Cuando se habla de Shelby en el mundo del automovilismo y las carreras, seguro que hay alguna vocecita que debe mencionar la marca británica AC Cars. A fin de cuentas, el Cobra fue desarrollado conjuntamente entre Shelby y AC, con versiones distintas para ambos modelos con un AC Cobra que llegó a venderse en Europa con suficiente independencia de la versión americana. Pero lo que muchos olvidan es que AC era una marca de pleno derecho antes de su asociación con Shelby y lo siguió siendo después. La gran olvidada del entorno del histórico Cobra.
AC Ace – Gran Turismo
El AC Ace fue el coche que devolvió a la marca a la escena de los coches deportivos tras su retorno a la actividad tras la Segunda Guerra Mundial. El Ace tiene la curiosidad de contar con versiones con tres motores distintos: Ford, Bristol y AC, siendo el primero un 2.600 centímetros cúbicos y los otros dos, 2.000 centímetros cúbicos aunque todos ellos comparten estructura de seis cilindros en línea. La tecnología inicial era anciana pero con el paso de los años, fue actualizándose.
En el plano deportivo, el Ace estuvo en Le Mans en 1957, 1958 y 1959 entre otras competiciones. Destacó la tercera edición con una séptima posición final que además le dio la victoria en la categoría reservada a los coches de hasta 2.000 centímetros cúbicos de capacidad de motor. También tomó parte en otras carreras de resistencia a lo largo de la década de los años 50 tras debutar en 1954 y llegó a competir también en la década siguiente. Su última actividad en las carreras fue en 1969.
Pero seguramente, la historia más imporante del AC Ace es el hecho de haber sido el chasis base sobre el que se creó el Cobra. Fue ese modelo, en el que Carrol Shelby vio un gran potencial en caso de usar un poderoso bloque V8 Ford. Con el tiempo, el Cobra acabaría siendo bastante distinto en cuanto a aspecto pero es innegable ver rasgos comunes en dos modelos que comparten ADN. Si el Cobra es un coche legendario, el AC Ace debe ser recordado como aquel que inició la línea sucesoria.
AC Aceca – Gran Turismo
El AC Aceca es la respuesta de la propia marca británica a su descapotable Ace. Un coche con techo cubierto que tenía básicamente el mismo tipo de motorización que su hermano mayor. El coche destacaba por su aspecto reminiscente de antiguos modelos con la firma de Pininfarina, de quien AC había tomado clara inspiración sobre todo en el frontal y los faros delanteros. Aquello le daba un aspecto estiloso que convenció a los conductores de la época.
En cuanto a su actividad en el mundo de las carreras, el debut se produjo en 1955 en una solitaria carrera estival en Aintree. Al año siguiente, tomaría parte en otras competiciones, siempre en el Reino Unido, antes de expandirse en 1957. Llegaron las citas míticas como la Mille Miglia o el Tour de France, aunque el resultado nunca fue demasiado espectacular al no tratarse de un coche diseñado pensando en las carreras. Aún así, la máquina siguió en activo.
Irónicamente, esa temporada de 1957 acabó siendo la más ocupada para el Aceca, que poco a poco fue apareciendi menos en los circuitos, con sus participaciones limitadas por lo general a carreras de club británicas en lugares tan evocadores como Goodwood, Mallory Park o Brands Hatch. Su última participación en carrera debería haber sido en una carrera de GT’s en 1965 pero a pesar de existir inscripciones de dos coches, estos jamás se presentaron.
AC Bristol – Varios
En realidad y siendo justos, el AC Bristol no existe como tal. De hecho, los Bristol son los coches de la marca AC que usaron los motores Bristol en lugar de los originales AC u otros propulsores como los Ford. De esta forma, se considera que los Ace o Aceca de carreras son en realidad «AC Bristol». Por lo general, las modificaciones necesarias para que estos motores distintos pudieran caber y funcionar en los chasis originales separaban el modelo inicial del resultante.
De esta forma, los llamados AC Bristol acaban teniendo todos un alma común y un aspecto también parecido, quizás más entre ellos que entre todos los Ace o los Aceca, hecho que acaba justificando la consideración de los Bristol como un modelo a parte. La clave, por lo tanto, era el motor de 6 cilindros en línea y 2.000 centímetros cúbicos de capacidad que entregaba una potencia aproximada de 130 caballos. Esto permitió que los coches funcionaran bien en circuitos como Le Mans.
La mayoría de modelos «Bristol» son en realidad AC Ace modificados. Teniendo en cuenta además que el Ace acabó generando la creación del Cobra, se podría decir que es un modelo con varias vidas, todas ellas bajo nombres distintos y con su propia personalidad. Es evidente que los modelos de AC tienen algo muy concreto en común pero incluso a nivel visual, es imposible dejar delado algo que acaba siendo parte del encanto que tiene la marca.
AC Bristol Monoposto – Varios
Si hay una excepción en cuanto a los AC Bristol, este debe ser el AC Bristol Monoposto, un modelo de la marca británica con motor Bristol… pero con configuración de monoplaza. Precisamente por ser un monoplaza, es imposible que pueda considerarse como un coche remotamente parecido a cualquiera de los otros modelos. La realidad es que el coche tiene una historia mucho más interesante puesto que en realidad no fue un coche construido de forma oficial por AC.
El Bristol Monoposto es un coche que parte de un accidentado Aceca. El coche estaba demasiado dañado como para ser restituido a su forma original sin un gran gasto. Puesto que era más caro devolver el coche a su estado original que contratar a personal para construir un modelo nuevo, el propietario decidió convertir los restos del dañado Aceca en un monoplaza de tipo Fórmula Junior o Fórmula 2. El motor era el mismo que usaban los Cooper-Bristol de la época aunque el monoplaza como tal no fuera tan competitivo.
Al final, el AC Bristol Monoposto solo llegó a competir en subidas de montaña y en algunos eventos bastante locales en Gran Bretaña, destacando su participación en algunas carreras en Goodwood. El objetivo principal del propietario habría sido aprovechar un coche destruido para darle una segunda vida y poder disfrutarlo en circuito en lugar de simplemente mantenerlo como un vehículo de calle. Una historia original para un coche único en todos los sentidos de la palabra.
AC Cobra – Varios
No hay duda de que el AC Cobra es virtualmente el mismo coche que el Shelby Cobra. Su historia es la que es, con Carrol Shelby viajando a Gran Bretaña para contratar el diseño y fabricación de un chasis mientras que él se encargaba de convencer a Ford para que proporcionara el motor. Pero mientras el Shelby se centraba en los campeonatos del mundo de resistencia y en las competiciones norteamericanas, el AC Cobra tenía su propia vida con carrocerías distintas e incluso con otras motorizaciones.
Parte del objetivo era hacer del exclusivo Cobra un coche algo más asequible. Gracias a la fama del Shelby Cobra, su equivalente británico tenía una gran popularidad, llevando a un buen número de ventas. Pero más allá de la historia económica y de su versión de calle, el AC Cobra también encontró vida en los circuitos de carreras. Su debut competitivo se produjo en 1962 y compitió junto a los coches de Shelby con sus propios equipos tanto oficiales como privados.
Curiosamente, el AC Cobra llegó a tener también sus versiones Coupé y Coupé Daytona, llegando con esta última a la séptima posición de las 24 horas de Le Mans de 1963. Fue uno de los puntos álgidos del «Cobra británico», como era conocido a menudo esta versión en Estados Unidos. El AC Cobra compitió de forma medianamente regular hasta 1972 pero a partir de entonces una unidad propiedad de Dick Workman se mantuvo en activo a razón de una o dos carreras por temporada hasta 1978.
Una vez terminada la década de los 60 y con la historia del Cobra en el pasado, AC Cars continuó con sus negocios como lo habóa hecho hasta el momento aunque ignorando casi por completo el mundo de las carreras. Desde entonces, un puñado de vehículos de calle y algunos concept cars verdaderamente espectaculares, como el 378 GT Zagato de 2012. La compañía sigue en activo aunque parece haberse olvidado de todo aquello que sucede en los circuitos. No todas las historias pueden -ni deben- acabar allí…
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