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Por qué competir en rallyes con un camión no es tan buena idea como parece

Durante estos años escribiendo sobre rallyes, me ha tocado hablar de todo tipos de coches, desde éxitos como el Volkswagen Polo R WRC, hasta fracasos tan rotundos como el sufrido por el Lotus Exige R-GT. Modelos como el Suzuki Baleno SR o el BAIC-Senova D50 ponen ese punto exótico que todos necesitamos en nuestra vida, incluso os he hablado de un elefante del desierto  persiguiendo a Jari-Matti Latvala. Sin embargo, reconozco que no he visto nada tan exótico en un rally de velocidad como los camiones del norte de Europa.

Un buen ejemplo de la ‘grandeza’ de este tipo de rallyes en la que pueden competir camiones ligeros de dos ejes nos la encontramos en el pasado Tartu Ralli, en Estonia. En la cita, además de competir prácticamente todas las versiones modernas del Mitsubishi Lancer Evo y algún que otro coche de dos ruedas motrices, también nos encontramos con una buena representación de estas moles de tracción trasera (provistos de una aparatosa jaula antivuelco en el exterior) que no perdonan errores y que atraen las miradas de los aficionados allá por dónde van con sus espectaculares derrapadas.

Sin embargo, competir con bestias de varias toneladas, mucha inercia y serias dificultades para ser parados en el caso de haber un error. Obviamente, si a esto le añadimos algún tipo de salto tras una larga recta tenemos un coctel muy peligroso, con el claro ejemplo de la salida de pista sufrida por Janno Kamp (la imagen que encabeza este artículo es precisamente de ese instante). Imposible detener ese camión sin control. Afortunadamente, los aficionados estaban bien situados y la escapatoria tras el salto estaba libre para la recepción. Excitante y peligroso a la vez…

Foto y vídeos vía | Janno Kamp/Silver Raudmägi FanClub (Sulev Lange)

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Iván Fernández

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