Podemos comentar el Gran Premio de Gran Bretaña 2016 desde muchas perspectivas, pero hay una cosa que debemos afirmar con rotundidad. Nadie estuvo en disposición de evitar el triunfo de Lewis Hamilton y por ello su baño de masas al acabar la carrera es más que merecido. ¿Sufrió alguna salida de pista? Sí, como la mitad de la parrilla. Pero abrió un hueco con Rosberg nada más arrancar y lo mantuvo hasta el final aún cuando no fue el más veloz en pista.
Tanto es así que al británico apenas lo vimos un par de veces en la realización televisiva, cuando la FOM quiso conectar la peculiar onboard que imita los tiros de cámara de finales de los ochenta. Y es que la atención estuvo centrada en la lucha por los otros dos cajones del podio, en la cual Max Verstappen nos brindó un momentazo con su adelantamiento a Nico Rosberg pero no fue capaz de aguantar el tirón una vez se secó la pista. Los problemas de caja de cambios y la sanción al alemán que terminó invirtiendo las posiciones, fueron simple aderezo a una pelea muy entretenida.
Aún así este Gran Premio de Gran Bretaña quedará marcado por uno de los Safety Cars más ridículos de la historia de la Fórmula 1. Sí, Silverstone es un circuito que se encharca con facilidad. Sí, Pirelli no ofrece unos neumáticos de lluvia extrema de garantías. Pero anunciar que la salida se dará bajo coche de seguridad por un chaparrón diez minutos antes, que el cielo se despeje y aún así nos regalen seis vueltas de paseo evitando así movimiento en las primeras vueltas es imperdonable. Vamos para atrás.
Volviendo a lo que fue la carrera, dado que no se puede considerar que el periodo de Safety Car lo fuera, un Safety Car Virtual dio alas a un buen Sergio Pérez para así colocarse cuarto, pero terminó recolocado en el sitio que su Force India se merecía, tras los Mercedes, los Red Bull y el Ferrari que se metió en menos líos (Kimi Räikkönen) y justo por delante de su compañero de equipo, Nico Hülkenberg. El alemán podía haber optado a algo más pero quedó encajonado tras unos Williams bastante decepcionantes en las primeras vueltas.
Sin ser una actuación memorable, el quinto puesto de Kimi Räikkönen no viene mal en el fin de semana en que Ferrari decidió renovar su contrato un año más. Y sobre todo sobresale en una mala carrera de Sebastian Vettel. Cierto es que salía retrasado por una nueva avería de la caja de cambios y que tuvo que arriesgar en la monta de neumáticos para tratar de remontar, pero en estas condiciones y una pista cada vez más seca era sólo cuestión de tiempo que el ritmo del Ferrari apareciera. El error en la curva uno le condenó y la sanción por echar de pista a Felipe Massa suena a algo de desesperación por parte del alemán. Lo triste es que esta película ya la hemos visto con bastantes pilotos en Maranello.
De los españoles, mejor que será que leas el artículo dedicado a ellos. Pero a ambos la primera curva les castigó. Carlos Sainz perdió ahí como mínimo un puesto y sobre todo la posibilidad de codearse con Kimi Räikkönen y enviar un mensaje más de cara a su futuro, pero tanto él como la Scuderia Toro Rosso parecen abonados al octavo puesto. Mientras puntúen… Lo de Fernando Alonso fue más doloroso tras luchar cuerpo a cuerpo durante tantas vueltas y encima terminó lanzando un toque de atención a McLaren a través de la radio por la estrategia.
Y parar cerrar me veo obligado a volver a hablar del Safety Car. El problema no es que nos priven a nosotros del espectáculo que supone ver a los mejores pilotos, coches y equipos del mundo luchar contra las adversidades. El problema es que también manipulan la carrera para favorecer el statu quo. Cierto es que los Manor acabaron en la grava por méritos propios, que Haas y Sauber sufrieron problemas mecánicos o que Renault la pifió en boxes. Pero con esta moda de sacar el Safety Car en cuanto caen cuatro gotas castigan de manera importante a los equipos con menos recursos. Lo peor es que los propios pilotos se resignan y en las entrevistas previas a la carrera daban por hecha la decisión de Dirección de Carrera. No parece que esto vaya a mejor.
