Tal vez no ha lucido todo lo que debería, como otros muchos títulos conseguidos bajo un aplastante dominio, sin embargo Citroën Racing ha cumplido con todos los objetivos estas tres temporadas. Ahora, en la recta final de su programa oficial y todavía sin anunciarse quién heredará los exitosos C-Elysée TC1, el equipo francés ha celebrado hoy mismo su tercer campeonato de constructores tras los puntos conseguidos en la sesión de clasificación en Shanghái.
Seis títulos de seis posibles, 30 pole positions, 48 victorias y 113 podios, unos números que dejan en ridículo la participación del resto de fabricantes, sin embargo, dicha superioridad es un arma de doble filo ya que termina haciendo que los aficionados pierdan interés y tal vez no se den cuenta de todo el trabajo, esfuerzo y en ocasiones, sufrimiento que hay detrás de cada victoria.
Citroën ha completado tres años de ensueño. Dejaron su mundo, el que habían construido durante más de una década junto a Sébastien Loeb, para embarcarse en una aventura, la de los circuitos. Tuvieron que aprenderlo todo, aerodinámica, estrategia, neumáticos, gestionar lastres… Y demostraron que son capaces de eso y mucho más. Ahora se les plantea un nuevo reto: desbancar a Volkswagen del trono de hierro que los de Versalles dejaron desocupado en 2013. Winter is coming, Citroën is coming.