El ruso debutó en la Fórmula 1 en 2014, con apenas 19 años de edad, como sustituto de Daniel Ricciardo en Toro Rosso. En 2015 fue ascendido a Red Bull, para ocupar el lugar que dejaría Sebastian Vettel, y finalizó en el séptimo lugar en el campeonato. Su meteórico ascenso y convincentes actuaciones presagiaba un brillante futuro, pero este año, tras ser presentado como piloto oficial de Red Bull, fue degradado, enviado de nuevo a Toro Rosso, donde las perspectivas indican que será dejado en libertad al culminar esta temporada.
En apenas tres temporadas, Daniil Kvyat ha experimentado un auge y caída digno de cualquier obra dramática. Su panorama inmediato, de cara a permanecer en la Fórmula 1, pasa por sobrevivir sin el apoyo de Red Bull, situación muy compleja si se considera la cantidad de pilotos que han salido del programa y no han conseguido otro asiento. El caso Kvyat es distinto porque ya fue al equipo grande, así que resulta impensable e ilógico creer que se mantendrá en la estructura cuando para él no existe otra posibilidad de ascender.
Ahora con 22 años, el ruso enfrentará una encrucijada, su permanencia en Toro Rosso tiene fecha de caducidad, al igual que para todos los que llegan a pilotar para la escuadra de Faenza. El mismo Franz Tost, director del equipo italiano, se mantiene al margen porque le resulta incomprensible la situación. Aunque por lo menos Red Bull ha tenido el reparo de concederle al ruso la oportunidad de quedarse en la Fórmula 1 mientras intenta ubicar nuevos horizontes, porque en estos casos, el piloto expulsado estaría en un limbo, en su casa, tanteando opciones en otras categorías.
Y es que a diferencia de Jean-Éric Vergne, Sébastien Buemi, Jaime Alguersuari y Scott Speed, entre los que por lo menos se tomaron un café en la Fórmula 1, el programa Red Bull ha dejado a muchos más en el camino sin ninguna posibilidad. Aquí el caso Kvyat constituye un precedente en la forma de gestionar a los pilotos, un aviso a los que todavía se mantienen en la órbita y creen que la estabilidad está garantizada solo con firmar un contrato y posar con Red Bull. Kvyat lo hizo a inicios de esta temporada y en apenas unos meses todo se ha revertido, se ha inclinado hacia el pesimismo y la incertidumbre; lo que inició con mucha ilusión se ha transformado en desazón.
Kvyat depende de sí mismo para continuar en la Formula 1, pero sin la sombra de Red Bull amparando sus movimientos será complicado. Todavía no ha logrado destacar más que su nuevo compañero, Carlos Sainz Jr. y eso es un peso adicional para relanzar su carrera. En cuatro actuaciones, en su nuevo ciclo, acumula un punto y apenas el podio alcanzado en China, cuando pertenecía a Red Bull, representa lo más destacado para él en lo que va de campeonato.
También atenta contra sus aspiraciones que Max Verstappen, en la primera oportunidad que lo reemplazó al volante del RB12, logró la victoria en el Gran Premio de España. Sin duda, un fuerte golpe para la moral del ruso, quien seguramente jamás imaginó que las luces que alumbraban su camino al estrellato se apagarían tan temprano.