Desde mediados de los años 60, la Fórmula 1 comenzó un proceso de ‘mutación’ visual con la introducción de los patrocinadores en las carrocerías de los coches. Poco a poco estos fueron adquiriendo los vistosos colores de las marcas que pagaban por lucirse ante el público. Curiosamente y contra toda la lógica, el último coche sin patrocinadores llegó en el nuevo milenio.
Fue en el Gran Premio de Italia de 2001, disputado tan solo cinco días después de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York. Como muestra de respeto hacia las víctimas, Ferrari decidió eliminar todos los patrocinadores de sus coches y que salieran a pista en todas las sesiones con la carrocería en color rojo -con el frontal negro- sin ninguna marca comercial.
La explicación que dio Ferrari fue que para el equipo y la marca, el evento fue un acto meramente deportivo en el que tomaron parte por cuestiones de contratos pero del que no querían beneficiarse a nivel económico. Un gesto aplaudido que a pesar de todo no vio el resultado esperado, con Rubens Barrichello en segunda posición y Michael Schumacher en cuarta, sin lograr la deseada victoria.