Hay pocos constructores que sean tan evocativos como lo es Lola. La marca británica fundada por Eric Broadley en 1958 marcó una época al ser el mayor fabricante de coches de competición durante muchos años. Sus máquinas compitieron en carreras de todo tipo, desde resistencia hasta Fórmula 1, pasando por Fórmula 2, Fórmula 3000, Fórmula 5000, IMSA y Can-Am entre otros. También tuvo una relación especial con Estados Unidos, compitiendo a menudo allí con mayor o menor grado de éxito, dependiendo del momento histórico en el que se encontrara. Aunque la Fórmula 1 se le resistió lo suficiente como para contar las veces que han estado allí más por fracasos que por éxitos, Lola sigue siendo una leyenda del automovilismo.
Lola T70 – Varios
El primer gran acierto de Lola Cars a nivel mundial fue el Lola T70. En ese entonces, la marca había estado en la Fórmula 1 con éxito relativo, era bien conocida y tenía una reutación muy correcta. Fundada menos de diez años antes, en 1965 presentó el T70, un coche de resistencia multiusos que tanto podía competir en Europa como en la Can-Am, montando muy a menudo un enorme bloque Chevrolet. Los éxitos llegaron pronto, con una victoria en el Monterey Grand Prix, curiosamente con un motor Ford.
No fue mucho más tarde, cuando la única victoria de un coche con motor Ford en la Can-Am se vivió gracias a un Lola T70 y a Dan Gurney. Era el año 1966 y los otros T70 ganaron cinco de las siete carreras. Seis en total para el modelo si se cuenta la victoria del coche con motor Ford, además del título para John Surtees. El éxito no duró y con la llegada de McLaren, los grandes dominadores de la Can-Am, las victorias cesaron. En Europa, cuando parecía que los T70 ya estaban fuera de onda, la normativa de Le Mans cambió y los prototipos de tres litros pasaron a estar prohibidos.
Mientras tanto, los grandes prototipos de cinco litros podían competir siempre que hubiera por lo menos cincuenta unidades fabricadas. La popularidad del T70 hacía que se superara con creces esta cifra y aún logró un doblete en las 24 horas de Daytona de 1969. Históricamente hablando, el T70 ha sido tan popular que a lo largo de los años, varias compañías se han dedicado a fabricar réplicas. Finalmente y dándose cuenta del posible negocio, Lola acabó decidiendo construir de nuevo sus propios T70, siguiendo con los números de chasis de su día en lo que era esencialmente, el retorno del T70.
Lola T332 – Varios
El Lola T332 fue un coche con una curiosa historica que se centró en la idea de ser un monoplaza para competir en la Fórmula 5000. Esto le permitía competir en cualquier categoría del mundo que se basara en esta idea. De esta forma, el T332 fue visto tanto en Estados Unidos en la «simple» Fórmula 5000 como también en Oceanía, en la Fórmula Tasman. A lo largo de su carrera deportiva, las victorias llegaron en sitios muy distintos.
Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia y Nueva Zelanda fueron sus princiaples focos de atención. El coche se estrenó en 1973 y al año siguiente se coronó como campeón de la Fórmula 5000 norteamericana con Brian Redman y de la europea con Bob Evans. En 1975, el coche tocó su techo deportivo con un nuevo título de Redman en Estados Unidos al que hubo que añadírsele el campeonato de la Fórmula Tasman con Warwick Brown.
Este último se convirtió, además, en el único australiano en ganar el Gran Premio de Nueva Zelanda. Graeme Lawrence, por su parte, ganó la New Zealand Gold Star con el T332, campeonato que ganó más tarde Ken Smith en 1976. Para entonces, la Fórmula 5000 americana había desaparecido y se convertía en una Can-Am que aceptaba los coches de la difunta F5000 carenados. En esta guisa, el T332 aún triunfó en 1976 con Redman. El último título del coche llegó en 1979 en Australia con Johnnie Walker al volante -nada que ver con la bebida alcohólica-.
Lola T600 – Varios
El Lola T600 siguió la leyenda de Lola de conseguir fabricar coches que podían participar en distintos tipos de carreras. Esta versatilidad hacía de sus coches unas máquinas codiciadas, ya que se adaptaban bien a cualquier entorno sin tener que pagar unos precios desorbitados. El T600 nació como un coche de la IMSA, el primero en aplicar conceptos de efecto suelo que acabaron siendo imitados tanto en Estados Unidos como en Europa con el Grupo C.
El propio T600 acabó compitiendo a los dos lados del Atlántico. El debut se produjo en 1981 y tras cinco victorias en el IMSA con Brian Redman al volante, el primer título fue suyo. Tras la marcha de varias piezas importantes del equipo campeón de 1981, el siguiente año vio victorias pero no un título real. Aún así, el campeón obtuvo una de sus siete victorias en un T600, siendo las demás fruto de la velocidad del Porsche 935.
Al final, el coche nunca volvió a los niveles de competitividad de 1981 y sus incursiones en Europa fueron menos exitosas de lo que se esperaba. Viendo lo que se consiguió en su primer año, un balance de diez victorias en 70 carreras parece pobre, sobre todo teniendo en cuenta que la mitad de esas victorias llegaron en poco más de medio año tras el debut. Aún así, habían sentado el precedente del efecto suelo en los coches de resistencia y su aspecto era imponente.
Lola THL2 – Fórmula 1
Seguramente, los más puristas dirían que el Lola THL2 de Fórmula 1 que compitió para el equipo Haas en 1986 no es un Lola «de verdad», con la marca de Broadley solo presente en nombre y en cierta asistencia. Aún así, el hecho que Broadley eligiera asociarse con Haas puede considerarse suficiente para que el THL2 sea, en cierta forma, un Lola fruto del «outsourcing», o lo que es lo mismo, un coche por encargo a una empresa exterior. El THL2 era una evolución del THL1 que participó con poco éxito en el campeonato del mundo de Fórmula 1 de 1985.
El segundo coche de la asociación Lola Haas -nada que ver con el Haas que ha debutado en la Fórmula 1 en 2016- no fue mucho mejor aunque sí se vio beneficiado por el motor oficial de Ford, un turbo con 150 caballos de potencia más que el Hart de 1985. Aún así, el coche no era lo suficientemente rápido. Analizando la temporada, el hecho que Patrick Tambay fuera sexto en los entrenamientos en Hungría con un coche mucho menos potente que el de los rivales y sin un motor de clasificación como los que usaban los demás sirve como testamento al hecho que el THL2 era un buen coche con un chasis decente.
Aún así, solo una carrera extraña en Austria permitió que los coches se llevaran su mejor resultado con un cuarto puesto de Alan Jones y un quinto de Tambay. Jones repitió puntos con un sexto en Monza y esto fue todo para el equipo, que tras perder el apoyo de su patrocinador y con las retiradas de la Fórmula 1 de sus dos pilotos, cerró sus puertas. Lola volvió a la Fórmula 1 pronto pero con un concepto totalmente distinto. En cuanto al proyecto de un equipo americano en la Fórmula 1, este fue el último intento… hasta USF1.
Lola T93 – Indycar
Para la temporada 1993 de la Indycar, Lola preparó un nuevo modelo, evolución del T92 que se había usado hasta el año anterior. El T93, propulsado por motores Cosworth, resultó ser enormemente competitivo y con el equipo Newman-Haas, Lola arrasó. La asociación entre Lola y Haas se resarcía así de lo sucedido en la Fórmula 1 hacía menos de una década. El título, curiosamente, venía con una figura de la categoría reina.
Nigel Mansell llegó como debutante a la Indycar y en su primera temporada, el británico ganó seis carreras de las dieciseis y se llevó el título. Mansell se convirtió así durante unos pocos días en el único piloto de la historia en ostentar los títulos de la Indycar y la Fórmula 1, puesto que ganó en Estados Unidos unos días antes que Alain Prost le sucediera como campeón de la Fórmula 1.
En 1994 Mansell no consiguió repetir el hito pero Lola sí. Nueve de los diez primeros clasificados usaban el T93. No era para menos ya que hasta 19 pilotos usaron los T93, con ocho más usando los ya anticuados T92. El título fue a parar a manos de Al Unser Jr. Para 1995, la llegada de Reynard terminó con el dominio Lola y su época de oro llegó a su fin. Como curiosidad, si el T93 era el coche de la Indycar, el T93/30 era el coche de Fórmula 1 de Lola para 1993. Aunque en este caso la única relación que había entre los coches era en nombre.
A mediados de 2012 la historia de Lola tocó a lo que parece ser su fin. Tras años de aventuras y desventuras, de mejores y peores momentos, la marca fue vendida a Multimatic Inc. y Haas Auto, que pasaron a disponer de los derechos legales para utilizar el material intelectual de Lola. Entre otras cosas, tras la compra se llegaron a fabricar y entregar dos unidades de Lola B12/80 a dos equipos pero no ha habido nuevos proyectos desde entonces. Lola se enfrenta ahora al reto de superar el sueño en el que está metida…
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