Que un equipo se mantenga fiel a unos colores muy particulares es algo que pasa poco en la historia del automovilismo y en todo caso suele ir ligado a la presencia de un patrocinador. Aún así y a pesar de su historia con el verde y amarillo por una parte y el negro y dorado por otra, Lotus ha tenido presencia del color rojo en varias ocasiones. Pero hubo una en la que uno de sus coches compitió pintado en Rosso Corsa.
Corría el año 1966 y el circo de la Fórmula 1 se encontraba en una temporada apasionante no sólo por los cambios de normativas, las luchas en casi cada carrera y la sonada marcha de John Surtees de Ferrari a Cooper a media campaña, sino también por la grabación de la película Grand Prix de John Frankenheimer. Un proyecto de un tamaño considerable y con una logística difícil por tener que adaptarse a los eventos del Campeonato del mundo.
Cuando llegó el Gran Premio de Gran Bretaña que se disputaría en Brands Hatch, lo hizo sin una Ferrari que apoyó una huelga de la metalurgia en Italia y no se desplazó al Reino Unido. Esto dejó la carrera sin los Ferrari, algo que para la película era un problema al ser los coches rojos protagonistas. Los vehículos usados para sus propias grabaciones no tendrían ningún problema pero las tomas globales -grabaciones de la carrera real- podrían resentirse.
Desde la dirección de la película se decidió recurrir al equipo de Reg Parnell y les pidieron si era posible hacer cambios a la decoración del coche de su piloto, Mike Spence. Por una determinada suma de dinero accedieron a alterar el color del Lotus 25 con motor BRM del británico y todo el fin de semana se le vio luciendo el tradicional Rosso Corsa de la Scuderia Ferrari. No solo era el color rojo sino que era incluso el mismo tono usado por los coches italianos. Así se mantenía una mancha roja en las grabaciones para más realismo… y Lotus llegó a convertirse en la «Ferrari inglesa» de verdad, por unos pocos días.