La Fórmula 1 ya lo ha decidido: a partir de la próxima temporada implantará el Halo, o una versión modificada del concepto con el que ya vimos rodar en los test de pretemporada al Ferrari SF16-H. Por el camino se ha quedado la opción presentada por Red Bull y denominada como Aeroscreen, una especie de cúpula abierta que en principio parecía convencer a la mayoría de los pilotos.
Sin embargo, durante esta semana se ha hecho público que el sistema presentado por la escudería de las bebidas energéticas durante el fin de semana del Gran Premio de Rusia no pasó los test realizados por la FIA, a pesar de las buenas sensaciones que dejaban las pruebas presentadas en vídeo por Red Bull, tanto en cuestión de impacto dinámico como en estático.
Al parecer, el poco tiempo de desarrollo disponible (determinante la falta de espacio entre el casco y el aro en el que va fijada la cúpula, revisión a la que también se tendrá que someter el otro sistema) ha sido una de las razones que ha llevado a la FIA a decidirse por el Halo en 2017 el cual será fabricado por una tercera empresa, aunque se deje abierta la posibilidad de volver a pensar en el Aeroscreen para 2018.
En cambio, en Estados Unidos, el accidente del pasado fin de semana de Josef Newgarden en Texas ha hecho que los organizadores de las IndyCar Series se hayan planteado seriamente la introducción de un sistema para proteger las cabezas de los pilotos. En este caso tiene aún más sentido, ya que en la categoría Open Wheels de referencia en Norteamérica se rueda a altas velocidades con los monoplazas muy cerca unos de otros, algo que suele provocar los contactos y los ‘vuelos’, aunque estos últimos se han visto seriamente reducidos tras las introducciones de las medidas de seguridad.
En el caso de la IndyCar, Bill Pappas, jefe técnico de las series, ha reconocido estar más a favor de la introducción de un sistema similar al del Aeroscreen, decisión a la que se llegará antes del final de año. Tal vez una colaboración entre ambas categorías sería favorable para todos…
