El Safari sudamericano tampoco defraudó este año. Y es que el Rally Transchaco, cita que se disputa en Paraguay con unas condiciones similares en cuanto a dureza se refiere a la antigua cita africana del Mundial de Rallyes, tiene algunos detalles que nos hacen regresar más de una década atrás en el tiempo, con vehículos equipados de barras de protección para prevenir posibles daños en choques con animales salvajes o vegetación e incluso la tripulación compitiendo en camiseta sin mangas.
Las zonas de fesh-fesh son una constante, el coche se hunde en la pista, como si una nube de polvo apocalíptica se lo tragara y los aficionados deben ir equipados por mascarillas para poder soportar el paso de los participantes. Precisamente ellos, los aficionados, se convierten en un gran apoyo de los pilotos, ya sea para indicarles el camino o las zonas menos difíciles por las que pasar o para echar agua en unas mecánicas sobrecalentadas por el barro y los polvos, casi de talco, que entran por la admisión y por las vías respiratorias de los sufridos tripulantes.
Sobre el papel no es un recorrido con un grado de dificulta extremo, ya sea por la velocidad y por la dificultad de sus curvas, es más, alguno de sus tramos son rectas de más de 70 kilómetros que transcurre entre estrechas pistas escoltadas por arbustos, vados de agua secos y trampas en forma de baches o raíces ocultas que van aflorando con el paso de los coches y que pueden poner fin en cualquier momento a tu carrera.
No es la primera vez que me dedico a hablar de esta cita, incluso el año pasado ya la denominé como la sucesora del Rally de Safari por unas imágenes que me recordaban mucho a aquella exótica prueba que seguía desde niño a miles de kilómetros de distancia y gracias a las revistas, ya que en 2002 Internet todavía no había llegado a mi casa. La de este año también ha tenido esa misma magia y de drama que caracterizaba a la prueba que se disputaba en el continente negro.
Este año, ya sin la participación de los veteranos e indestructibles Toyota Celica ST185, Corolla y Escort WRC (por un tema de homologaciones caducadas como os explicábamos esta misma mañana), los R5 debían demostrar sus dureza y fiabilidad ante este impresionante reto. Recordemos que la FIA buscó bajar los costes de estos coches respecto a los S2000 utilizando muchas piezas de serie, algo que le pasaba mucha factura a todas las unidades en competición y que nos dejaba una clasificación final muy clarificadora, con todos los R5 fuera de carrera y doce Mitsubishi y tres Honda Civic entre los tres primeros.
Los japoneses dominando una carrera tipo Safari, como antaño en el WRC. Itor Galdeano y Daniel Fabiani llegaban a meta, con su llamativo Lancer Evo X arañado y todavía con restos de vegetación en el parabrisas, pero lo hacía con su segundo Transchaco en el bolsillo. Si todavía no conocéis la carrera, no os perdáis los vídeos.
Problemas de Augusto Bestard en su Ford Fiesta R5: