Tras vivir el Gran Premio de Singapur desde dentro y con algo más de una semana de descanso, toca viajar hacia Malasia. El punto de origen es la propia ciudad donde se disputó el último gran premio así que el viaje es corto. Apenas 40 minutos en el aire y paso de la muy urbana Singapur a la más rural Malasia. Evidentemente, la compañía elegida debe ser Air Asia. Aunque ya no está Tony Fernandes en la Fórmula 1, ¿qué menos que recordar el equipo Caterham? Con esta referencia reciente, llego a Malasia y rápidamente me doy cuenta de que es un país muy distinto, donde parece que se vive con más calma que en Singapur. Así empieza el fin de semana… aunque es jueves.
A través de una aplicación en el teléfono y el «wi-fi» del aeropuerto de Kuala Lumpur -el glamour sigue brillando por su ausencia- consigo hacerme con un taxi que me lleve al circuito. Está a apenas quince minutos si llega y la carrera no me sale demasiado cara… además, el taxista tiene un cierto interés y cuando le cuento qué es lo que me lleva a Sepang, me pregunta por la predicción del fin de semana. Debo ser sincero, ¡es muy posible que Mercedes vuelva a ganar! Aunque le aviso que en la Fórmula 1 nunca se sabe. A fin de cuentas, en el Gran Premio de España las dos flechas de plata acabaron fuera de carrera en la primera vuelta.
Tras colectar el pase de prensa -me hace una cierta ilusión ver una bandera nueva en un pase que conozco-, me dirijo hacia el paddock a bordo de una lanzadera para prensa. Cuando veo las primeras pequeñas partes del trazado de Sepang, siento un cosquilleo. ¡Un circuito nuevo ante mis ojos! Para los veteranos en esto de ir a carreras, será un evento más. Para quienes no tenemos la suerte de estar carrera sí, carrera también, es algo especial. Cuando finalmente entro al paddock, me llevo la primera sorpresa. Toca olvidarse de la estrecha calle de Singapur -que por otra parte era cómoda para tenerlo todo controlado-. ¡El paddock de Sepang es enorme!
Es fácil perderse en él, con los módulos de los equipos y con aún poca gente que sirva de guía. Pero hay algo que nunca falla… ir cerca del edificio de boxes acaba revelando la entrada a la sala de prensa. Con un par de paseos más, ya no parece tan grande y navegarlo se convierte en algo fácil. La atención es tan impecable como en Singapur pero los medios son algo menos espectaculares. Nada de bebida y comida «a lo loco». Unos pocos refrigerios y agua son suficientes. Por lo menos tienen algunas galletas, que siempre ayudan. Mientras me aclimato al lugar y me maravillo con la espectacular sala de prensa del circuito malayo -es muy grande y sorprendentemente luminosa-, presto atención a la GP3 primero y la GP2 luego.
Pero no hay tiempo para despistarse, puesto que hay una rueda de prensa de la FIA a la que atender y luego hay que escuchar las impresiones de Fernando Alonso. Se muestra optimista… pero se le nota que sabe que el McLaren no está ni siquiera cerca de los coches de cabeza. Cuando lo mejor a lo que se puede optar en el segundo año de un proyecto de tres es un séptimo puesto, es que las cosas no van como él quería. Con un mejor coche, seguro que estaría arriba pero… así es el automovilismo. Pero lo más interesante es lo que tiene que decir Xevi Pujolar, quien me dedica diez minutos para hablar de su llegada a Sauber y otros temas -tendréis la entrevista pronto-.
Una vez terminada la actividad de Fórmula 1, me dirijo a la GP2 y la GP3 para saludar a algunos buenos amigos en el «Paddock Sur». Siempre es bueno mantener el contacto con gente de ese mundillo que puede que un día acabe en la categoría reina. De momento, se preparan para el penúltimo fin de semana de carreras del año, con muchos pilotos que pisan el trazado por primera vez en su vida. Sus primeras conclusiones el jueves son interesantes y pueden ayudar a entender el circuito. Es más rápido, sí. Pero tampoco es tan distinto a la hora de pilotar. Por lo menos, es lo que cuentan los pilotos que habían rodado en Sepang con anterioridad.
Llegan las diez de la noche y se cierra la sala de prensa. Es la hora de irse al hotel, que aún no he visto. Y mientras espero que mi santuario de descanso durante los próximos días sea aceptable, voy cerrando la parada. Una vez más, no hay nadie detrás y hago de «periodista escoba». Quien sabe, puede que mañana vea algo interesante… o quizás toque esperar al sábado. Pero lo que está claro es que Sepang ofrecerá un desafío tanto para los pilotos como para los periodistas y todo el personal desplazado a Malasia. Por lo menos, no tendremos que trabajar hasta altas horas de la madrugada. Y eso ya es una victoria.