La historia de la Fórmula 1 ha visto a constructores de muchísimos países competir con mejor o peor material. Algunas de las últimas naciones en incorporarse a la lista de lugares que han tenido equipos son España o Malasia. Pero hay un país con poca tradición a nivel de pilotos y máquinas que a pesar de todo llegaron a tener dos constructores en la Fórmula 1. Se trata de Canadá, que llegó a tener dos equipos compitiendo en la categoría reina.
Stebro es el «otro constructor canadiense», mucho menos conocido que Wolf. Propiedad de Peter Broeker, un hombre nacido en Alemania que se nacionalizó de Canadá tras tomar residencia en el país norteamericano una vez terminada la Segunda Guerra Mundial. Broeker diseñaba los monoplazas de su marca en un taller en Montreal con tal de promover su marca dentro del mercado nacional y local. La mayoría de coches que fabricaba Stebro eran monoplazas de Fórmula Junior, categoría de acceso al automovilismo de competición y lo que hoy en día sería la Fórmula 3.
Precisamente uno de estos coches, el Stebro Mk.IV, tomó parte en el Gran Premio de Estados Unidos de 1963 disputado en Watkins Glen. Usando el chasis original y un motor Ford de 4 cilindros en línea algo mayor de lo que normalmente utilizaba el coche, Stebro se presentó en una carrera donde los rivales estaban mucho más preparados tanto a nivel deportivo como técnico. Su motor entregaba unos 110 caballos de potencia, con más del doble para los coches más competitivos.
Viendo el panorama Ernie de Vos, quien se suponía que iba a ser el piloto del equipo, desertó a última hora y dejó a Peter Broeker en solitario. Sin suficiente preparación, su mejor registro en las sesiones clasificatorias se quedó a más de 15 segundos de la pole position. En carrera las cosas no funcionaron mucho mejor ya que tras diez vueltas la caja de cambos se bloqueó en cuarta marcha y Broeker tuvo que aguantar así hasta la bandera de cuadros, que cruzó a 22 vueltas del vencedor en séptima posición.