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Mi primer Eco Rallye: diversión al volante con la excusa de ser ecológicos

Ecológico, híbrido, eficiencia energética… son palabras que no suelen estar relacionadas con los rallyes que mueven a miles de aficionados cada fin de semana hasta las cunetas. Sin embargo, vivir un eco rallye desde dentro se acerca mucho a lo que puede sentir un piloto que participe en un rally de clásicos dentro del apartado de regularidad, con la complejidad añadida de además tener que mirar por los consumos.

Y es que un eco rally, en este caso el de la Comunidad Valenciana, además de seguir las bases de una prueba de regularidad, en la que tienes que mantener el ritmo que te indican las medias, pasando por los puntos que te marca la organización (llegando a los controles horarios a la hora que te toca), también tienes que intentar tener cuidado con tu pie derecho e incluso aplicar tácticas de recuperación de energía que obviamente no te enseñaron cuando te sacaste el permiso de conducir en la auto-escuela.

En este punto quiero agradecer a Volkswagen España que nos cedieran tanto a mi como mi copiloto/piloto (nos fuimos turnando durante el rally para poder experimentar ambos papeles los dos) uno de sus Golf GTE, pero no dejó de convertirse en un arma de doble filo, en gran parte al tacto deportivo que siempre caracteriza al buque insignia de los de Wolfsburgo y a los más de 200 CV que conseguía el sistema híbrido. Aun así, juro que resistimos la tentación de pulsar el tan atractivo botón con las siglas GTE al menos mientras tuvimos el depósito de gasolina precintado por los comisarios.

Estar inscritos en una prueba de la Copa de España de Energías Alternativas tiene muchas cosas positivas. En el lado bueno, compartes lista con nombres como Miguel Fuster, Rubén Gracia, Salvador Cañellas Senior, Luis Climent o todos los gallos del campeonato nacional. En cuanto a lo negativo (o menos positivo), la exigencia en el que para mí era mi primer rally de regularidad fue máxima, y eso con un copiloto proveniente del mundo de las nuevas tecnologías de propulsión también novato en estas lides, un coche que apenas conocíamos y sin tiempo, ni aparatos para calibrar nuestros pasos, fue una cuestión de sálvese quién pueda.

Sin Terra, con muchos nervios y la ayuda del móvil:

Reconozco que la semana previa fue una especie de semana antes de los exámenes para mí. Era consciente de que mi compañero, Carlos Sánchez, de Movilidad Eléctrica, posiblemente tuviese poca idea de rallyes de regularidad, por lo que me tocó repasarme el reglamento general y específico para la prueba. Al final de cuentas, todos conocéis mi pasión por las pruebas de velocidad, sin embargo no había tenido mucha oportunidad de vivir una prueba de regularidad desde dentro, mucho menos un eco rallye.

Tengo que reconocer que también me preocupaba que fuera mi primera experiencia al volante de un híbrido. No dudaba en ningún momento de que me divertiría con el Golf, pero eso de no utilizar el pie izquierdo para un conductor habitual de cambio de manual aficionado a los rallyes (el que no entienda esta última referencia que mire el artículo sobre cómo frenan los pilotos) seguía haciéndose raro. Más aún cuando pasas de frenar con el pedal a únicamente dejar que el coche retenga con el recuperador de energía y levantando el pie del acelerador.

Yo seguía con la vana esperanza de disponer de un Terratrip para la prueba, aunque nuestro viaje exprés de Madrid a Castellón hubiera hecho sencillamente imposible tomar parte del tramo de calibración e incluso llegamos sobre la campana para poder pasar las verificaciones previas. Afortunadamente teníamos la colaboración del organizador del rally, en forma de mi ángel de la guarda para esta experiencia, Fernando Lobón, y con la colaboración de los chicos de Maralba Circuit, los cuales habían desarrollado una aplicación para Android que a través de la pantalla del móvil nos enseñaban la distancia recorrida y el tiempo que llevábamos en tramo para así facilitar nuestra labor a ‘únicamente’ seguir las tablas de medias y la hoja de ruta.

Llegado el momento, tras hacer todo el papeleo burocrático llegaba el momento del breve briefing para los equipos en el que las esperanzas de sentirme mucho más tranquilo a base de recibir conocimiento por ciencia infusa se esfumaron rápidamente en cuanto se terminó la charla. Ese cosquilleo de la primera vez no se iba, e incluso se disparaba aún más cuando en el parque cerrado te encontrabas a todos los campeones de España a tu alrededor con semblante sonriente, como si fueran a disfrutar de una pachanga con los amigos.

Tocaba divertirse, sin más consignas:

Era el momento de repasar las últimas consignas con mi compañero de coche, especialmente dos: instrucciones sencillas y sobre todo divertirse. A pesar de aparecer inscrito como piloto designado, opté por tomar primero el papel de copiloto, para así ayudar a que mi piloto entendiera la dinámica y el sistema de trabajo que había que llevar y además enseñarle más o menos cómo quería que me diera posteriormente a mí las indicaciones una vez me tocara ponerme yo al volante. Carnet de ruta entregado, salida por el arco y camino al primer tramo, donde empezaría la primera etapa del Eco Rallye de la Comunidad Valenciana.

E inesperadamente fue bien, o al menos no salió del todo mal. Ambos llegamos al final del tramo con una sonrisa, como si acabásemos de ganar nuestro primer rally del WRC. Sin tiempo para nada nos dirigimos hacía el segundo tramo. Los controles horarios habían sido completamente estudiados al segundo por los organizadores, Action Press, por lo que no había que descuidarse, siempre teniendo en consideración ser lo más cuidadosos posible con el pie derecho y así tratar de recuperar parte de la autonomía del motor eléctrico (en el caso del GTE en condiciones normales hablamos de 50 km) antes de encarar una nueva especial. Para aquel entonces ya nos habíamos percatado de que nuestra recarga en los puestos del Parque Cerrado no había sido optima y que por tanto no contábamos con prácticamente con carga en nuestras baterías.

De nuevo un gusanillo en el estómago antes de recibir la cuenta atrás, me tocaba a mí estrenarme como piloto y con la noche ya empezando a caer sobre nuestras cabezas no se me olvidará ese silencio antes de cerrar las ventanillas. Había que tratar de ser eficientes, por lo que también prescindimos del aire acondicionado, sólo dejamos una pequeña rendija en el techo solar que nos permitiera refrescarnos. Ese silencio se mantuvo a pesar de que apliqué con decisión mi pie derecho una vez que mi copiloto me dio la salida, aunque no tardó en entrar en juego también el propulsor TSI una vez que el tramo empezó a retorcerse. A partir de ahí otras dos especiales y una decisión conjunta: no mirar los resultados y así seguir divirtiéndonos hasta ver la meta el sábado.

Mañana segunda y última parte de nuestras aventuras…

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Iván Fernández

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