Aunque lo que hoy en día conocemos como Fórmula 1 comenzó en 1950, el primer Campeonato del Mundo de Fórmula 1 real no llegó hasta la temporada de 1981. Fue un cambio esencial para el certamen, que se popularizaría desde ese momento hasta llegar a unas cotas que jamás habrían imaginado. Entre 1950 y 1980 y a pesar de no tener el nombre de Campeonato del Mundo de Fórmula 1, el certamen se llevó a cabo bajo la normativa técnica de mismo nombre… con dos mencionables temporadas.
Esas mencionables temporadas, excepciones excepcionales dentro de la categoría reina del automovilismo, se disputaron bajo normativa de Fórmula 2. Tanto en 1952 como en 1953, la Fórmula 2 se encontró con un estatus jamás adquirido de nuevo al ser sus coches aquellos que decidían el título de campeón del mundo -exceptuando las 500 millas de Indianápolis, claro-. Hubo carreras de Fórmula 1 pero ninguuna de ellas formó parte del campeonato del mundo. El motivo fue una crisis automovilística que terminó con muy pocos constructores fabricando coches de Fórmula 1 y la dirección del certamen buscando usar la Fórmula 2 como solución.
Alberto Ascari fue el rey de la era de la Fórmula 2 en el Campeonato del Mundo. El italiano ganó once de las catorce carreras mundialistas de Fórmula 2 en las que tomó parte, de un total de quince que hubo a lo largo de los dos años. Un dominio absoluto por parte de un Ascari que se proclamó campeón en ambos casos y de una Scuderia Ferrari que sólo fue vencida en el Gran Premio de Italia de 1953, última carrera de Fórmula 2 perteneciente al Campeonato del Mundo. El piloto no podía ser otro que el genial Juan Manuel Fangio, que evitó el dominio y se preparó para su propia era… pero eso ya es otra historia, una de Fórmula 1.