Aunque dentro del automovilismo austríaco el piloto más conocido es Niki Lauda, no fue el primero en ganar un campeonato del mundo. Ese honor fue -de forma póstuma- para Jochen Rindt, piloto que de hecho nació en Alemania pero pasó toda su infancia en Graz con sus abuelos tras morir su padres en un bombardeo en Hamburgo. Curiosamente su historia en la Fórmula 1 comenzó y terminó en Austria.
El debut de Rindt se produjo en el Gran Premio de Austria de 1964 en Zeltweg, disputando su primera carrera de Fórmula 1 en un Brabham BT11 alquilado a Rob Walker. Su primera experiencia no fue demasiado exitosa puesto que a pesar de clasificar en duodécima posición -sobre veinte pilotos- en los entrenamientos, no pudo terminar la carrera al sufrir problemas con la dirección en la vuelta 58 de 105. En 1965 pasó a ser piloto oficial de Cooper.
Tras tres años en la escuadra británica siendo tercero en la general de 1966, recaló en Brabham. Allí se mostró como un piloto extremadamente veloz y obtuvo siete poles y una victoria que le valió el paso a Lotus en 1970. A bordo del formidable Lotus 72C obtuvo tres poles y cuatro victorias junto a una más con el 49C. Su última carrera fue en su Austria natal, en Österreichring, donde partió desde la primera posición pero abandonó por rotura del motor.
No llegó a disputar otro gran premio ya que falleció en los entrenamientos del Gran Premio de Italia, siguiente prueba del campeonato de 1970. Los puntos obtenidos a lo largo del año fueron suficientes como para asegurarse un título que no pudo disfrutar. Curiosamente, su mujer Nina se convirtió en la primera persona finlandesa en recibir el trofeo de campeón del mundo de Fórmula 1… aunque no fuera ganado por ella misma.