chicane Berger», el estreno del polémico elemento tuvo un punto irónico cuando el piloto austríaco fue el primero en cometer un error y golpear la barrera de neumáticos. Pero a pesar del punto «divertido» de la historia de esta chicane, la Fórmula 1 aún tuvo que vivir un nuevo momento de preocupación con el accidente del Simtek de Andrea Montermini. El piloto italiano se rompió los tobillos y se perdió la que habría sido su carrera de debut en la categoría reina.
En el plano deportivo, Michael Schumacher marcó la pole position con medio segundo de ventaja sobre Damon Hill, que compartía la primera fila con él, una décima por delante de un inspirado Mika Häkkinen. Algo más retrasado, en novena posición de parrilla podía encontrarse a David Coulthard, el piloto escocés que realizaba su debut en la Fórmula 1 ocupando el segundo Williams. A pesar de tratarse de su primer fin de semana como piloto oficial, Coulthard quedó decepcionado con su posición.
La carrera comenzó con Schumacher en cabeza y algo de acción en el grupo perseguidor. Un toque entre Gerhard Berger y Rubens Barrichello les mandó a ambos fuera de pista y pronto, Coulthard se encontraba quinto. El joven talento pilotó sin cometer errores durante las primeras vueltas hasta producirse su primera parada a boxes en la vuelta 16. Al salir de su parada, caló el motor Renault de su Williams y perdió un tiempo clave. Aguantó hasta la vuelta 32, cuando problemas eléctricos pusieron fin a su primer gran premio.
Pero antes de eso, tras apenas veinte giros, el Benetton de Schumacher había empezado a tener problemas y en poco tiempo, al B194 solo le quedaba la quinta marcha. El piloto alemán se veía obligado a pilotar sin cambiar de marcha, alterando sus trayectorias para mantener una velocidad aceptable -algo que había aprendido en las carreras de resistencia- pero también para no dañar aún más la caja de cambios. Aún así, puede que lo más impresionante no llegara en la pista a alta velocidad sino durante su parada a boxes. A pesar de tener solo quinta marcha, Schumacher consiguió arrancar con ella desde parado y seguir adelante.
Damon Hill aprovechó esta circunstancia para situarse en cabeza y llevarse una merecida victoria. Para Schumacher, el esfuerzo tuvo su resultado y finalizó segundo. En una situación así, incluso habiendo perdido una victoria que pudo haber sido suya, no podía evitar mostrar una amplia sonrisa. Era consciente de que lo que había hecho era algo especial. Menos suerte tuvieron los pilotos de McLaren, ambos sufriendo problemas técnicos cuando rodaban en tercera posición.
Particularmente cruel fue el caso de Martin Brundle, que abandonó a falta de tan solo cinco vueltas para la bandera de cuadros. Al final, la tercera posición en el podio fue para Mark Blundell, que consiguió así su última aparición entre los puestos de honor, siendo también la última vez que un Tyrrell terminó entre los tres primeros. Jean Alesi completó una carrera bastante anónima en cuarta posición, mientras que Pierluigi Martini aprovechó la mala suerte ajena para ser quint.
Completando la zona de puntos, Eddie Irvine aprobó el examen en su retorno tras recibir una suspensión por el accidente causado en Brasil. El británico no tuvo una gran carrera pero fue suficiente para convencer a todos de que su lugar estaba en la Fórmula 1. Aún así, el hombre más emocionado en el paddock era Damon Hill, que dedicaba el triunfo tanto a Ayrton Senna como a todos los aficionados de su desaparecido compañero. Para Williams, era también un momento delicado… era el momento de seguir hacia adelante.