Si hay algo que define la actividad de Porsche en el mundo de las carreras es el éxito. Sus participaciones en el mundo de las carreras han estado definidas por los buenos resultados, los triunfos en Le Mans como mayor exponente. Pero ocasionalmente, incluso una gran marca como Porsche puede llegar a sufrir malos resultados, fruto de una mala planificación o incluso de malas decisiones. Aunque con McLaren llegaron a ganar títulos de Fórmula 1 usando sus motores turbo, pocos años más tarde las cosas se torcieron con Footwork.
Dos años después de dejar la Fórmula 1 tras su exitosa aventura con McLaren, en Stuttgart empezaron a plantearse volver a la categoría reina, esta vez con un motor atmosférico. La idea sería hacerlo con un motor V12 y empezaron a sondear posibles compañeros. Pero la mayoría de los equipos competitivos tenían ya un compañero de viaje fiable, incluyendo a Honda con McLaren, Renault con Williams, Ford con Benetton o Lamborghini con Lotus. De esta forma, tras unas primeras negociaciones con Onyx, a mediados de 1990 se llegó a un contrato con el equipo Arrows.
Aunque con el conocimiento de hoy en día, la opción de Arrows no tiene demasiado sentido, en ese momento el equipo tenía el apoyo de Wataru Ohashi, un hombre de negocios japonés que acabó comprando el equipo en 1991 y convirtiéndolo en Footwork, en honor a su empresa principal. Arrows había demostrado en 1988 que con el motor adecuado, podían rendir muy bien y para Porsche, la situación era atractiva; un equipo con capacidad de llegar a sus motores al éxito. El camino sería difícil pero el resultado, gratificando. Si las cosas hubieran salido como esperaban, claro está.
El proyecto tenía potencial. Porsche iba a poner toda la carne en el asador con un V12 que pretendía rivalizar con el de Ferrari, superando ampliamente al otro V12 en parrilla, el de Lamborghini. Honda era una incógnita para 1991 aunque se esperaba que estuvieran también arriba, como acabó sucediendo. Hans Mezger era el encargado de diseñar el motor, llamado 3512 -por aquello de 3.500 centímetros cúbicos y 12 cilindros-. El problema fue que el estatus de veterano de Mezger le pasó factura y algunos de los conceptos del motor databan de la época de los propulsores del 917.
En particular, destacaba la presencia de la toma de fuerza situada en la parte central del motor, algo usado en los coches de resistencia pero poco común en la Fórmula 1, además de ser algo totalmente obsoleto. El motor terminó su fase de diseño tarde y para cuando lo hizo, los datos fueron alarmantes… por malos. El propulsor entero pesaba 190kg, mientras que los otros V12 daban unos números muy inferiores en la báscula con 160kg para Honda y 140kg para Ferrari. Diferencias importantes que se encontraban también en el tamaño del propulsor, demasiado voluminoso.
Si por lo menos la potencia hubiera estado a la altura… pero tampoco. El motor Porsche apenas producía 680 caballos de potencia mientras que en Ferrari o McLaren disponían tranquilamente de más de 70 caballos extra. Lo desquiciante fue ver que el motor tampoco era fiable. La toma de potencia central trajo graves problemas de presión de aceite, lo cual complicaba aún más la vida del proyecto. Las cosas no pintaban especialmente bien para cuando el equipo empaquetó todo su material para dirigirse hacia Estados Unidos para la primera carrera del año y efectivamente, los resultados fueron más que pobres. Alex Caffi no se clasificó y Michele Alboreto fue penúltimo en los entrenamientos. Problemas con la caja de cambios le dejaron fuera de carrera tras el ecuador de la misma.
Las cosas mejoraron poco o nada con el paso de las carreras. Ningún coche clasificado para la carrera en Brasil, más de lo mismo en San Marino y de nuevo Michele Alboreto consiguiendo meterse en carrera in extremis en Mónaco con otra vigésimo quinta posición. Resulta que al final, los circuitos lentos era donde el Footwork-Porsche sufría menos. A pesar del pesado y poco potente motor que empujaba el coche. Así de complicada era la situación. Justo al llegar a mitad de carrera, el motor dijo basta. Llegados a este punto, empezaron nuevas negociaciones con Porsche… esta vez para disolver el contrato. La situación era mala para todos, con Footwork sufriendo a nivel deportivo y Porsche dañando su imagen.
No había tiempo para hacerse con otros motores tan pronto así que el equipo se llevó los motores alemanes a la gira americana. En Canadá, Stefan Johansson -reemplazo del lesionado Caffi- obró el milagro y clasificó el segundo coche. Por primera vez, el Footwork-Arrows iba a tener a sus dos coches en carrera. Las posiciones no eran para tirar cohetes pero por lo menos ambos iban a competir. Poco le duró la alegría de la vigésimo primera posición de Alboreto, que se retiró tras dos giros con problemas en el acelerador. Lo mismo que Johansson, aunque el sueco llegó a la vuelta 48. Fue su última carrera en Fórmula 1 puesto que no consiguió clasificarse en México.
Alboreto sí lo hizo, aunque no después de sufrir ambos coches problemas en cuatro de los siete motores disponibles. El pobre Porsche 3512 se agonizaba y le mandaba un mensaje claro al equipo: «Dejadme en paz». El equipo obedeció las órdenes y tras el Gran Premio de México -en el que Alboreto volvió a retirarse antes de mitad de carrera-, Footwork se desplazó a Francia con motores Ford Cosworth V8. No llegaron los puntos aunque hacia finales de año, los coches llegaron a ver la bandera de cuadros en alguna ocasión. Afortunadamente para ellos, Footwork Arrows consiguió recuperarse con los años. Porsche apartó la mirada de la Fórmula 1 y jamás volvió a prestarle atención. A nadie debería extrañarle.