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Dakar 2017: en el asiento del miedo con Nani Roma

Hoy es un día importante, tan sólo resta un mes para el inicio del Dakar y por ello lo hemos querido celebrar contándoos nuestra experiencia como copilotos de Nani Roma después del pasado Rally de Todo Terreno Ciudad de Cuenca, aprovechando la invitación de Toyota España. A pesar de que la unidad utilizada durante la última cita del CERTT no era igual a la que utilizará el próximo enero, pudimos hacernos una pequeñísima idea de lo que tienen por delante Roma y Álex Haro en los más de 9.000 kilómetros que compondrán el próximo Dakar.

Se trataba de una Hilux con especificaciones antiguas. Las ruedas de repuesto estaban situadas en la parte trasera (las de la versión 2016 ya están alrededor del habitáculo) lo que hace que el coche sea menos neutro, mientras que las suspensiones tienen poco que ver con la evolución que contará Toyota GAZOO Racing en el próximo Dakar. Incluso el motor, también un V8 atmosférico, no era el mismo modelo que el estrenado en el pasado Dakar, el del Lexus IS-F, ni tampoco contaba con la brida de 38 mm que estrenarán en Asunción el próximo 2 de enero.

Aun así, no se lo voy a negar a nadie: ¡Ay, mi madre cómo suena el bicho! La prueba se realizaba en un pequeño recorrido por el que había transcurrido la prólogo, una finca privada que tenía prácticamente de todo, desde varios rasantes, alguna curva lenta en apoyo e incluso una zona muy estrecha entre árboles que te permitían tener la experiencia de ver cómo las ramas se iban apartando a nuestro paso. Era posiblemente una de las mejores mañanas de lunes de los allí presentes, desde prensa hasta el grupo de colegiales que habían evadido sus responsabilidades sólo para estar cerca del gigante de Folgueroles y verlo en acción.

Más de una veintena de adolescentes observaban a Nani Roma colocarse el casco embobados, desde una profunda admiración

Precisamente fue un momento muy especial el ver cómo Nani procedía a hacer toda la liturgia de colocarse el verduguillo y el casco mientras medio centenar de adolescentes le observaban en silencio. Un silencio que rompió el primer bramido matinal de la Hilux, la cual no se callaría prácticamente hasta la hora de comer. Reconozco que en parte tenía esa misma sensación que cuando el año pasado me senté a la derecha de Hayden Paddon para lanzarnos a más de 170 km/h por los bosques finlandeses. Una mezcla entre impaciencia, excitación y nerviosismo ante la que se me venía encima.

Sólo media hora después llegó el momento de entrar y ocupar el a veces tan poco valorado asiento del miedo. La entrada, mucho más grácil que sentarse en un World Rally Car. Te agarras de la jaula de seguridad, un pie en el marco inferior de la puerta y ya estás arriba. Frente a ti un gran parabrisas, una visibilidad asombrosa y muchas miradas que darían sin pensar sus mochilas llenas de libros sólo para dar una vuelta en la Toyota.

Hay que reconocer que el puesto de mando de la pick-up japonesa resulta bastante espacioso para lo que tenemos interiorizado que debe de ser un coche de competición. Aun así, debe ser difícil bajarte y subirte después de quedarte enganchado en alguna duna, sufrir un pinchazo o tener que cambiar las presiones de los neumáticos. Me acomodo y pronto llega nuestro particular cicerone ese día, todo un campeón del SWRC, Álex Haro.

Tras unos segundos abrochándome y ajustándome los cinturones, Álex me da un pequeño toque y me dice que deje de pulsar el botón del limpiaparabrisas. Y es que ese sonido desagradable que llevaba escuchando durante segundos, el cual pensaba que era el pre-arranque del motor, no era otra cosa que mi 46 de pie aplastando el botón del reposapiés que se utiliza para retirar todos esos desafortunados mosquitos que se han encontrado con la pareja catalana en su camino.

Ya abrochado y tras un nuevo saludo con Nani, toca arrancar mientras los curiosos abren camino al paso del potente V8 japonés y su espectacular sonido. En parte, reconozco que el abrumador rugido de esa bestia puede ser excitante durante unos minutos e incluso horas, sin embargo, se debe tornar ciertamente cansino en enlaces de cientos de kilómetros a través de las interminables autopistas sudamericanas. Es lógico que algunos participantes decidan llevar sus propios mp3 o cargamento de podcast en el móvil para hacer más llevadero el camino tal y como nos reconocía Haro (él en concreto es un apasionado por la tecnología y ya tenía su selección de horas y horas de programas preparados para el próximo Dakar).

La pendiente que podéis ver en las imágenes es lo más parecido a una montaña rusa y tras los primeros paseos, Nani ya no tiene ningún miramiento a la hora de apretar a fondo ya desde la mitad de la bajada. Desde ahí, toda una demostración de pilotaje. Apenas se nota el vaivén en un coche tan alto, estaba claro que la configuración de suspensiones estaba preparada para competir en un Rally Todo Terreno y no para una etapa fuera pista del Dakar. A pesar de llevar las dos ruedas de repuesto atrás, la trasera apenas se insinúa. Únicamente lo hace cuando Roma lo fuerza a bailar.

Se nota que es un gran coche de cara a pruebas del CERTT, muy estable en frenada, fiable y con potencia para empujar en la salida de las curvas. Una montura con la que mantener un ritmo medio-alto no parece excesivamente complicado. Apenas fueron tres vueltas en un recorrido que el doble ganador del Dakar ya se conocía al dedillo, pero te puedes hacer una buena idea de la exigencia de una prueba del Dakar, en la que tienes que ir 4.000 kilómetros prácticamente al límite.

También una buena experiencia ir hablando con Nani sobre algunos detalles del coche, un verdadero lujo que te permiten los cascos con intercomunicadores integrados y mientras procuraba que no se me salieran los ojos de las orbitas en cada frenada. Todo lo bueno se acaba y el regreso a la pequeña asistencia improvisada se convierte en una vuelta a la realidad. Antes de estrechar manos, Roma me preguntaba si me quedaba con el asiento derecho de un WRC o el de un Todoterreno de rally-raids… Os digo lo mismo que le dije a él: «me quedo con los dos».

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Iván Fernández

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