Con la entrada de Jaguar en la Fórmula E de la mano de Panasonic, es inevitable pensar en las anteriores incursiones de la firma japonesa en el mundo de las carreras. Una de las más recientes y quizás de perfil más alto fue su presencia como patrocinador del equipo Toyota en la Fórmula 1. Pero antes de eso, Panasonic tuvo también una participación memorable en las carreras de la mano de «King» Hiro Matsushita, un piloto realmente eléctrico, en varios sentidos.
Hiroyuki Matsushita nació en el seno de la familia Matsushita más conocida en el mundo entero, aunque en realidad no es tanto su familia sino su empresa, la realmente famosa. Su firma, Matsushita Electric Industrial, es lo que se conoce internacionalmente como Panasonic. Hiro es el nieto de su fundador, Konosuke Matsushita, y contó desde una temprana edad con todo el apoyo de la empresa familiar para dedicarse al mundo de las carreras tal y como lo deseaba.
A menudo, con aquellos que vienen de familias con recursos, se experimentan unos años de una aparente falta de dirección. Mucho dinero y poco sentido común hacen que los futuros pilotos den más vueltas que una peonza. No fue exactamente así en el caso de Matsushita, que antes de centrarse en una disciplina, quiso probar varias simplemente para encontrare aquello que realmente le motivaba. Tenía la gasolina en las venas pero, ¿dónde habría que correr? Curiosamente sus primeras competiciones en 1976 fueron de motocross.
Tras tres años de competiciones locales en el mundo de las dos ruedas, decidió que aquello no era lo suyo y se pasó a las cuatro aunque manteniéndose siempre fuera de los circuitos. En 1979 a sus 18 años y con licencia para conducir, Matsushita se pasó a los rallyes, donde tuvo una participación destacada en campeonatos regionales, donde fue obteniendo títulos hasta llegar a tomar parte en el campeonato nacional. Así se mantuvo entre tramos y cunetas hasta 1984, cuando probó suerte por primera vez en los circuitos.
Su debut se produjo en la copa Civic en Japón y lo vivido allí le abrió los ojos. En un par de años, Matsushita estaba haciendo las maletas y preparándose para irse a Estados Unidos. A sus 25 años, era difícil plantearse la idea de labrarse una carrera en monoplazas desde cero pero con el objetivo claro en la cabeza, lo enfrentó con profesionalidad y entrando en certámenes regionales de Fórmula Ford al otro lado del Pacífico. Sus resultados fueron correctos, lo que le valió subir a la Fórmula Toyota Atlantic en 1988.
Esa misma temporada, a bordo de un Argo JM19 con motor Mazda tomó parte en las 24 horas de Daytona y las 12 horas de Sebring, finalizando en segunda y tercera posición en su categoría -décimo tercera y décimo cuarta en la general- respectivamente. Finalmente, en su segundo año en la Atlantic, Hiro Matsushita obtuvo su primer título importante. Lo hizo con la mayor ventaja de puntos de la historia del campeonato. Sus credenciales eran más que valorables y su talento, fuera de discusión.
Esa misma temporada, mientras dominaba la Atlantic, decidió dar el salto a la Indy Lights, aprovechando que su título no estaba en juego. Allí mostró su velocidad de forma inmediata y obtuvo dos resultados dentro del top 10 en las cuatro carreras que disputó. Puede que le hubiera ido bien un año completo en la Indy Lights para que el salto a la IndyCar de 1990 no le hubiera supuesto un desafío tan grande pero en la infinita impaciencia de los pilotos, el japonés debutó en la categoría máxima de los monoplazas americanos en 1990, con un solo punto en su primer año.
A pesar de lo prometedor de su ascenso, Matsushita jamás consiguió replicar los grandes resultados de los años 80 en su paso por la IndyCar primero y la Champ Car luego. Aún así, fue el primer japonés en tomar parte en las 500 millas de Indianápolis en 1991. Su mejor resultado en monoplazas en Estados Unidos fue un sexto puesto en Michigan y lo más arriba que acabó las 500 millas de Indianápolis fue en décima posición en 1995. Cuando se retiró a finales de 1998, se había convertido en el piloto con más participaciones en la IndyCar sin un top 5. Tras dejar las carreras en Estados Unidos, compitió en algunas carreras de tipo «Baja», recordando viejos tiempos en el off-road. Más tarde, compró Swift Engineering, empresa tan relacionada con Estados Unidos como con Japón.
Aunque la mejor anécdota es aquella que concierne a su mote, «King Hiro». Uno podría pensar que venía por su condición de piloto de pago con mucho dinero o por su casco amarillo o incluso de forma irónica, por sus resultados. La realidad es mucho más divertida. En la época en la que Matsushita empezó a competir en la IndyCar, Penske usaba un micrófono activado por voz para que el piloto no tuviera que pulsar ningún botón. En un día en el que Emerson Fittipaldi -piloto de Penske- se estaba quejando de lo difícil que era doblar a un Matsushita que se defendía como si le fuera la vida en ella, la radio recibió el mensaje «-King Hiro!», con la primera sílaba cortada. Lo cierto es que Fittipaldi había querido decir «Fucking Hiro!» pero el hilarante resultado cuajó.