Hace ya algún tiempo que venimos hablando sobre la precocidad de algunos nuevos jóvenes pilotos, Kalle Rovanperä, Max Verstappen, Marquito Bulacia o incluso Carlos Sainz han llevado sus carreras hasta orbitas profesionales muy rápidos y todos ellos tienen el mismo denominador común, el apellido ilustre. A toda esta terma de pilotos puede que dentro de no mucho tiempo tengamos un nuevo integrante: Max Gordon.
Cuando tu padre es un afamado piloto de off-road (más allá de las locuras y sinsentidos que muchas veces tiene el estadounidense) es difícil que no te pique el gusanillo. Otros ejemplos, como el de Carlos Sainz Jr. tardó en darse cuenta, afirmando que el día en que se percató de lo que era la figura de su padre fue el de su adiós, con el Citroën Xsara WRC en pleno centro de Madrid abarrotado por miles de incondicionales.
Parece que el hijo de ocho años de Gordon ya hace tiempo que ha comprendido lo que hace su padre cada más de enero a miles de kilómetros de allí con su buggy de color naranja. Sin ir más lejos, compitió la pasada semana en la Bluewater Deser Challenge, en pleno corazón de la árida Arizona al volante de un Acrtic Cat UTV y con su padre en el asiento de copiloto. Empezó poco a poco, ocupando una de las últimas posiciones entre los 59 participantes de su categoría, hasta prácticamente llegar a la mitad de los inscritos inicialmente.
Si Sheldon Creed compitió dentro del equipo de Robby durante el pasado Dakar a su tierna edad de 18 años, ¿cuánto tardaremos en ver a uno formado por padre e hijo? A buen seguro le está sirviendo a la familia para superar momentos duros.