Creo que una de las razones por las que me gusta el Dakar es precisamente porque cada año nos presenta algo nuevo. Esa capacidad de sorprendernos que muchos creen que está perdiendo en esta nueva etapa en Sudamérica y que siempre se ha hecho extensible a los participantes (qué año no hemos tenido a algún outsider en la pomada) y a las máquinas. Precisamente estas últimas siempre han aportado ese toque exótico a todos los que nos levantamos día tras día pensando en el automovilismo.
Hoy os traemos otra de esas historias especiales, la primera en nuestra preparación para el Dakar 2017, el cual ya se encuentra a apenas un mes vista. Una historia, que en este caso, no tuvo final feliz ya que nunca llegó a llevarse a cabo, pero que demuestra esa necesidad del ser humano de seguir buscando retos con los que superarse. Es la historia de Peter Brock y el Holden que quería surfear dunas.
El proyecto fue prácticamente secreto, presentado a un grupo reducido de personas durante el año 2006 y pretendía llevar a una de las figuras del automovilismo australiano al Dakar sólo unos meses más tarde, al volante de un Holden Adventra de la categoría T3 en el que Brock había invertido muchas horas de trabajo durante los últimos tres años. La gran mayoría estamos acostumbrados a ver el león de la firma oceánica por los circuitos de la categoría V8 Supercars, e incluso tiene un pasado dentro de los rallyes, sin embargo, ahora se quería ir un paso más allá, llevar un Holden 4×4 al Dakar más africano.
El diseño fue realizado por Robert D’Ercole utilizando la base del Adventra, una especie de Wagon todocamino con mucho público entre los australianos y con muchas posibilidades entrar dentro de nuestro Top 10 de rancheras Racing preferidas en la historia de la competición. El interior no desentonaba, coronando este espectacular T3, teníamos un motor V8 5.5 litros de origen Chevrolet en posición central (justo detrás del habitáculo y que erogaría entre 350 y 400 CV), con el objetivo de tener el mejor reparto de pesos posibles, anunciando un 50/50. El proyecto estaba dirigido a hacer un 4×4, sin embargo, había la posibilidad de adaptarlo al reglamento 4×2 para sacar provecho de la ya por aquel entonces flexible reglamentación para los buggies.
Brock quería sobre todo un coche agradable de conducir porque creía que ya era suficiente reto el afrontar una carrera tan dura como la africana. Es por ello que buscó colocar todos los elementos posibles entre los dos ejes y así hacer un coche muy neutro y con un centro de gravedad muy bajo. Únicamente las ruedas de repuesto se saldrían de esta filosofía, al tener que llevar una en el morro y otras tres en la trasera.
Nunca llegaría a nada más. La comunidad australiana de automovilismo lloraba sólo unas semanas el fallecimiento de Peter y Steve Irwin en la Targa West 2006 en la que competía con un Cobra Daytona. Con el fallecimiento de Brock, el proyecto quedaba inacabado, siendo manchado por el polvo en algún garaje del que fue recuperado cinco años más tarde, con motivo del aniversario y como homenaje a la figura del ex-piloto y Hall de la Fama de las V8 Supercars. El último coche de carreras de Peter Brock.