Partamos de la base de que Sébastien Ogier no tiene ninguna necesidad de cumplir con nuestros más oscuros deseos, que un tetracampeón del mundo ya ha demostrado su valía al volante de un coche de competición (algo similar a lo que digo de Sebastian Vettel y que no está obligado a tomar decisiones arriesgadas, que puedan complicarle su futuro deportivo, para asegurar nuestro disfrute. Dicho todo esto, qué bonito sería ver al de Gap emular a Valentino Rossi y buscar un reto mayor fichando por M-Sport.
Está claro que, en la actualidad, sin contar con una posible opción de seguir pilotando un Volkswagen Polo R WRC bajo los colores y la gestión de Red Bull, la posibilidad de fichar por Citroën parece la decisión más segura. Iría a un equipo que ya conoce a pesar de que no está liderado ya por su principal valedor, Olivier Quesnel (Yves Matton se ha mostrado dispuesto a mantener conversaciones, algo que no ocurre con Latvala o Mikkelsen), que habla su mismo idioma y que ya sabe lo que es trabajar con un motor similar y con elementos aerodinámicos gracias a su paso por el Mundial de Turismos. Su perfil encajaría a la perfección en la formación de Versalles, aunque significaría que Kris Meeke pasaría a un segundo plano.
En cuanto a lo económico, no habría problema en principio para mantener cuatro pilotos (además de Meeke hay que tener en cuenta que Breen y Lefebvre ya tienen firmado sus contratos) ya que a buen seguro Ogier no será tan exigente teniendo en cuenta el cuantioso finiquito que le puede quedar al romper Volkswagen unilateralmente su relación. Sin embargo, esto también se podría extrapolar a un posible fichaje por M-Sport.
Y es que ha habido unos cuantos guiños entre Malcolm Wilson y Sébastien Ogier durante las últimas semanas que nos dejan ver que esta la opción de ver al galo al volante de un Ford Fiesta RS WRC la próxima temporada no es tan descabellado como pudiera parecer. Además de los piropos profesionales que ambos se han dedicado, queda en el recuerdo el intento de fichaje realizado por el equipo de Cumbria cuando Ogier empezaba a despuntar.
Obviamente detrás del interés de M-Sport hay mucho más. La llegada de Ogier al equipo podría volver a animar a Ford a financiar un proyecto del que lleva alejado cuatro años. Los británicos han demostrado que saben trabajar bajo presión y que son capaces de adaptarse a los nuevos tiempos, tal y como demostraron al construir el Ford Focus RS RX Supercar del Mundial de RallyCross en menos de un año y si somos justos, además de destacar los conocimientos obtenidos por Citroën en el WTCC también deberíamos hacerlo con el proyecto Bentley GT3 de los de Malcolm Wilson.
Con todos estos elementos sobre la mesa y reconociendo que el Ford Fiesta RS WRC es el coche que más tarde empezó a probar, ¿por qué no emular a Rossi con su paso a Yamaha o Ducati y tratar de agrandar la leyenda detrás del nombre de Ogier devolviendo a Ford a las victorias? Recordemos que el último triunfo conseguido por un Fiesta RS WRC fue en Gales 2012, todavía con Latvala en el equipo, demasiado tiempo para un equipo que lleva compitiendo ininterrumpidamente casi tres décadas. Make M-Sport/Ford Great Again, por el disfrute de todos y para mayor grandeza. Porque a estas alturas nadie pondrá en duda que Ogier es capaz de ganar con cualquier coche mínimamente competitivo, ¿no?
Por ahora, viendo los test, parece seguro que Eric Camilli, Ott Tänak, Elfyn Evans y Mads Ostberg (este previsiblemente dentro de su propia estructura Adapta) se sentarán el próximo año en uno de los nuevos Ford Fiesta RS WRC, Latvala suena con fuerza para Toyota, Mikkelsen dice estar muy cerca de asegurarse el futuro y Sébastien Ogier… el tiempo lo dirá, pero quedan poco más de dos meses para empezar el Rallye de Monte-Carlo 2017.