Una tarde de mayo cualquiera, con el castillo de Nürburg como testigo de lujo de una nueva edición de las míticas 24 Horas de Nürburgring, y de repente, una tormenta oscurece el Infierno Verde como si de una escena del Señor de los Anillos se tratara. Grandes piedras caían desde el cielo tiñendo de blanco el asfalto del trazado germano y desatando la locura. Es el famoso microclima de la región de Eifel.
La carrera que estuvo parada durante varias horas debido al mal estado de la pista tuvo momentos de un alto contenido dramático. Una decena de pilotos saliéndose en la misma curva, pilotos sin control de sus monturas e incluso la clara muestra de que el exitoso Audi R8 LMS GT3 que ha sabido adaptarse a todo tipo de circuito no está listo todavía para rodar sobre granizo y sino para muestra un botón.