Imaginemos la enorme sorpresa cuando, al llegar los entrenamientos libres del Gran Premio de Mónaco de 2001, Arrows montó en su A22 un sorprendente apéndice aerodinámico que seguramente solo podríamos definir como grotesco. En plena evolución tecnológica, los de Leafield trajeron un «simple» -no hay nada realmente simple en la Fórmula 1- alerón montado en la parte superior del frontal. ¡Y menudo aspecto que daba aquello!
El razonamiento de Arrows -que además encargó mantas para tapar el coche con un huevo para tan curioso apéndice- fue similar al que los equipos de Fórmula 1 en 1968 y 1969 habían pensado. Si un alerón alto trasero ayudaba a generar carga aerodinámica, un alerón alto delantero debería generar aún más carga. El concepto funcionaba bien pero daba al coche un aspecto altamente inusual que lo hace ser especialmente recordado.
Pero el delegado de seguridad de la FIA, Jo Bauer, consideró que el alerón del Arrows y otro que Jordan había traído al Gran Premio de Mónaco constituían un peligro y fueron prohibidos antes de que llegara el sábado. De esta forma, cuando la Fórmula 1 volvió a pista de nuevo para clasificarse para la carrera, los «inventos» de Arrows y Jordan ya no estaban presentes. ¡Una verdadera lástima!