Llegábamos a Córcega sabiendo perfectamente que aunque Ogier tenía posibilidades matemáticas de salir de allí campeón lo iba a tener difícil. Si Mikkelsen no tenía un problema, el francés iba a tener que esperar hasta Catalunya para celebrar junto a su inseparable copiloto, Julien Ingrassia el cuarto título Mundial de ambos. No fue así, y a pesar de que nadie les pudo discutir la victoria, ‘the handsome one’ e incluso Neuville (tendría que ganar los tres rallyes que quedan, sumar puntos en todas las Power Stage y que Ogier no puntuara) salieron con opciones todavía de ganar este título.
Sin embargo, este mundial ya hace tiempo que está decidido. A pesar de la polémica sobre el orden de salida, los hasta siete ganadores distintos que hemos tenido en esta temporada 2016 y que tanto Citroën como Hyundai han demostrado que están en disposición de plantar cara a los Polo R WRC en algunas situaciones y con determinados pilotos, no nos engañemos, hace meses que ya pensamos más en 2017 que en el campeonato de este año.
Es normal. La superioridad más que evidente de Ogier en estos momentos hace que sea más fuerte la esperanza de tener un WRC 2017 distinto a lo actual que el interés por seguir la campaña todavía activa. En Córcega, su demostración de fuerza del viernes fue lo suficientemente convincente como para que nadie se echara las manos a la cabeza cuando dos de los principales favoritos a plantarle cara sobre asfalto, como Kris Meeke y Dani Sordo, pincharan.
La capacidad del francés de encontrar el ritmo de carrera desde el primer metro, sus capacidades técnicas (nunca o muy pocas veces hemos visto quejarse a Ogier de unos reglajes inadecuados) y su consistencia, hacían que este formato de Tour de Corse en concreto fuera un peligroso caldo de cultivo. Así fue, y nos encontramos que nada más empezar el rally, con cuatro tramos disputados (por muy largos que sean), la prueba ya estaba decidido salvo error o problema mecánico. No hay otra lectura. Mientras que a otros les costó numerosos cambios de parámetros encontrarse a gusto con su coche, Ogier fue capaz de sacar casi el 100% desde el inicio.
Tan sólo Meeke fue capaz de igualarle las prestaciones al de Gap, también es cierto que para entonces el norirlandés ya tenía el rally perdido y que un abandono del de Citroën no ‘pesa’ lo mismo que uno de Sébastien. La velocidad de Kris es evidente, sin embargo, tras destapar el tarro de las esencias en Finlandia y Portugal, sigue siendo habitual que sus tiempos estratosféricos se vean intercalados por demasiadas visitas a las cunetas. La filosofía ‘Colin McRae’ siempre ha sido muy atractiva para los aficionados, sin embargo no sirve para luchar por el título en la etapa actual del WRC y con un Ogier que únicamente comete un error al año de media.
El fin de semana de Dani Sordo tampoco fue muy reconfortante. Más allá del desafortunado pinchazo, los tiempos no salieron y buena muestra de ello es que no pudo sumar ningún scratch (habría que ver cuándo sucedió esto por última vez en una cita de asfalto), algo que sí consiguió por ejemplo Neuville en el último tramo del sábado. El belga está con otra cara muy distinta a la del primer tercio de temporada, tal vez esperanzado por un futuro prometedor con otra marca. Hayden Paddon también está teniendo una adaptación a la superficie vital si en el futuro quiere ser uno de los candidatos al campeonato, igual que Craig Breen que sigue aprovechando sus oportunidades terminando rallyes y siempre en buenas posiciones. En Francia, Yves Matton dijo que tenía libres dos asientos, quizás en este párrafo hayan salido los nombres de sus dos futuros ocupantes.
Posiblemente las dos grandes decepciones de este rally fueron Jari-Matti Latvala y Mads Ostberg. Uno nos tiene más acostumbrados a ello que el otro. El nivel de frustración del finlandés fue alto, especialmente por verse fuera de la lucha por el podio en una superficie en la que últimamente estaba siendo muy competitivo. Su paso por el asfalto este año se traduce en un desastroso Rallye de Monte-Carlo, un abandono por rotura de caja de cambios en el primer tramo de Alemania y un cuarto puesto en Córcega. Su media sonrisa dejaba entrever que no está pasando por sus mejores días, veremos si se recompone para Catalunya donde tiene grandes papeletas para el triunfo (sale muy atrás en la etapa de tierra y tiene buen ritmo sobre asfalto).
Peor aún fue la imagen de Ostberg. Recordemos que el noruego no tiene aún un asiento para el año que viene, y actuaciones como las de los últimos tiempos no le ayudarán a ello, más aun si sigue demostrando la apatía y pasotismo de los últimos tiempos. Está claro que el Ford Fiesta RS WRC no está en su mejor momento y que M-Sport está más centrado en el coche de 2017 y el R5 Evo que en esta sesión, sin embargo, ser superado por el rookie del equipo (que tantas críticas ha recibido también) y por el degradado Elfyn Evans me hace preguntarme una vez más si la decisión de Malcolm Wilson fue la correcta.
En cuanto al resto de categorías, Simone Tempestini es el primer Campeón de este 2016. Al italiano le llegaba con ser primero y segundo, pero la debacle entre sus rivales Folb y Veiby, le hizo coronarse matemáticamente siendo únicamente cuarto y tras sufrir problemas de caja de cambios. En WRC2, Evans ya ha hecho su trabajo y ahora deberá esperar acontecimientos. La pelota está en el tejado de los finlandeses de Skoda. Nos quedamos con mal sabor de boca después del abandono de Cohete Suárez. El Peugeot con y sin evoluciones no está siendo competitivo y esto se traduce también en problemas de fiabilidad, algo que también sufrió el recién estrenado Hyundai i20 R5 en manos de Abbring, precisamente el que mejor rally estaba teniendo.