Hoy en día, el nombre Penske es conocido por sus actividades en las carreras norteamericanas. Tanto en la IndyCar como en la NASCAR, el equipo de Roger Penske es una de las estructuras más fuertes y con más historia del continente. Pero no siempre compitieron solo en Estados Unidos como un equipo usando coches de otros fabricantes. Hubo una época en la que llegaron a usar un Ferrari en el mundial de resistencia. Y luego, incluso fabricaron su propio coches de Fórmula 1 y un elevado número de chasis para la IndyCar.
Penske PC-4 – Fórmula 1
Tras poco más de un año y varios modelos con éxito relativo, Penske se preparó para la temporada de 1976 con un objetivo muy claro en mente; dar un paso firme hacia la cabeza de la Fórmula 1. Diseñado por Geoff Ferris, su debut se produjo en el Gran Premio de Suecia, tras haber empezado la temporada con el coche del año anterior. La primera experiencia no fue demasiado buena pero con todo lo aprendido en ese primer evento del PC-4, Penske se puso manos a la obra.
Para cuando el nuevo modelo llegó a su segunda carrera, en Paul Ricard, era prácticamente un coche nuevo a nivel aerodinámico. Tanto fue así que John Watson consiguió llegar al podio con una fantástica tercera posición que se repitió en la siguiente carrera, en Gran Bretaña. Dos podios seguidos era exactamente el tipo de resultado que se estaba buscando. Tras un tropiezo en Alemania -perdonable por ser el temible Nordschleife-, Watson se plantó en primera fila en el Gran Premio de Austria.
Era la carrera destinada a marcar historia para Penske. Tras el fallecimiento de su piloto Mark Donohue en el Österreichring el año anterior, John Watson consiguió darle al equipo el mejor resultado posible con una victoria histórica. Se trata del único triunfo de un coche de un equipo americano… fabricado en Estados Unidos. Al terminarse la temporada, el equipo de Fórmula 1 cerró para centrarse en las carreras de Estados Unidos pero el PC-4 siguió en manos privadas durante 1977 con resultados poco destacados.
Penske PC-18 – IndyCar
Pero el verdadero legado de Penske se encuentra en la IndyCar. Tras su marcha de la Fórmula 1, la marca se concentró en trabajar en el campeonato norteamericano, fabricando varios coches ganadores. Aunque seguramente los más memorables llegan desde la segunda mitad de los años 80 hasta su retirada a finales de la década de los 90. Una especie de edad de oro tanto en lo que se refiere a resultados como en lo estético, con unos coches con los colores de Marlboro siempre reconocibles.
El Penske PC-18 es el primero de los coches de la marca con un elaborado trabajo aerodinámico, el precedente de lo que estaba por llegar en la IndyCar. Con esta máquina, Emerson Fittipaldi ganó las 500 millas de Indianápolis de la temporada 1989, además de llevarse el campeonato con un total de cinco victorias con el equipo Patrick Racing. Además, la estructura oficial de Penske obtuvo la pole position de las 500 millas con un Rick Mears que ganó tres carreras más. Junto a las dos de Danny Sullivan, esto elevó el número a diez victorias sobre quince carreras.
Penske tendría un coche nuevo para la temporada de 1990 pero el viejo PC-18 aún tuvo algo más de vida tras ser utilizado por Eddie Cheever, piloto del nuevo equipo Chip Ganassi Racing en 1990. Con este coche, Cheever obtuvo un podio en Detroit antes de pasarse al nuevo modelo. Por lo tanto. el PC-18 es histórico al ser el primer coche del equipo en competición. ¿Nos imaginamos hoy en día a Chip Ganassi usando cualquier cosa relacionada con Penske? Con la rivalidad que tienen, sería impensable.
Penske PC-22 – IndyCar
En 1988, Nigel Bennett había revolucionado los diseños de Penske con el PC-17 que empezó la línea de la edad de oro de Penske. Con el tiempo, Bennett había termnado en Lola pero tras dos años poco competitivos en 1991 y 1992, Roger Penske volvió a recuperar al «su» diseñador. Con Bennett a bordo, el plan era reverdecer los éxitos pasados. De hecho, si Bennett había fijado la línea de diseño anterior en 1988 -que se había perdido con los años-, en 1993 volvió a hacer lo mismo.
Había marcado el camino con luces doradas y los éxitos se encontraban ante Penske de nuevo pero no todo es tan fácil y la temporada de 1993 tuvo tantas luces como sombras. Sí es cierto que llegaron ocho victorias en total -tres de Emerson Fittipaldi y cinco de un Paul Tracy que estaba en su primer año completo en la categoría- pero solo una de ellas se produjo en un circuito óvalo. Por fortuna, se dio en el lugar más importante del año, las 500 millas de Indianápolis en las que se impuso Fittipaldi.
Esto significa que el PC-22 ganó en siete circuitos ruteros pero en ninguno de los tres óvalos cortos. El coche tenía un problema importante con este tipo de trazado y solo en Nazareth a finales de año se consiguió entrar entre los diez primeros, llegando incluso a subirse Tracy al podio. Además de los dos coches oficiales, el equipo Bettenhausen Motorsports lo usó durante las temporadas de 1993 y 1994, ocasionalmente llegando al podio. El PC-22 se retiró tras ser usado por equipos privados en este último año.
Penske PC-23 – IndyCar
El Penske PC-23 es uno de los monoplazas de carreras más dominantes jamás fabricados. El coche ganó 12 de 16 carreras en las que compitió en 1994 y se subió al podio en 28 ocasiones. Desde luego, tener a tres pilotos como Emerson Fittipaldi, Paul Tracy y Al Unser Jr ayudaba pero el diseño fue fantástico, trabajando sobre la base del año anterior. En Penske eran conscientes de que el cambio de normativa con alerones más pequeños podía afectarles mucho, con lo que se trabajó especialmente en ello.
Pero más allá de los doce triunfos de 1994 ,incluyendo las 500 millas de Indianápolis con Unser Jr, uno de los eventos por los que el PC-23 es más conocido fue el motor especial que el equipo trajo para esa carrera. Aprovechando una laguna en el reglamento, el motor tenía 650cc más que los de los rivales, lo que les proporcionaba más de 1000 caballos de potencia -¡una quinta parte más que los demás coches!-, resultando en un dominio sin precedentes de todo el mes de mayo en Indianápolis.
Hay quien dice incluso que fue precisamente esta «trampa» de Penske la que llevó a los enormes desacuerdos dentro de la IndyCar que terminaron con dos campeonatos paralelos desde 1996 hasta 2007. Desafortunadamente, lo que era un campeonato con un gran atractivo fuera de Estados Unidos se acabó convirtiendo en un certamen doméstico completamente por debajo de la NASCAR, que aprovechó la caída de los monoplazas para tomar el liderato en audiencias y popularidad. Hasta hoy en día, la IndyCar no ha recuperado el atractivo deportivo y técnico de entonces.
Penske PC-26 – IndyCar
El Penske PC-26 tiene el dudoso honor de ser el último coche fabricado por la marca de Roger Penske en ganar una carrera. De hecho, ganó tres seguidas en manos de Paul Tracy, en los circuitos de Nazareth, Rio de Janeiro y Gateway en Illinois. Puesto que las victorias llegaron durante la primera mitad de temporada, parecía que Penske podía seguir en la cresta de la ola y luchar por el campeonato pero fue un error.
El PC-26 era de hecho especialmente competitivo en óvalos cortos pero no conseguía llegar al nivel deseado en los demás circuitos. Los únicos podios más allá de los triunfos de Tracy fueron una segunda posición del canadiendse en la primera carrera del año en Miami y un tercer puesto de Unser Jr en Nazareth. Al final, lo único que pudo conseguir Tracy fue finalizar el año en quinta posición.
Con una Reynard que cada vez tenía más importancia en la CART, Penske no pudo evitar la continuada caída en desgracia con los PC-27 y PC-28 que no llegaron a ganar ninguna carrera más. De esta forma y sabiendo que su época exitosa en la CART había llegado a su fin, en 2002 pasaron a la IRL, motivados por el doblete de las 500 millas de Indianápolis de 2001. Para Penske, había llegado una nueva era a nivel deportivo con éxitos por delante hasta hoy en día.
Desde mediados de los años 90, Penske se ha centrado «solo» en usar coches de otros fabricantes. De construir sus propias máquinas ha pasado a ser un «mero» equipo. ¡Pero menudo equipo! Desde hace veinte años -y en realidad desde su fundación-, Penske se mantiene en la cima y aunque no parece que tengan ninguna intención de volver a fabricar, lo que sí está claro es que pueden seguir con su modelo de trabajo actual, que les reporta éxitos, prestigio y lo más importante a día de hoy, dinero. Sobre el futuro, quien sabe. Por ahora, Penske seguirá con lo que funciona.
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