A lo largo de sus más de 80 años de historia, las 24 horas de Le Mans han tenido todo tipo de situaciones, luchas, rivalidades, accidentes, sorpresas y para qué negarlo, alguna que otra carrera más previsible. Pero por norma general, la última gran carrera no decepciona y siempre hay cosas que contar. Una de las ediciones con más historia es la de 1967, cuando la rivalidad entre Ford y Ferrari llegó a su punto álgido con el estreno de sus espectaculares GT40 MkIV y 330 P4 respectivamente y un total de veinte prototipos inscritos entre estas dos marcas.
La carrera iba a ser algo especial con las nuevas máquinas de las dos marcas favoritas para la victoria. Ford traía el GT40 MkIV, una evolución del J-Car con el que Ken Miles había perdido la vida en unos test en 1966. Era una máquina diseñada y construida en Estados Unidos pensando en Le Mans. A su motor de 7.000 centímetros cúbicos había que añadirle una carrocería con una configuración de baja resistencia aerodinámica que permitía que los coches volaran a más de 350km/h en la recta de Hunaudières.
Ferrari, por su parte, seguía el camino de la evolución con el 330 P4, uno de los coches de carreras más bellos jamás construidos. El «P4» era una evolución del 330 P3 y aunque las diferencias eran visibles, no había un cambio enorme en los coches del equipo italiano. A su favor jugaba el tener un coche mucho más ligero aunque también con un motor bastante menos potente que el de sus rivales americanos. La victoria a domicilio en las 24 horas de Daytona daba mucha moral a Ferrari pero las 24 horas de Le Mans son algo especial.
El esfuerzo de Ferrari para las 24 horas de Le Mans era remarcable, con un total de tres unidades del 330 P4 -dos para el equipo oficial y una para el Equipe Nationale Belge con apoyo de fábrica-. También se inscribieron tres unidades del 412P, esencialmente un P3 con varias partes de los P4, lo que lo convertía en una especie de «330 P4 carrera cliente». Estos tres 412P los usaron los equipos Maranello Concessionaires, NART y Scuderia Filipinetti. Para completar la alineación, la Scuderia Ferrari inscribió un 330 P3 del año anterior y NART añadió un 365 P2.
Eran ocho prototipos inscritos por Ferrari, de entre los cuales siete podían aspirar a ganar -aunque en realidad solo los 330 P4 tuvieran opciones de verdad-. El despliegue de Ford era aún mayor con hasta doce coches en pista. Ante todo, tenían dos equipos oficiales; la estructura de Carroll Shelby y el equipo Holman & Moody. Cada uno de estos equipos competía con dos GT40 MkIV y un MkIIB. Adicionalmente, Ford France inscribió un MkI de forma privada y un MkIIB con el apoyo de Holman & Moody y la Scuderia Filipinetti añadió a su Ferrari un Ford MkI, dando como resultado una alineación bastante peculiar. John Wyer tenía en su equipo al último MkI.
Para quien lleve los números, eso daba un total de diez coches de Ford para Le Mans pero más allá de los coches de la marca del óvalo, John Wyer inscribió también un par de Mirage M1, que eran en realidad dos unidades del GT40 Lightweight. Aunque en teoría no debían ser candidatos a la victoria, su mera presencia hacía de Ford un enemigo aún más temible. También había que contar con Chaparral y Porsche pero la creencia generalizada era que no había posibilidades reales para ellos a menos que en Ford y Ferrari hubiera una terrible debacle. A fin de cuentas, ¡entre ambas marcas tenían más de veinte coches con opciones de victoria!
La carrera comenzó con Ford en cabeza. Ronnie Bucknum y Frank Gardner rodaban en las dos primeras posiciones con los MkIIB, haciendo la función de liebre en primera instancia. Tras una hora y media el primer Ford cayó pero en cabeza había cinco coches de la marca americana, lo que les daba una seguridad importante a pesar de haber sufrido problemas técnicos menores en algunos de sus otros coches. Solo el Chaparral de Phil Hill y Mike Spence podía mantener el ritmo de los Ford. Para cuando llegó la noche, Ford seguía en cabeza y el Chaparral había bajado el ritmo.
El Ferrari de Mike Parkes y Ludovico Scarfiotti se mostró rapidísimo durante la noche y empezó a molestar a los Ford… aunque a cuatro vueltas de los líderes. Fue entonces cuando llegó el desastre para Ford. A las 3 y media de la mañana, el coche de Mario Andretti golpeó un guardarraíl en la frenada hacia las «Esses» y salió rebotado hacia en medio de la pista. Los coches que venían por detrás no pudieron evitarlo y se formó una montonera. ¿Resultado? Cuatro coches retirados en un mismo accidente, todos ellos Ford. Entre estos se encontraban dos de los de Holman & Moody y los dos coches de Ford France.
No eran los únicos que sufrían puesto que tras casi media carrera, Ferrari había perdido ya a su 365 P2, los 412P de Filipinetti y NART y el 330 P3 oficial. Ford había perdido entre su primer abandono y el accidente múltiple a los dos Mirage, el MkI de Filipinetti y otro de los Holman & Moody, con lo que uno de los equipos oficiales americanos quedaba fuera de carrera por completo antes del ecuador de las 24 horas de Le Mans. La leyenda dice que durante la noche se dio uno de los momentos más únicos de la historia de la carrera, con un Parkes que iba haciendo luces a Dan Gurney, líder de carrera. El norteamericano acabó cansándose de la estrategia de su rival y llegando a Arnage, paró el coche.
Ni corto ni perezoso, Mike Parkes hizo lo mismo entrando en una especie de duelo de orgullo con los dos coches parados en el lateral del circuito mientras la carrera seguía en marcha. Ninguno quería ir por delante de un rival que podía molestarle con las luces desde detrás. Al final, el piloto de Ferrari cedió y salió primero aunque aún a varias vueltas del líder. Tenían menos coches en pista y en el equipo de Maranello no podían permitirse perder el tiempo. El único Ferrari 412P restante había abandonado y eso dejaba el contingente italiano muy mermado.
Pero cerca de las diez de la mañana del domingo, el Ford número 57 de Ronnie Bucknum y Paul Hawkins rompió el motor y tuvo que abandonar. Así, el Ferrari número 21 de Parkes y Scarfiotti heredó la segunda posición aunque fuera lejos de cabeza. Apenas una hora más tarde uno de los sorprendentemente fiables 330 P4 abandonó, dejando una lucha limitada ahora a dos supervivientes Ferrari 330 P4 y a dos Ford MkIV. A pesar de los intentos de Ferrari por desestabilizar al coche líder, en Ford dieron órdenes claras y durante las dos últimas horas el coche número 1 de Dan Gurney y A.J. Foyt circuló sin tomar riesgos.
La victoria fue para Ford con el número 1 con cuatro vueltas de ventaja sobre el Ferrari número 21; las mismas que cuando Gurney y Parkes se pararon a tomar el aire en medio de la noche. El podio lo completó el Ferrari del equipo belga con Willy Mairesse y Jean Blaton mientras que cuarto fue el otro Ford con Bruce McLaren y Mark Donohue. Para la posteridad queda la imagen de Dan Gurney descorchando el champán de los ganadores y rociando al equipo Ford desde el podio. Cuando Jackie Stewart replicó la jugada tras ganar el Gran Premio de Francia de 1969, la tradición quedó fijada. ¡Vaya dos!